Por Wayne Partain
“HEIS, uno … metafóricamente, se emplea de unión y concordia,
p.e., Jn 10:30 … 17:21, 22” (Diccionario, W. E. Vine).
Juan 17:21, para que todos sean uno (Hech. 4:32,
"de un corazón y un alma"; Efes. 4:3-6 en "una fe");
como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti -- El Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo están perfectamente unidos en el mismo propósito en la misma
obra. 8:19; 14:7 (los que conocen a Cristo conocen también al Padre); 12:45;
14:9 (los que vieron a Cristo vieron al Padre); 12:44 (los que creen en Cristo
creen también en el Padre); 14:21-24 (los que aman a Cristo aman al Padre);
13:20 (los que reciben a Cristo reciben al Padre); 5:23 (los que honran a
Cristo honran al Padre); 15:23 (los que rechazan a Cristo rechazan al Padre).
-- que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú
me enviaste. -- ¿Ruega Jesús solamente por
la unidad de sus discípulos entre sí? No, sino que seamos uno en
el Padre y en el Hijo. Muchos grupos están unidos entre sí, y se jactan de esa
"unidad", pero la oración de Jesús no tiene nada que ver con la
unidad de religiones humanas.
El ser uno en el Padre y en el Hijo requiere la sumisión a la enseñanza
de Cristo y los apóstoles que está registrada en los
veintisiete libros del Nuevo Testamento, es decir, no solamente la
enseñanza acerca de Cristo en Mateo, Marcos, Lucas y Juan,
sino también la enseñanza de El en esos libros, y la de los
apóstoles inspirados en Hechos de los Apóstoles y en las epístolas y en el
Apocalipsis (1 Cor. 2:11-13; 2 Ped. 3:1; 1 Jn. 4:6). Los que se apartan de la
verdad se apartan de Dios y también de los discípulos fieles. Cuando los
discípulos de Cristo se extravían y no perseveran en la doctrina de Cristo (2
Jn. 9), se alejan de Dios, e ineludiblemente se alejan los unos de los otros y,
al hacerlo, ya no promueven la causa de Cristo, sino la causa de Satanás.
Pablo explica cómo evitar y cómo corregir la división: "cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros,
la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra
de Dios" (1 Tes. 2:13); "que habléis todos una misma cosa" (1 Cor.
1:10); "Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la
paz; un cuerpo, y un Espíritu ... una misma esperanza ... un Señor, una fe, un
bautismo, un Dios y Padre" (Efes. 4:3-6).
Cristo no oró por la unión de las muchas denominaciones porque éstas son iglesias establecidas por los hombres. Son humanas en
todo sentido: en nombre, en organización, en doctrina, en culto y en propósito
(obra). En realidad los fundadores y proponentes de tales iglesias ni siquiera
buscan la unidad. No creen que sea posible ni deseable. Cada religión defiende
su derecho de existir y de trabajar para su crecimiento. No creen
que la doctrina sea la base de la unidad, y creen que su organización
eclesiástica es cosa insignificante. En cuanto al culto creen que hay completa
flexibilidad y libertad, pues todo grupo simplemente hace lo que agrade a sus
feligreses y lo que les pueda ayudar a ganar más miembros. La religión más
popular del tiempo moderno es el pentecostalismo, porque su llamado "culto"
es nada más una libre expresión de las emociones. La oración de Jesús en este
capítulo no tiene nada que ver con la supuesta unidad de tales grupos.
Muchos religiosos -- hasta miembros de la iglesia del Señor -- dicen
que la doctrina no es la base de la unidad. Entonces, si la base de la
unidad no es la doctrina de Cristo, entonces la unidad no tiene base. Si no
importan las diferencias en cuanto al plan de salvación, el culto, la
organización y la obra de la iglesia y otras doctrinas semejantes, ¿qué cosas
tendrán importancia? Puesto que la unidad tiene que ver con la comunión,
¿en qué otras cosas habrá comunión? La verdad es que precisamente en estas
cosas (la doctrina, el culto, la organización y la obra de la iglesia) debe
haber unidad, pero no puede haber unidad entre las denominaciones porque
rechazan esta base bíblica. Tampoco puede haber comunión con hermanos que
enseñen error doctrinal.
