Por Wayne Partain
Introducción.
A. Algunas definiciones: El estudio provechoso de la Palabra
requiere una comprensión adecuada del significado de la inferencia
necesaria. Citamos las siguientes definiciones de Larousse: (1) Inferir:
sacar una consecuencia de una cosa. (2) Inferencia: ilación, consecuencia. (3)
Consecuencia: proposición que se deduce de otra. (4) Deducir: sacar
consecuencias: deduzco de, o por, lo que acabo de oír que es inútil que
vayamos. (5) Deducción: acción de deducir, conclusión. Una
"inferencia", pues, es una consecuencia, una conclusión o deducción,
que se saca de las palabras que no son explícitas. (6) Explicito:
que expresa clara y formalmente. Hay muchas enseñanzas bíblicas que son
"explícitas", es decir, la Biblia las dice en tantas y
cuantas palabras, clara y explícitamente.
B. Por medio de declaraciones explícitas sabemos que Jesús
nació de una virgen, hizo muchos milagros, murió en una cruz romana, fue
sepultado y resucitó al tercer día. La Biblia revela gran parte de la voluntad
de Dios por medio de declaraciones y enseñanzas explícitas. Pero la
Biblia revela muchas otras cosas por medio de declaraciones y enseñanzas
implícitas. Otras definiciones: (7) Implícito: que se incluye en una
proposición sin que haya necesidad de explicarlo. (8) Implicar: envolver,
encerrar; contener, llevar en sí. (9) Implicación: en lógica, relación entre
dos proposiciones de las cuales una es necesariamente consecuencia de la otra;
consecuencia.
C. Tenemos que escudriñar las Escrituras (Hech. 17:11), pensar,
estudiar, y razonar para deducir la voluntad de Dios. La enseñanza de Dios
expresada en muchos textos es obvia y clara porque se expresa en manera
explícita (en tantas y cuantas palabras), pero en muchos otros textos la
enseñanza de Dios se expresa en forma implícita, y la comprensión de tal
enseñanza requiere más estudio, porque tenemos que sacar una conclusión
o consecuencia de lo que se dice. Tenemos que deducir la
enseñanza. Es necesario estudiar el texto para llegar a una conclusión que
expresa correctamente la enseñanza entregada por Dios. Muchos textos implican
(envuelven, encierran, contienen, llevan en sí) alguna enseñanza no expresada
explícitamente; el estudiante sincero buscará la verdad contenida en el texto
aunque no esté expresada en tantas y cuantas palabras.
D. Todos pueden entender la enseñanza implícita de la Biblia. El
mensaje de Dios es razonable, y el hombre tiene la facultad mental para
razonar. El Creador del hombre es el Autor de la Biblia, y el mensaje
de Dios corresponde al hombre creado por Dios. La Biblia contiene la
información, las instrucciones, las promesas y advertencias que el hombre
necesita, pero el hombre tiene que emplear la facultad mental que Dios le da
para entenderlas. Tiene que leer, oír, pensar, estudiar y razonar, para llegar
a las conclusiones correctas en cuanto a lo que Dios enseña.
I. Las señales enseñan
por implicación.
A. Jn. 3:2, dice Nicodemo, "sabemos que has venido de Dios
como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tu
haces, si no está Dios con él". La señal significa ("dice")
algo. Enseña algo, pero no lo hace explícita sino implícitamente.
B. Las obras de Jesús dan testimonio de su Deidad (Juan
5:36). Las señales que hizo dan testimonio de su Deidad. Jn. 20:31,
"Pero estas (señales) se han escrito para que creáis que Jesús es el
Cristo".
C. 1 Cor. 14:22, "Así que, las lenguas son por señal, no a los
creyentes, sino a los incrédulos".
II. Las
parábolas y todo lenguaje figurado enseñan por implicación.
A. Es necesario estudiar con cuidado tal lenguaje para sacar la
inferencia lógica y necesaria que la enseñanza implica.
"Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos,
entendieron que hablaba de ellos" (Mateo 21:45). Lo que Jesús dijo en esa
parábola no fue dicho explícitamente (en tantas y cuantas palabras), sino por
implicación, en lenguaje figurado (una parábola).
B. Cada parábola contiene un mensaje central, y no conviene
"forzarla" a enseñar otra cosa. A veces Jesús explica las parábolas
(véanse Mat. 13:1-9; 18-23; 24-30; 36-43). A veces el contexto hace obvio su
significado (véase Luc. 15:1, 2 y las tres parábolas que siguen). Pero no es
difícil ver la lección central si tenemos los ojos y oídos abiertos (Mat.
13:13-17).
C. Las parábolas y todo lenguaje figurado son enseñanzas por implicación (la
enseñanza no se expresa explícitamente, o sea, en tantas y cuantas palabras).
(Véase el estudio sobre "Lenguaje figurado").
III. Los
profetas (incluyendo el Apocalipsis) enseñan por implicación.
A. El lenguaje profético no es explícito, sino implícito
(tiene que ser interpretado).
B. Las profecías del Antiguo Testamento son citadas por Jesús
y sus discípulos con el propósito de explicar su cumplimiento.
IV. Jesús
enseñaba por implicación.
En el Nuevo Testamento hay muchos ejemplos del lenguaje implícito, es decir,
lenguaje que implica algo en lugar de afirmarlo explícitamente.
Jesús explicaba, razonaba, preguntaba, implicaba y persuadía. El enseñaba por
implicación y el pueblo tenía que escuchar, pensar, razonar y sacar
conclusiones (deducir, inferir) para aprender y apreciar la verdad.
A. Mat. 8:19-22, ¿qué tenía que ver la respuesta de Jesús con lo
que le dijeron? Tenían que pensar y razonar para deducir o inferir lo que les
decía.
B. Mat. 11:2-5, ¿qué tenía que ver la respuesta de Jesús con la
pregunta de Juan? Jesús contestó la pregunta de Juan, pero no dijo en palabras
explícitas que era el Cristo, sino que le habló de las obras que dan testimonio
de El, cumpliendo profecías que hablaban del Mesías. Juan tenía que meditar en
aquellas obras y llegar a la conclusión lógica (inferencia necesaria) de que
Jesús era el Mesías. También nosotros tenemos que hacer lo mismo.
C. Mat. 12:3-5, ¿qué tenía que ver el caso de los sacerdotes y
David con la queja de los judíos? Tenían que escuchar y razonar para llegar a
la conclusión correcta.
D. Mat. 15:10-11, ¿cuál es la enseñanza de Jesús? Pedro no entendió
la implicación de la enseñanza. Jesús empleó esta forma de enseñanza para que
la gente hiciera uso de su facultad mental que Dios les dio (Gén. 1:26).
E. Mat. 16:6, 12, "¿No entendéis aún?" Jesús esperaba que
ellos entendieran la implicación de su enseñanza. Deberían concluir o inferir
la lección. "Entonces entendieron" (ver. 12). Los discípulos tenían
que pensar para aprender que "la levadura de los fariseos
y de los saduceos" quiere decir su enseñanza.
F. Mat. 19:3-6, Jesús afirmó ciertas verdades y esperaba que
la gente sacara la conclusión correcta. Gén. 1:27; 2:24 afirman ciertas
verdades que contestaron la pregunta necia de los fariseos.
G. Mat. 22:29, 31-33, los saduceos eran ignorantes, porque no
sacaban la conclusión correcta de lo que las Escrituras dicen. Para entender la
verdad de lo que Jesús dice en el ver. 32, es necesario fijarse en el tiempo
del verbo (un punto gramatical). No dice que Dios "era" el Dios de
Abraham, sino que "es" el Dios de Abraham; la enseñanza por
implicación es que Abraham aún vivía, y que habrá resurrección de los muertos.
H. Mat. 22:41-45, Jesús les citó un texto y les hizo una pregunta.
¿Cuáles son las implicaciones de lo que les dijo? Afirma tanto la divinidad como
la humanidad de Cristo, pero lo dijo por implicación y no directamente.
