Por Josué I. Hernández
El apóstol
Pablo dijo: “Pero gran ganancia es la
piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y
sin duda nada podremos sacar” (1 Tim. 6:6,7). En el contexto, él está discutiendo
acerca de las cosas materiales, la necesidad del contentamiento con lo que
poseemos, y las trampas por amar el dinero (1 Tim. 6:6-10).
Así como no
trajimos nada al mundo, nada nos llevaremos. Entonces, todas las posesiones que
nos rodean y distraen, son básicamente eso, una distracción de lo que realmente
importa. Ciertamente, debemos ser responsables y trabajar duro, para proveer
para nuestra familia (1 Tes. 4:11,12; 1 Tim. 5:8) y ayudar a los necesitados (Ef.
4:28). Sin embargo, nada material nos llevaremos de este mundo con nosotros, o
sobrevivirá más allá, en la eternidad (cf. 2 Ped. 3:10-12).
Entonces,
¿cuál debe ser nuestra prioridad? Lo único no material que teníamos al comenzar
a existir en este mundo fue nuestra alma, o espíritu, es decir, la persona
interior (2 Cor. 4:16; Sant. 2:26). Nuestro propio cuerpo es temporal, y de
este mundo. Por lo tanto, nuestro enfoque debe ser espiritual, ya que al partir
de este mundo, todo quedará atrás, y sólo nuestra persona interior enfrentará
la eternidad con un cuerpo preparado para esto (1 Cor. 15:35-49).
Cristo dijo: “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si
ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por
su alma?” (Mat. 16:26).