“Amados, no creáis a todo
espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos
profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1)
Por Josué I. Hernández
Esta advertencia del apóstol Juan quedó registrada para que nosotros no creamos a todo aquel que dice llevar un mensaje de Dios. Claramente, hay “muchos falsos profetas” que enseñan cosas que están mal y que
conducen a las almas a la condenación eterna. Por lo tanto, debemos someter a
prueba “a los espíritus”
identificando a los falsos maestros que estén entre nosotros. Para lograr esto,
es importante saber cómo identificar a tales individuos.
Métodos
errados para identificar a los falsos maestros
La sinceridad. El hecho de que alguno sea una persona
sincera, no significa que no pueda a la vez ser un falso maestro. Mucha gente
sinceramente dice y hace cosas que están mal, a la vez que creen que ellos están
en lo correcto. Por ejemplo, Saulo creía que estaba en lo correcto
cuando perseguía a la iglesia, a la vez que fue un violento perseguidor (Hech.
23:1; 26:9-11). Por lo tanto, alguno puede ser un sincero falso maestro.
Las motivaciones. Las razones por las cuales alguno
enseñe algo son irrelevantes para determinar si el tal es, o no, un falso
maestro. Por ejemplo, en la epístola del apóstol Pablo a los filipenses,
podemos leer de dos tipos de maestros: Los que predican por envidia y
rivalidad, y los que predican de buena voluntad (Fil. 1:15). Pablo se alegró de
que Cristo era anunciado (Fil. 1:18), a pesar de que algunos lo hacían con
motivaciones incorrectas. Por lo tanto, las razones mismas no son el factor
determinante para reconocer a quien sea, o no, un falso maestro.
La apariencia. Uno
de los grandes esfuerzos del apóstol Pablo fue el privar de oportunidades a
aquellos que eran “falsos apóstoles”
(2 Cor. 11:12,13), servidores de Satanás que se disfrazaban como ministros de
justicia (2 Cor. 11:15). Por lo tanto, alguno podría parecer un seguidor de
Dios, a la vez que es un falso maestro.
El celo. Jesús condenó a los escribas y fariseos por
sus muchas faltas (Mat. 23:1-33). Específicamente, refiriéndose a su celo para
la conversión de los gentiles, para lo cual recorrían mar y tierra para hacer
un prosélito (Mat. 23:15), Cristo les dijo que hacían de este prosélito dos
veces más hijo del infierno que ellos mismos (Mat. 23:15). Por lo tanto, alguno
puede ser un falso maestro a pesar de su celo en la conversión de otros.
Entonces,
¿cómo identificar a un falso maestro?
Según hemos visto,
alguno podría ser sincero, tener buenas razones, parecer un servidor de Cristo,
e incluso, ser sumamente celoso en la evangelización, y a pesar de todo
aquello, ser un falso maestro. Entonces, la pregunta lógica es la siguiente:
¿cómo podemos identificar a un falso maestro?
La única manera de
determinar quién es un falso maestro es por su mensaje. Cuando Juan expresó el
mandamiento de probar los espíritus (1 Jn. 4:1), también proporcionó la regla
objetiva que utilizar para distinguir entre el espíritu de verdad y el espíritu
de error (1 Jn. 4:6).
Juan escribió por
el Espíritu, “Nosotros somos de Dios; el
que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos
el espíritu de verdad y el espíritu de error” (1 Jn. 4:6). Al
observar los pronombres y sus antecedentes, vemos que Juan hace una diferencia,
en el contexto, entre “vosotros”
(4:4), “Ellos” (4:5), y “Nosotros” (4:6). Los “Nosotros” del contexto son los apóstoles
de Cristo (cf. 1 Jn. 1:1-4), sus embajadores a todo el mundo (cf. Mat.
28:18-20; 2 Cor. 5:20; Hech. 1:8; 26:16-18).
El espíritu de
verdad se distingue del espíritu de error (1 Jn. 4:6) por su reacción ante la
doctrina de los apóstoles de Cristo (cf. Hech. 2:42). El que anda en la verdad
es aquel que habla conforme a las palabras de Dios (1 Ped. 4:11) perseverando
en la doctrina de Cristo (2 Jn. 9-11).
No hay otra norma
para poner a prueba los espíritus si son, o no, de Dios, aparte de la palabra
de Dios. El ejemplo de los bereanos es elocuente para establecer esto (Hech.
17:11). Ellos no aceptaron el mensaje de Pablo debido a la sinceridad y celo
evangelístico del apóstol, ni siquiera se dejaron llevar por los buenos motivos
que él aparentaba. Muchos falsos maestros pasan esta prueba, sin embargo,
ningún falso maestro puede soportar el escrutinio objetivo en base a la bendita palabra de Dios
Conclusión
Tenemos
la responsabilidad de probar los espíritus, y para ello debemos saltar los
parámetros personales que nos distraen de cumplir este deber. La sinceridad,
motivación, apariencia, y celo de alguno, son insuficientes para determinar si
alguno es, o no, un falso maestro.
Alguno puede parecer sincero, celoso en la evangelización, incluso,
puede ser simpático y generoso, y a pesar de todo aquello ser un falso maestro
instrumento de Satanás.
Debemos
examinar el mensaje que nos predican, no la personalidad de quienes predican el
mensaje. Si después del examen de su predicación, vemos que su mensaje es
bíblico, entonces lo aceptaremos, apoyaremos y recibiremos. No obstante, si su
mensaje es falso, entonces no lo aceptaremos, ni lo recibiremos (cf. 2 Jn. 10).
Como Pablo dijo a los tesalonicenses, “Examinadlo
todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal” (1 Tes. 5:21,22).