Por Josué I. Hernández
El hombre y la
mujer fueron creados desnudos (Gen. 2:22-25), este hecho es admitido por todos
los estudiantes de la Biblia, Adán y Eva no utilizaban ropa. Fue Dios quien
impuso que ellos se vistieran. Luego de su pecado, Dios cubrió con “túnicas” lo que sería malo que ellos
descubrieran (Túnica: Manto amplio y largo, que cubre como mínimo desde la zona
del cuello hasta las rodillas). Adán y Eva habían intentado desesperadamente
cubrirse, y no pudieron; los improvisados “delantales” (Gen. 3:7-11) que
confeccionaron con hojas de higuera, aún descubrían su desnudez y ellos lo sabían
(Delantal: Faja que cubre la sección media del cuerpo).
Dios cubrió en
Adán y Eva la desnudez de sus cuerpos, y de ahí en adelante, la desnudez
tendría una connotación sexual (cf. Lev. 18).
Entonces, la
razón por la cual Dios los vistió se debe a que ellos entendieron la naturaleza
sexual que Dios impuso a la desnudez. Comieron del “árbol de la ciencia del bien y del mal” (Gen. 2:15-17; 3:1-6) y al
comer de éste árbol fueron abiertos sus ojos del entendimiento (Gen. 3:5,7).
Este acontecimiento “representa un
milagro repentino… recibieron una percepción instantánea. Vieron y conocieron”
(Comentario Bíblico MOODY). Este conocimiento provino de Dios. Recordemos que
el “árbol de la ciencia del bien y del
mal” fue creado por Dios (Gen. 2:9).
La reacción de
Adán y Eva por cubrirse tan desesperadamente, da a conocer el reflejo de la
voluntad de Dios que habían adquirido, perdiendo la inocencia, entraron en el
ámbito de lo bueno y de lo malo. Todo lo que hicieran desde ahí en adelante
estaría en el ámbito de lo correcto y lo incorrecto. En cuanto a la desnudez
habitual, ésta sería algo malo, ya no podrían vivir desnudos como antes lo
habían estado. Desde aquel entonces la desnudez tendría una connotación sexual.
A la luz de
las Escrituras, y por lo tanto, en el plan de Dios, la ropa tiene un propósito,
y éste es cubrir el cuerpo, es decir, tapar la desnudez (Gen. 3:21). Por lo
tanto, toda prenda de vestir que no “viste”, no está fabricada con el propósito
que Dios demanda para la “ropa” (1 Tim. 2:9; Gen. 3:21; Jn. 21:7; considérese
Apoc. 3:18). Sin embargo, muchos pecan usando vestuario que no cubre, sino que
descubre sus cuerpos. Incluso, algunos llamados “cristianos” visten como
verdaderos mundanos, y las excusas son pocas.
Todo corazón
sincero reconocerá que la ropa inmodesta está confeccionada con la intención de
“tentar” al sexo opuesto, de captar miradas, flirtear (“flirt” = “coquetear”),
atraer, seducir. La mayoría de las personas que utiliza ropa inmodesta
reconocerá que lo hace para llamar la atención a una parte determinada de su
cuerpo, y no sólo para cubrir y adornar su cuerpo (cf. 1 Tim. 2:9).
No solamente a
las mujeres de la actualidad acostumbran la inmodestia al vestirse, los hombres
también lo hacen. Ambos pecan siguiendo la corriente de la moda.
La “moda” o
“tendencia” de vestuario para la mujer, consiste en: Faldas cortas y/o
apretadas, pantalones apretados que descubren el trasero y los muslos, blusas y
poleras que descubren los pechos y el estómago, atuendos con transparencias,
atuendos apretados que son como una segunda piel, etc. Obviamente, la falda en
sí no es la solución frente al pantalón. La solución es un cambio en el corazón
por el evangelio de Cristo. La Biblia no condena el pantalón a favor de la
falda, la Biblia condena la inmodestia al
vestir.
La “moda” para
el hombre consiste en: Pantalones apretados, pantalones que se usan bajo la
cintura y descubren los calzoncillos o el trasero, poleras y camisas con
transparencias, camisas abiertas para mostrar el pecho, etc.
Dios sabe lo
que necesitamos. Y lo que necesitamos es “ropa” adecuada que cubra nuestra
desnudez. Dios nos ha provisto del conocimiento para saber cómo cubrirnos, y no
hay pretexto para alegar inocencia. Sin embargo, los argumentos en contra de lo
que enseñan las sagradas Escrituras acerca del vestuario son meras excusas, una
oposición por rebeldía. Simplemente, muchos quieren andar desnudos o mirando la
desnudez. Pero, no podemos agradar a un Dios santo si no somos santos en “toda” nuestra manera de vivir (cf. 1
Ped. 1:15).
¿Se viste
usted correctamente para cubrir su cuerpo? ¿Procura agradar a Dios con su
manera de vestir?
Por último,
mientras nos vestimos con buenas obras (1 Tim. 2:10; 1 Ped. 3:4), hay una
“ropa” muy necesaria que debemos procurar, y es la vestidura para nuestra
persona interior, el cuerpo incorruptible para la eternidad con Dios en el
cielo (2 Cor. 5:2-4). ¿La está procurando usted? ¿Está viviendo como queriendo
ir al cielo?