Por Josué I. Hernández
Los pecadores siempre están tratando de
borrar la distinción entre lo correcto y lo incorrecto. Esto no es algo nuevo
en la historia (Prov. 17:15; Is. 5:20; Ez. 13:22), y es algo sobresaliente en
nuestra cultura con temas tales como el aborto, donde la mayoría ejerce su
poder, a pesar del derecho constitucional por la vida.
Obviamente, con una cosmovisión bíblica, lo
correcto e incorrecto no están determinados por la mayoría de alguna
“democracia”. Es más, muchas veces el proceder de “la mayoría” puede
convertirse en una suerte de agresiva “dictadura”, a pesar de pretenderse como
una acción democrática.
Sin embargo, lo correcto y lo incorrecto
existen porque Dios existe. Dios es la fuente de la moralidad (1 Ped. 1:15,16).
Hay buenas razones para creer en la
existencia de Dios, así como hay buenas razones para creer que la Biblia es su
palabra. Debido a lo anterior, con la Biblia abierta podemos afirmar lo
siguiente:
- Jesucristo tiene toda autoridad (Mat. 28:18) y él es el Señor (Hech. 2:36; Fil. 2:10,11). Por lo tanto, el ser humano no puede ser señor de su camino (Jer. 10:23).
- Lo malo afirmado mil veces no se convierte en algo bueno (cf. Ex. 23:2; Mat. 7:13,14).
- La mayoría siempre ha estado equivocada, y ha seguido el camino equivocado (Gen. 6:5-8; Mat. 24:37-39; Luc. 17:28,29). La verdad de Dios nunca ha sido popular, sin embargo, es poderosa (Jn. 8:32; 17:17).