Métodos bíblicos de corrección



Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados” (Sant. 5:19,20)


Por Josué I. Hernández


A veces pensamos, hablamos y procedemos como si fuese imposible que un cristiano se aparte de la verdad. Sin embargo, a pesar de la falsa confianza que podríamos tener, siempre es posible que un hermano se extravíe de la verdad, Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Cor. 10:12).

El problema con los métodos de corrección es un asunto grave. No debemos improvisar. No debemos mirar a otro lado procurando evitar mayores conflictos. Y, sobre todo, no debemos dejar a un lado la palabra de Dios para corregir el pecado (Ef. 6:17).

La motivación para corregir

Toda acción lleva consigo una motivación. Según las Escrituras, la motivación para corregir ha de ser el amor (Jn. 13:34,35), y el ejercicio de tal amor ha de llenarnos de optimismo en el proceso de la corrección. Debemos creer que es posible el arrepentimiento, y proceder con tal esperanza. 

La corrección debe ejecutarse con verdad y misericordia (Prov. 16:6), con mansedumbre y consideración (cf. Gal. 6:1), recordando que no somos enemigos (2 Tes. 3:15).

“Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros” (Rom. 15:14).

La reprensión privada

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.  Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”  (Mat. 18:15-17).

Esta instrucción del Señor no se aplica a toda acción pecaminosa. Este pasaje trata de la ofensa personal cometida en privado. 

Hay dos frases clave que han de ser consideradas en el versículo 15: si tu hermano peca contra ti, lo cual implica un pecado personal; y, repréndele estando tú y él solos”, lo cual obliga a una amonestación privada. 

Se ha dicho que la frase “contra ti” (v.15) falta en algunos manuscritos. Pero, recuérdese que en el mismo contexto, en el versículo 21, Pedro dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?”, lo cual indica la clase de ofensa que el Señor Jesús estaba enseñando a corregir.  Los apóstoles Pedro y Mateo, que testifican del sentido de este pasaje.

Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mat. 5:23-24)

La reprensión pública

Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman (1 Tim. 5:19,20)

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?  (Gal. 2:11-14).

de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar (1 Tim. 1:20).

La disciplina en la iglesia local

el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús (1 Cor. 5:5; 2 Tes. 3:6,14).

El señalamiento público de un pecado público

Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos (Rom. 16:17,18).

El caso de Apolos

Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más exactamente el camino de Dios (Hech. 18:24-26).

Apolos había sido instruido en el “camino del Señor”, pero no sabía que el plan eterno de salvación ya había sido consumado en Cristo. En otras palabras, Apolos exponía con precisión las profecías del Antiguo Testamento avivando en los corazones la esperanza mesiánica, aunque solamente conocía el bautismo de Juan. Apolos no enseñó error doctrinal, no torció el sentido de las sagradas Escrituras, ni exhibió mal carácter. Su problema fue la limitación de conocimiento, la ignorancia de la gran salvación que fue anunciada por Cristo y sus apóstoles (cf. Heb. 2:3,4). Entonces, la exposición de Priscila y Aquila corrigieron tal ignorancia.

Así como en Judea, Juan el bautizador preparaba el camino para el Señor Jesús, en Éfeso, Apolos preparaba el camino para el apóstol Pablo (Hech. 19:8-20).

Conclusión

Son varios los escenarios bíblicos de corrección que enseña el Nuevo Testamento. La corrección privada es una manera de procurar la salvación del hermano en pecado, pero no es la única.

Cuando la corrección no logra la salvación del hermano en pecado, siempre previene que la levadura leude la masa (cf. 1 Cor. 5:8; Gal. 5:9).