I. Luc. 4:25-27, ¿por qué se enojaron los judíos? Tenemos que
estudiar el texto y sacar una conclusión porque ni Jesús ni Lucas nos explican
el asunto. ¿Qué les dijo Jesús? El mensaje de Jesús para ellos fue un
mensaje indirecto, una implicación de que El no tenía nada para
judíos incrédulos, y que los gentiles serían herederos de los beneficios del
reino. Jesús les dijo algo muy ofensivo, pero tenían que deducir el
mensaje. Jesús implicó algo, y ellos entendieron la implicación (sacaron la inferencia
ineludible).
J. Luc. 24:27, ¿qué hacía Jesús? Sacaba conclusiones (inferencias)
del Antiguo Testamento, explicando el cumplimiento de las profecías que
hablaban de El.
K. Luc. 24:1, "El primer día de la semana"; ver.
13, "el mismo día"; ver. 21, "hoy es ya el
tercer día". Conclusión: el "tercer día" (el día en que Jesús
resucitó) era el primer día de la semana y no el sábado como dicen los
"adventistas".
V. La enseñanza
por implicación en Hechos de los Apóstoles.
A. Hech. 8:5, 12, implica que predicar a Cristo
equivale a predicar su nombre y su reino e incluye el mandamiento de bautizarse.
B. Hech. 8:35-37, ¿qué predicó Felipe? predicó el evangelio de
Cristo, pero el texto implica que esa predicación incluye el
bautismo.
C. Hech. 10:28, Pedro explica la visión que recibió, diciendo,
"me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo". No
le dijo en tantas y cuantas palabras, sino que le mostró (le
enseñó por implicación). La visión "decía" algo, pero no en palabras
explícitas. Pedro tuvo que sacar una "inferencia necesaria".
D. Hech. 15. Este capítulo presenta el problema causado por los
judaizantes que querían circuncidar a los conversos gentiles. En esta ocasión
los apóstoles y los ancianos sacaron una conclusión lógica e ineludible; por
eso, fue una inferencia necesaria. Obsérvense los siguientes pasos: (1) el
ver. 6 dice, "se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de
este asunto"; (2) en los vers. 7-11 vemos que Pedro explicó que por su
boca los gentiles oyeron el evangelio, y que Dios no hizo ninguna diferencia
entre los gentiles y los judíos; (3) en el ver. 12 Lucas dice que Pablo y
Bernabé contaron las señales que Dios hizo por medio de ellos entre los
gentiles; y luego (4) Jacobo cita una profecía y saca una conclusión, una
inferencia necesaria, de toda la información que fue presentada y aprendida en
esa ocasión. No había en Hech. 15 concilio eclesiástico. No se estableció en
esa ocasión ninguna ley humana. Hech. 15 tiene que ver con lo que Dios
enseña implícitamente de varias maneras. Dios reveló su
voluntad divina de esta manera, y los hombres deben sacar la conclusión o
inferencia necesaria. Desde luego, en esta ocasión los hermanos involucrados en
el proceso eran hombres inspirados (por lo menos, algunos de ellos si no
todos). Pero este detalle no cambia el hecho de que así de esta manera Dios
implica su voluntad y los hombres tienen que considerar, razonar, y deducir
(sacar la conclusión o inferencia necesaria). Los pasos del
proceso en Hech. 15 de llegar a una conclusión lógica llevan ineludiblemente a
la libertad que el converso gentil disfruta en Cristo.
E. Hech. 16:6-10, compárese Hech. 10:28. Otra vez Dios
"mostró" su voluntad. "Cuando vio la visión, procuramos partir
para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que
les anunciásemos el evangelio". Dice La Biblia de las Américas que
estaban persuadidos. La Versión hispanoamericana dice
que infirieron en lugar de "dando por cierto". ¡Infirieron! y,
desde luego, su inferencia era necesaria, porque no podían inferir otra cosa.
