“Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos”


Por Josué I. Hernández


         Jacobo y Juan fueron quienes pronunciaron estas palabras (Mar. 10:35). Ellos querían que el Señor les otorgara posiciones de poder en el reino venidero (Mar. 10:37; Mat. 20:21). Entonces, el Señor les preguntó si estaban dispuestos a seguirle y pagar el precio por ello, y ellos contestaron afirmativamente (Mar. 10:39). Luego de la amonestación pertinente, por su ambición carnal, el Señor les enseñó lo que es realmente la verdadera grandeza en el reino (Mar. 10:41-44). Si deseaban ser grandes en el reino, debían aprender a ser siervos “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (10:45).

         Hay una lección para todos nosotros en la petición de Jacobo y Juan. Motivados por la ambición de poder, ellos dijeron: “querríamos que nos hagas lo que pidiéremos”.  
Es tan fácil se egocéntricos y preguntar, “¿qué hay para mí?”. Y no es fácil aquella disposición mansa y humilde, “Señor, ayúdame a comprender y hacer lo que tú quieres que yo haga”.
         Algunas personas quieren que el Señor les ayude a ganar la lotería, o algún evento deportivo. Otros quieren que el Señor los salve a su manera. Muchos quieren que el Señor reciba su adoración de la manera en que la ofrecen. Esta actitud es simplemente inaceptable para el Señor. Él dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Luc. 9:23). Debemos oír la voz de Cristo (Mat. 17:5; Heb. 1:1,2). Él es nuestro Maestro y Señor (Mat. 28:18-20).


         Jacobo y Juan fueron bendecidos cuando se sometieron a la voluntad del Señor. Seremos bendecidos de la misma manera, cuando dejemos de exigir que se haga nuestra voluntad, y obedezcamos de corazón la voluntad de Cristo.

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