Ganar, vencer, triunfar


Por Josué I. Hernández


“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Rom. 8:37). “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).

         Queremos ser ganadores, y no perdedores. Fácilmente nos abrumamos por ganar, vencer, triunfar. Sin embargo, tal cosa no siempre ocurre en todas las empresas en las que nos involucramos. Algunas veces perdemos.
Por otro lado, muchas veces podemos sacar grandes lecciones de la pérdida. El perder puede ayudarnos a construir nuestro carácter. No obstante, hay un área en la que ser un “perdedor” no es bueno, me refiero a lo concerniente a nuestra relación con Dios. Perder las bendiciones en Cristo es desaprovechar la vida (Col. 2:10), y perder el alma es la más grande pérdida que alguno pueda sufrir, y de la cual jamás podrá recuperarse. Cristo dijo: “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mat. 16:26).

En el día final habrá sólo dos clases de personas, los ganadores y los perdedores. Tal pérdida será eterna y definitiva. Dios y los que están con él, ganarán. Satanás y los que están con él, perderán.
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Jn. 4:4).
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn. 5:4).
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles” (Apoc. 17:14).
“para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:10,11).

La conclusión está determinada. El final está resuelto. Es sólo cuestión de tiempo. En algún momento, el Señor llevará a éste mundo a su fin, y separará a los ganadores de los perdedores.
No hay pretexto que justifique una pérdida eterna (Mat. 16:26). Dios procura nuestra salvación (1 Tim. 2:4; 2 Ped. 3:9) y ha revelado el camino para que podamos vencer mediante la palabra de su Hijo (Rom. 1:16). Podemos entender el evangelio y vencer por él (Heb. 5:9). Está garantizada la victoria para todos los que hacen la voluntad de Cristo (2 Tes. 1:7-10).


Amigo lector, ¿es usted un "ganador" o un "perdedor"?

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