F. Hech. 17:2, 17; 18:4, 19, 28; 19:8, 9. Los apóstoles y otros
hermanos -- al igual que Jesús -- discutían, razonaban, explicaban,
preguntaban, etc., esperando que la gente usara su inteligencia para entender
la verdad. Recuérdese que el hombre fue creado a la imagen de Dios, es
decir, nos dio inteligencia. A través de palabras nos ha comunicado su
voluntad divina, y espera que la entendamos, Efes. 5:17; 1 Tes. 5:21; Juan
5:29.
VI. La
expresión "inferencia necesaria".
A. Esta expresión se usa, pues, para hablar de esta clase de enseñanza
(enseñanza por implicación). Una "inferencia" es simplemente una
conclusión que se saca de alguna enseñanza implícita (enseñanza por implicación).
B. En la conversación diaria usamos esta clase de lenguaje; no
siempre afirmamos algo en tantas y cuantas palabras, sino que muchas veces
decimos algo por implicación, y el oyente saca la inferencia o conclusión de lo
que decimos. Por ejemplo, si yo digo, "Daniel y los otros mecánicos
salieron", no afirmo explícitamente que Daniel es un mecánico, sino
que por implicación lo digo, porque lo identifico con
"otros mecánicos" (es decir, que Daniel es un mecánico y también hay
otros).
VII. Muchos
hermanos liberales han rechazado como autoridad la inferencia necesaria (la
deducción necesaria de alguna implicación bíblica).
A. Dicen que no se puede incluir -- junto con mandamientos -- como autoridad la
enseñanza implícita, porque se dice que ésta requiere el razonamiento
humano. Pero aun los mandamientos y ejemplos requieren el
razonamiento humano.
B. Los mandamientos. Desde Génesis hasta el Apocalipsis hay
cientos de mandamientos de Dios. No hay texto que diga, "Hay tres
dispensaciones: la patriarcal, la mosaica y la cristiana", pero la Biblia
enseña que las hay y que es necesario distinguir entre las tres. Muchas
personas creen que si vivimos de acuerdo a los diez mandamientos, seremos
salvos, pero estos voluntariamente ignoran la distinción entre los mandamientos
de la ley de Moisés y los de Cristo. No estudian la Biblia con cuidado, porque
no es difícil deducir la verdad de que ahora no estamos bajo la ley de Moisés,
y es aun menos difícil inferir que los mandamientos dados a los patriarcas
(tales como Noé y Abraham) no son para nosotros. El mundo denominacional
corrompe la religión de Jesucristo al enseñar que se debe guardar el séptimo
día, diezmar, usar instrumentos de música en el culto, quemar incienso, tener
sacerdocio especial y muchas otras cosas que se encuentran en el Antiguo Testamento.
El estudiante serio de la Biblia hará un análisis cuidadoso para discernir
cuáles mandamientos se dirigen a nosotros. El nombre mío no está en la
Biblia; por eso, tengo que leer ciertos textos, meditar en ellos, y
decidir si tal o cual mandamiento es para mí. Cuando Dios mandó, "Hazte un
arca" ese mandamiento no fue para mí. Cuando El dijo, "Ofrece a tu
hijo", eso no fue para mí. Hay muchos mandamientos de ofrecer animales
pero no son para mí. Son mandamientos pero no son para mí. Sin embargo, Hech.
17:30, 31 es para mí. ¿Cómo sabemos? Al usar nuestro propio razonamiento. Dios
escribe un mensaje inteligente para gente inteligente. La Biblia es el libro
de Dios escrito para el hombre creado por Dios.
