Por Josué I. Hernández
Todo tiempo
festivo es un tiempo peligroso por el uso que de él hace el hombre carnal; se
peca mucho en tales días de relajamiento moral (fin de año, vacaciones de
verano, fiestas patrias, etc.).
Por lo general,
en tales fechas hay más dinero, y mayores tentaciones para pecar. Y debido a
los deseos desordenados del mal corazón, el dinero da la oportunidad de
satisfacer los “vicios” más morbosos. Y aunque el dinero es amoral, es decir,
no es malo en sí mismo, por lo general en los días festivos el dinero se usa
para malos propósitos.
Vicio es la
“Disposición habitual al mal. Costumbre o apetito morboso, pero que produce
placer. Mala costumbre o hábito contrario a las normas de la buena educación”
(Larousse).
Como
cristianos y a la luz de las Escrituras podemos afirmar que vicio es toda
práctica y hábito pecaminoso. La gente del mundo, reconoce ciertos hábitos como
“vicios”, pero al no someterse a la autoridad de la Biblia, no tienen autoridad
moral para restringir estos pecados. Los pueden tildar de “poco deseables” o
“no recomendables” pero no los pueden señalar como “pecados”. Sin embargo, se
“sabe” que estos hábitos han causado mucho daño a los individuos que los
practican y a la sociedad.
Estos vicios y
malas costumbres pecaminosas, florecen en la época de la primavera. Algunos
pecados propios de ésta época son: Ropa inmodesta, baile moderno, palabras
groseras, comer en exceso, consumo de bebidas alcohólicas, fumar cigarrillos,
usar de marihuana y otras drogas, fornicar, consumir pornografía, apostar en
los juegos de azar, etc. Podemos leer catálogos de pecados que bien describen a
nuestra sociedad en Romanos 1:29-32; 1 Corintios 6:9,10; Gálatas 5:19-21.
A pesar de que
muchos tienen comezón de oír la sana doctrina. Es nuestro deber predicar todo
el consejo de Dios (Hech. 20:27) y reprender las obras infructuosas de las
tinieblas (Ef. 5:11).