Pero la oración de Jesús sí tiene que ver con la necesidad de unidad
entre los miembros de la iglesia de Cristo. Durante
los pocos años del ministerio de este servidor ha habido divisiones amargas
causadas por la enseñanza de las doctrinas y mandamientos de los hombres: p.
ej., (1) el establecimiento de instituciones e "iglesias
patrocinadoras" que se encargan del dinero de muchas (potencialmente
todas) las congregaciones para hacer obras de edificación, evangelismo y
benevolencia; (2) varios aspectos del calvinismo con respecto al pecado y al
plan de salvación; (3) el llamado "individualismo" que niega la existencia
de la iglesia local; (4) la doctrina de que el adulterio mencionado por Cristo
en Mat. 19:9 no es sexual, sino sólo los trámites legales para divorciarse y
volver a casarse; (5) la doctrina de que al venir al mundo Cristo se despojó a
sí mismo de sus atributos divinos (o del uso de ellos); y (6) la doctrina de
que los días de Génesis 1 son períodos largos (edades geológicas) de millones
de años. Todos estos errores afectan la comunión y causan divisiones en la
iglesia.
Los hermanos liberales son los que no
respetan la autoridad de Cristo y los apóstoles con respecto a la naturaleza,
organización y obra de la iglesia y otras prácticas (no conservan el patrón
apostólico, 2 Tim. 1:13). Es triste leer los comentarios de estos mismos
hermanos acerca de la división: p. ej., "Es precisamente en la cuestión de
división que la iglesia de Dios está más indefensa en el tiempo presente.
Ninguna cosa produce más infidelidad e injusticia que las doctrinas
conflictivas de los profesados seguidores de Cristo. Por medio de multiplicar
las divisiones, Satanás ha evitado que innumerables millones obedezcan al
evangelio" (James Burton Coffman). "El espíritu de esta oración es
totalmente ajeno al espíritu faccioso que frecuentemente caracteriza a los
miembros de la iglesia; y los que promueven partidos, facciones y divisiones en
el cuerpo del Señor son culpables de pecado grave ... Dos de las cinco
peticiones son por la unidad del pueblo del Señor, y mientras que las
divisiones que ahora desgarran el cuerpo de Cristo evitan la consumación de su
sincero deseo para su pueblo, esperemos y oremos y trabajemos con el fin de que
todos los que lleven el nombre de Cristo algún día puedan ser uno y que todos
los cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones, con toda la rivalidad y
amargura, terminen para siempre, y que los que profesan ser sus seguidores
¡manifiesten delante del mundo la bendita unidad por la cual El oró!" El
autor de esta última cita (Guy N. Woods) era el campeón, el
debatista principal, que por muchos años defendió las innovaciones principales
-- la "iglesia patrocinadora" y las instituciones de la iglesia --
que causaron tantos "cismas, divisiones, contenciones, enajenaciones ... y
amargura" entre hermanos.
Aparte de las divisiones causadas por el error doctrinal, también
ha habido muchas divisiones a causa de la carnalidad de los
miembros (1 Cor. 3:1-4). Las obras de la carne (Gál. 5:19-21) no
solamente destruyen la unidad de la iglesia, sino también a la
iglesia misma: "acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho
antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios".
La unidad es uno de los temas dominantes de las epístolas (p. ej., Rom. 12:16;
Efes. 2:16; Fil. 1:27; 2:1-4). En Hechos de los Apóstoles Lucas describe la
unidad que existió entre los apóstoles y otros discípulos (1:14; 2:1, 46; 2:46;
4:32).