C. Los ejemplos de los apóstoles. Los apóstoles de Cristo son
sus embajadores (2 Cor. 5:20), sus representantes (Mat. 10:40), sus mensajeros
(Mat. 28:19, 20; Mar. 16:15), y sus testigos (Hech. 1:8). Estos obraban bajo la
dirección del Espíritu Santo. Por lo tanto, los hechos de los apóstoles son muy
importantes, porque sirven de ejemplo para nosotros. Era razonable que los tres
mil que se convirtieron a Cristo en el día de Pentecostés perseveraran "en
la doctrina de los apóstoles" (Hech. 2:41, 42), y es razonable que
nosotros hagamos lo mismo. Era razonable que Pablo dijera, "Sed imitadores
de mí, así como yo de Cristo" (1 Cor. 11:1). Dijo Pablo a los corintios (1
Cor. 4:16, 17), "Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he
enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os
recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en
todas las iglesias". Dijo a los filipenses (Fil. 4:9), "Lo que
aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de
paz estará con vosotros".
1. Imitamos a los apóstoles, pues, al escoger ancianos en cada congregación
(Hech. 14:23) cuando hay hermanos calificados (1 Tim. 3:1-7; Tito 1:5-9), al
partir el pan el primer día de la semana (Hech. 20:7), al enviar la iglesia
ayuda económica directamente al predicador (Fil. 4:15, 16) o a los hermanos
necesitados (Hech. 11:27-30), al enviar varias iglesias ayuda económica
directamente al predicador (2 Cor. 11:8) o a los hermanos necesitados (Rom.
15:25, 26; 1 Cor. 16:1-4), en fin, seguimos el ejemplo apostólico en la obra
evangelística y benévola como también en la obra de edificar a los miembros.
2. Al examinar los ejemplos de los apóstoles se puede ver que éstos no
establecieron "iglesias patrocinadoras" ni escogieron "ancianos
patrocinadores", es decir, no instruyeron a las iglesias a que debieran
enviar dinero a una iglesia central ("patrocinadora") para que ésta
se encargara de la obra evangelística o benévola de muchas iglesias.
3. Cristo y sus apóstoles no entregaron mandamientos para autorizar tales
instituciones; por lo tanto, no son autorizadas por mandamiento.
Cristo y sus apóstoles no fundaron escuelas, institutos, hospitales, asilos
para niños y ancianos; por lo tanto, no son autorizadas por ejemplo
aprobado. No hay textos en las Escrituras del Nuevo Testamento que
enseñen implícitamente que las iglesias debieran establecer instituciones; por
lo tanto, no son autorizadas por inferencia necesaria.
4. Lo que se afirma arriba (punto número 3) se puede decir también acerca de
"El centro familiar" establecido por algunas congregaciones, con sus
salones para cenas y diversión.
D. El silencio de las Escrituras. Dice 1 Ped. 4:11, "Si
alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios". Conviene que todos
hablen donde la Biblia habla y que callen donde ésta calle. No conviene saber
más de lo que está escrito (1 Cor. 4:6). Dice Heb. 7:14, "Porque
manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló
Moisés tocante al sacerdocio". Hubiera sido ridículo que se dijera,
"Pero la ley de Moisés no prohibió que alguno de la tribu de Judá fuera
sacerdote". La ley no lo prohibió en manera explícita, sino por medio
del silencio, es decir, por no decir nada acerca de tal cosa. De
esta manera sabemos que no es correcto usar instrumentos de música en el culto
de la iglesia, porque el Nuevo Testamento no dice nada acerca de tal práctica.
Se debe respetar el silencio de las Escrituras. Muchos defienden el uso de instrumentos
de música en el culto y su defensa es que "El Nuevo Testamento no lo
prohíbe". No lo prohíbe explícitamente; no dice en tantas y cuantas
palabras, "El uso de instrumentos de música en el culto está
prohibido", pero prohíbe la práctica de la misma manera que Moisés
prohibió que los hombres de la tribu de Judá se escogieran para ser sacerdotes,
es decir, lo prohibió al no decir nada al respecto. Esta es
una inferencia necesaria, es decir, es una conclusión clara e ineludible.
E. La autorización genérica. Al dar énfasis a la autoridad establecida
por mandamiento, ejemplo apostólico o inferencia necesaria, debemos aclarar la
diferencia entre la autoridad específica y la autoridad genérica. (Es
necesario razonar y sacar inferencias para distinguir entre la
autoridad genérica y la autoridad específica).
