Por Josué I. Hernández
No podremos quitarnos de encima las grandes preguntas que
guardan relación con la existencia, el propósito, el significado y el destino;
y así como el teísmo ha de presentar sus razones, también lo ha de hacer su
contraparte, el ateísmo. Es decir, no basta con afirmar "Dios no
existe", han de exponerse las líneas deductivas por las cuales se llega a
semejante conclusión.
El ateísmo afirma mucho, y no ofrece argumentos convincentes
para ello (¿Cuál es la evidencia que nos permite creer que el ateísmo es
cierto?). Ahora bien, en mi opinión, hay buenas razones para creer que Dios sí
existe, y no hay buenas razones para creer al contrario. Es más, debo
admitirlo, es mi firme convicción que Dios existe, pues veo que hay razones
lógicas y totalmente razonables para creer así.
Sea como fuere que observemos la realidad física, podemos
admitir con total libertad que ningún elemento de ella puede explicar en sí
mismo su propio origen. Es decir, al tomar el universo físico y desmenuzarlo
hasta sus componentes más básicos y diminutos, siempre quedamos con una entidad
física o cuantitativa que no posee una razón de su propia existencia en sí
misma. El universo no halla en sí mismo su propio origen. La causa queda fuera
del universo, es anterior a él. Lo cual significa que la causa del universo no
es física, sino espiritual, y es superior al propio universo.
Luego, al observar nuestro derredor nos encontramos con
información, con tanta información que no puede ser etiquetada como aleatoria.
Y bien sabemos que donde encontramos información, hay una mente que la dispuso
en una secuencia lógica para nosotros. La información de una enciclopedia no se
produce a sí misma. El Quijote de la Mancha no fue impreso por la explosión de
una imprenta. Este artículo es el fruto de una mente. Si tomamos solamente
nuestro ADN nos asombramos con la información allí dispuesta para posibilitar
la vida humana. La inteligibilidad del universo asume una mente previa, una
mente sobrehumana.
Por lo tanto, nos encontramos con una causa no física, que
es externa al universo y superior a él. Ha de ser una causa eterna, no sujeta a
tiempo/espacio, quien es la causa intelectual de nuestra existencia, una mente
creadora sobre humana, divina, Dios.