Por Josué I. Hernández
Algunos hablan de una
supuesta “diferencia” entre los términos “evangelio” y “doctrina”. Ellos dicen
que el evangelio se predica a los inconversos y que la doctrina se enseña a los cristianos. Su argumentación hace una diferencia que Dios no
hace; y la consecuencia es una predicación bien acotada, restringida, de lo que
se cree que es el evangelio a diferencia de lo que se cree que es la doctrina.
Así, pues, se evitan enseñar temas considerados doctrinales pues sólo serán
necesarios para los cristianos, a diferencia del evangelio que es necesario
sólo para los perdidos.
Esto es
peligroso. Hacer diferencias que Dios no hace es: Añadir a su palabra
(Deut. 4:2; 12:32; Apoc. 22:18), pensar más de lo que está escrito (1 Cor.
4:6), trazar mal la palabra de verdad (2 Tim. 2:15), no hablar conforme a las
palabras de Dios (1 Ped. 4:11), y torcer las Escrituras (2 Ped. 3:16).
Pero, ¿cuál fue la
comprensión que los hombres inspirados y demás cristianos primitivos tenían
sobre lo que se ha de enseñar y predicar? El evangelio, la fe, la verdad, la
palabra de Dios y la doctrina, han de ser predicados y enseñados al mundo y a
la iglesia. El Nuevo Testamento no hace distinción técnica entre estos términos
descriptivos.
Predicado y enseñado | Al mundo | A la iglesia |
El evangelio | Mar. 16:15,16 | Rom. 1:15 |
La fe | Hech. 6:7 | Jud. 3 |
La verdad | 1 Ped. 1:22 | Ef. 4:15 |
La palabra de Dios | Ef. 1:13; Stgo. 1:18 | 2 Tim. 4:2; Stgo. 1:21 |
La doctrina | Rom. 6:17 | Tito 2:1 |
Los términos “evangelio” y “doctrina” son usados intercambiablemente en el Nuevo Testamento, y ambos deben ser predicados y enseñados tanto al mundo como a la iglesia.
El evangelio predicado a la iglesia | La doctrina enseñada al mundo |
Gal. 2:2 | Rom. 6:17,18 |
Gal. 2:14 | Hech. 5:21,28 |
1 Cor. 15:1,2 | Hech. 13:6,7,12 |
Fil. 1:27 | Heb. 6:1,2 |
No hay distinción entre “evangelio” y “doctrina”. Por esto, no nos sorprende leer que los romanos habían obedecido el patrón de doctrina dispuesto por Dios para su salvación (Rom. 6:17,18), el cual es “la fe” (Rom. 1:5), “el evangelio” (Rom. 1:16), “la palabra de verdad” (Ef. 1:13), es decir, “la sana doctrina” (cf. 1 Tim. 1:10), “la forma de las sanas palabras” (2 Tim. 1:13).
Debido a lo anterior, leemos en Hechos que los santos fieles predicaban “la palabra de Dios” (Hech. 13:7), es decir, “la fe” (v.8), “la doctrina del Señor” (v.12), el “evangelio de la gracia de Dios” (Hech. 20:24), el cual es “la palabra de su gracia” (Hech. 20:32).