Dios nos habla por medio de su palabra, no por medio de las circunstancias


“no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:18)

Por Josué I. Hernández

Es muy importante interpretar las sagradas Escrituras y no las circunstancias para determinar cuál será nuestro proceder. Es la Biblia el libro por medio del cual Dios nos habla (Heb. 1:1,2) y la que determina lo correcto e incorrecto, pero las circunstancias no lo pueden hacer. 
La ética situacional, por construcciones culturales o circunstanciales, y en constante evolución, no es base de moralidad. Podemos hacer lo que queramos con nuestra vida, pero no podemos escoger las consecuencias de nuestros hechos, esto lo hace Dios (cf. Gal. 6:7). Podemos discernir entre el bien y el mal y escoger entre los dos, pero no podemos determinar la moralidad (Jer. 10:23; Prov. 14:12). Por lo tanto, lo que otros hagan, o lo que suceda en derredor no será indicador necesario de lo que debamos hacer, o no.
En fin, Dios nos habla por medio de su palabra y no por las circunstancias. A veces las circunstancias dicen algo contrario a las sagradas Escrituras, pero debemos enseñorearnos de las circunstancias y vivir por fe. Las circunstancias no debe determinar lo que hacemos y somos.
La fe viene por la palabra de Dios (cf. Hech. 15:7;  Rom 10:17), no por lo que sucede en derredor. La fe es la certeza y la convicción de cosas no vistas (Heb. 11:1), de cosas invisibles al presente de los ojos (2 Cor. 5:7). 
Dios obra en su providencia, pero no escogió hablarnos por ella a través de las situaciones del diario vivir. Sólo la Escritura es inspirada por Dios (2 Tim. 3:16,17), las circunstancias no son inspiradas. Es más, no todo lo que “sucede” debió ser así. Muchas de las “cosas que pasan” son consecuencias de los hechos de otros, sin embargo, tales cosas pudieron ser diferentes.


En conclusión, siempre escogemos entre “ver para creer” o “creer para ver” (Jn. 11:40; 20:29), esta es la diferencia básica entre las dos clases de persona que hay delante de Dios. “…bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Los que procuran ver para creer, comúnmente actúan en base a las circunstancias, los hombres y mujeres de fe, actúan en base a la palabra de Dios, la Biblia.

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