Por Josué I. Hernández
Todo tiempo
festivo es un tiempo peligroso por el uso que de él hacen los pecadores del mundo; se
peca mucho en tales días de relajamiento moral (fin de año, vacaciones de
verano, fiestas patrias, etc.). Por lo general,
en tales fechas hay más dinero, y mayores tentaciones para pecar. Y debido a
los deseos desordenados del mal corazón, el dinero se enfoca en “vicios”. Y aunque el dinero es amoral, es decir,
no es malo en sí mismo, por lo general en los días festivos el dinero se usa
para malos propósitos.
Cuando hablamos de “vicios” nos referimos a toda
práctica y hábito pecaminoso que engaña al pecador con deleites temporales esclavizándolo (Heb. 3:13; 11:25; 2 Tim. 2:26). Jesucristo dijo, “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Jn. 8:34). Los pecadores están habituados a cierta conducta, y los vicios son parte de esa manera de vivir (cf. Ef. 2:2,3).
La gente del mundo, reconoce ciertos hábitos como
“vicios”, pero al no someterse a la autoridad de la Biblia, no tienen algún estándar moral para restringir estos pecados. Los pueden tildar de “poco deseables” o
“no recomendables”, pero no los pueden condenar. Sin embargo, Dios los condena.
Podemos leer catálogos de pecados que bien describen a
nuestra sociedad en Romanos 1:29-32; 1 Corintios 6:9,10; Gálatas 5:19-21. El lector hará bien en buscar estos pasajes y leerlos con detención.
A pesar de que
muchos tienen comezón de oír la sana doctrina. Es nuestro deber predicar todo
el consejo de Dios (Hech. 20:27) y reprender las obras infructuosas de las
tinieblas (Ef. 5:11), sin dejar de enfatizar que en Cristo hay esperanza, que en él hay solución.
Jesucristo vino del cielo para liberarnos, santificarnos y redimirnos (Jn. 8:32; Ef. 1:7). Él llama a los cansados y trabajados para darles descanso espiritual (Mat. 11:28-30).
