Por Josué I. Hernández
Creo
que todos podemos estar de acuerdo con esto. Necesitamos paciencia, siempre,
todos los días, ya sea que seamos padres, empleados, propietarios, amigos, o
incluso, niños. Necesitamos paciencia.
Santiago
nos anima en este asunto con tres ejemplos: “Por
tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de
la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la
tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque
la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para
que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. Hermanos
míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por
bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor,
que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Sant. 5:7-11, énfasis mío).
El agricultor,
representa los desafíos que enfrentamos en la vida cotidiana. Prepara y
siembra, y espera una buena temporada. Él sabe que debe esperar, dependiendo en
gran medida de la bendición del Señor para una buena cosecha.
Todos debemos
ser como el agricultor. Aunque la mayoría de las cosas que nos rodean no las
podemos controlar, debemos dar nuestro mayor esfuerzo en el diario vivir, cumplir
el trabajo, y confiar el futuro a Dios.
Los
profetas son un ejemplo de sufrimiento por la verdad, debido a la persecución.
Ellos predicaban con amor y firmeza al pueblo, y fueron odiados por esto. Sin
embargo, los profetas continuaron exponiendo la verdad, y pusieron su esperanza
en Dios. Cuando nos fijamos en ellos, y en todo lo que soportaron, y como
perseveraron hasta el amargo final, los admiramos.
Aquellos que
desean vivir piadosamente en Cristo, serán rechazados (2 Tim. 3:12), y los que
desmayen en el día de la tribulación no serán aprobados. Más bien, los
perseveren en lo bueno, a pesar de la persecución, serán aprobados y
bendecidos. Debemos poner nuestra fe en Dios mientras sufrimos por su causa,
esto nos proporcionará la paciencia.
Job
se destaca como alguien que soportó duras dificultades en la vida. Perdió sus
posesiones, su familia, y por último, su salud. El apoyo de su esposa y amigos
era inexistente. Aun así, Job se entregó en las manos de Dios.
Vamos a sufrir
la pérdida, de bienes materiales, de seres queridos, e incluso, del bienestar
físico. Es más, sufriremos la pérdida del apoyo moral. En esos momentos,
nuestra paciencia será severamente probada. Sin embargo, al igual que Job,
podremos salir adelante con el poder de Dios. ¿Podría usted decir que ha
sufrido como Job? Yo no.
Cuando
ataque Satanás, suceda lo que sucediere, aunque perdamos todo lo que amamos y
por lo que hemos trabajado con tanto empeño, si nuestra fe está anclada en
Dios, habrá bendiciones del Todopoderoso. A él sea la gloria.
Para
asegurar las bendiciones divinas, debemos obedecer el evangelio (cf. Rom. 2:8; 10:16),
de esta manera, por la paciencia y la consolación de las Escrituras tendremos
esperanza (Rom. 15:4). ¿Ha obedecido usted el evangelio?