1. Debemos ir a predicar el evangelio. Este deber se especifica,
pero la Biblia no especifica la manera de ir o de viajar y, por eso, tenemos
autoridad genérica para ir en automóvil, en tren, en barco, a caballo o a pie.
Este mandamiento da margen al uso del juicio individual. Si la Biblia hubiera
especificado un solo modo de ir, tendríamos que ir solamente de esa manera.
2. Debemos reunirnos para alabar a Dios (Heb. 10:25). Tenemos
autoridad específica para esto; la Biblia especifica este
acto. Pero para reunirnos es necesario algún sitio, y tenemos autoridad genérica para
esto, es decir, la iglesia puede reunirse en cualquier sitio que escoja. Puede
reunirse en un sitio comprado, arrendado o prestado. La autoridad para tener
cierto sitio en donde reunirse se puede llamar autoridad genérica, puesto que
el lugar no se especifica.
3. Tenemos el mandamiento de cantar himnos (Efes. 5:19; Col.
3:16). La Biblia especifica el cantar. Tenemos autoridad
específica para cantar himnos, pero no tenemos autoridad para usar instrumentos
de música. El mandamiento de practicar cierta cosa autoriza lo
que sea necesario para llevar a cabo el mandamiento. Esta autoridad se puede
llamar autoridad genérica, y autoriza, por ejemplo, himnarios que
nos ayudan a cantar unidos.
3. Bautizamos a los creyentes penitentes por autoridad
específica. La Biblia especifica este acto. Hay autoridad genérica para
bautizar en el río o en un bautisterio; el lugar no importa, sólo que haya
suficiente agua.
4. Tenemos autoridad específica para celebrar la cena del Señor,
porque Jesucristo especifica el pan y el fruto de la vid, pero tenemos
autoridad genérica para usar copitas para el fruto de la vid. (La palabra
"copa" no se refiere al recipiente, sino a su contenido. Véase el
estudio sobre esto bajo el encabezado Figuras de Retórica, la metonimia).
5. Algunos abusan de la autoridad genérica.
a. Por un lado, algunos son extremistas porque no creen que haya tal cosa.
Creen que toda práctica tiene que ser especificada. Por lo tanto, algunos
rechazan las clases bíblicas organizadas por la iglesia para niños y jóvenes,
diciendo que no hay mandamiento ni ejemplo que las autoricen. Sin embargo, la
iglesia es "columna y baluarte de la verdad", y tiene autoridad
genérica para emplear los métodos disponibles: el púlpito, las clases, la hoja
impresa, la radio y televisión. Todos los miembros deben participar en esta
obra, tanto mujeres (de acuerdo a 1 Tim. 2:11, 12) como hombres, tanto jóvenes
como adultos.
b. Por el otro lado, los liberales dicen que "la Biblia no dice cómo hacer
la obra del Señor" y que tienen autoridad genérica para establecer
escuelas, institutos, orfanatos, etc. Según ellos, todas las instituciones y
empresas que las iglesias han establecido son simplemente métodos de hacer la
obra, pero se engañan solos. La verdad es que tales instituciones substituyen
a la iglesia misma; para estas no hay autoridad especifica ni genérica.
Recuérdese que al hablar de autoridad genérica decimos que cuando Dios requiere
alguna práctica, El autoriza lo que sea necesario para llevar a cabo la
práctica.
G. Nosotros no inventamos la doctrina. Yo puedo sacar una
conclusión o inferencia ahora de lo que la Biblia ha enseñado por implicación
desde el primer siglo; es decir, la inferencia mía la hice en el año
1992, pero Dios la enseñó por implicación hace más de 1900 años.
Dicen algunos que la "inferencia necesaria" es doctrina
humana, pero si alguna inferencia es necesaria, entonces es
doctrina de Dios enseñada por implicación.
