Por Josué I. Hernández
Aunque es una práctica común en el mundo denominacional el hacer uso de diversos títulos religiosos como reverendo, ministro, pastor, obispo, arzobispo, padre, etc, el uso de los títulos religiosos es algo completamente ajeno a la palabra de Dios y pecaminoso en gran manera. Según las Escrituras, ésta práctica cae bajo la condenación del Señor Jesucristo.
En sus duras denuncias contra los fariseos,
el Señor Jesús dijo: “Aman los primeros
asientos en las cenas... las salutaciones en las plazas, y que los hombres los
llamen: Rabí, Rabí. Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es
vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos” (Mat. 23.6-8).
“La explicación de Jesús identifica el mal de
llevar títulos como el usurpar a Dios como Padre y a Cristo como Maestro. Desde
luego, hay maestros en la iglesia (Hech. 13:1; Heb. 5:12; 1 Tim. 3:2; 2 Tim.
1:11), y por implicación Pablo se refiere a sí mismo como el padre de los
corintios (1 Cor. 4:15), pero lo que se condena es el uso de títulos
religiosos. Pablo nunca se refiere a sí mismo como Padre Pablo, y nunca llamó a
los otros apóstoles el Padre Pedro o el Padre Juan, mucho menos el Reverendo
Padre fulano de tal. El uso de tales títulos entre los que profesan ser
seguidores de Cristo es innegablemente una marca de apostasía” (W. Partain,
Notas sobre Mateo).
Indudablemente Jesús condenó el uso de los
títulos en base a que éstos servían para erigir distinciones religiosas donde
no debían existir. Y es más, el uso de
títulos religiosos jamás fue una marca del cristianismo primitivo donde no
había distinciones entre aquellos que tenían un Maestro en común y que participaban
de una herencia común en los cielos.
Recordemos que Cristo también dijo: “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro
Padre, el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es
vuestro Maestro, el Cristo. El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido”
(Mateo 23: 9-12).
Mientras en las denominaciones se utilizan
los títulos religiosos y los líderes de éstas se jactan como los fariseos de
los tiempos de Jesús, Cristo le invita a usted a abandonar tal ambiente, porque
en el sectarismo moderno se procura glorificar al hombre y la denominación y no
se busca la gloria de Dios (Jn. 5:44).
Qué lejos están los líderes de las diferentes
denominaciones frente al deseo y propósito de Cristo para su iglesia, con razón
hay tanta división, competencia y confusión.
El Señor Jesús no murió para crear la tiranía religiosa de hoy. Salga del sectarismo para recibir las
bendiciones del Señor (2 Cor. 6:17).
Le invitamos a estudiar la palabra de Dios
con nosotros, verá que le predicaremos el evangelio puro de Cristo, procurando
que usted conozca las claras enseñanzas de Jesucristo el Señor, quien es cabeza
de su iglesia (Col. 1:18).