1. No estamos defendiendo toda inferencia humana, sino solamente la
inferencia necesaria (lógica, razonable, ineludible). Desde luego, hay
muchísimas inferencias que son erróneas, pero no defendemos ninguna inferencia
que no sea necesaria.
2. Hace casi 2000 años Dios nos enseñó muchas cosas por implicación, pero ahora
en este siglo lo estamos estudiando y sacamos la "inferencia
necesaria" de lo que El dijo. Estamos obligados a guardar la enseñanza por
implicación entregada por Dios, porque ésta no es enseñanza humana.
3. Es verdad que Dios requiere que se use el razonamiento humano para entender
su voluntad (declaraciones, mandamientos, ejemplos, implicaciones) y los que no
quieren razonar no pueden entender la voluntad de Dios para obedecerla y ser
salvos.
4. Recuérdese que lo que Dios enseña por implicación es la verdad y siempre ha
sido la verdad. Nosotros no inventamos la verdad. El razonamiento humano no
produjo la verdad.
H. Los que rechazan la inferencia necesaria destruyen
el fundamento de su propia casa. ¿Dónde dice la Biblia explícitamente que
no debemos seguir ejemplos bíblicos e inferencias necesarias? Según ellos,
solamente podemos aceptar lo que la Biblia dice explícitamente pero la Biblia
no dice explícitamente que solamente los mandamientos tienen autoridad. Además
todas las conclusiones de estos hermanos son inferencias de ellos (inferencias
humanas); por lo tanto, según su propio argumento, todas las ideas de
ellos deben ser rechazadas.
VIII. Se
aprenden muchas enseñanzas por medio de la inferencia necesaria. De lo que la Biblia dice se puede sacar las siguientes
inferencias necesarias:
A. Que en varios textos los términos "iglesia" y
"reino" se refieren a la misma cosa. La Biblia no lo afirma
en tantas y cuantas palabras (no lo dice explícitamente), pero Cristo es la
Cabeza de la iglesia y el Rey del reino, la cena del Señor está en la iglesia y
está en el reino, la entrada en la iglesia o en el reino requiere los mismos
pasos de obediencia (el obediente se añade a la iglesia y se traslada al
reino), Dios tiene una sola casa (no tiene una casa llamada iglesia y otra casa
llamada reino), hay un solo cuerpo (el cuerpo es la iglesia y Cristo no tiene
otro cuerpo llamado reino, pues no es un monstruo). La conclusión, pues, es
ineludible: la iglesia es el reino, porque si no lo es, entonces el reino no se
ha establecido todavía, conclusión que contradice todo lo que la Biblia dice
acerca del reino. Observamos y analizamos todos estos detalles y concluimos
(sacamos la consecuencia o la inferencia) de que la iglesia es el reino y que
en muchos textos los términos "iglesia" y "reino" se
refieren a la misma cosa. Es una inferencia necesaria. Otras inferencias no son
necesarias, sino erróneas.
B. Que la iglesia o el reino se estableció el día de Pentecostés.
La Biblia no afirma esto en tantas y cuantas palabras, pero es otra conclusión
ineludible. Jesús había dicho (Mat. 16:18), "Edificaré mi iglesia";
por eso, en aquel tiempo no existía todavía. Algunos manuscritos dicen (como
dice nuestra versión) que en el día de Pentecostés los obedientes fueron
añadidos a la iglesia (Hech. 2:47), y a través del resto del Nuevo Testamento
se habla de la iglesia como una realidad. Además, varios textos apuntan
claramente al establecimiento del reino en el día de Pentecostés (Mar. 9:1, el
reino vendría con poder durante la vida de esos oyentes; Luc. 23:51, José
esperaba el reino; Luc. 24:49, los apóstoles recibirían poder; Hech. 1:5, 8;
2:1-4. El reino vino cuando el poder del Espíritu Santo vino). Llegamos a esta
conclusión usando el razonamiento humano, pero es una inferencia necesaria y,
por lo tanto, no es sabiduría humana. Más bien, es lo que la Biblia dice,
aunque no lo dice explícitamente (en tantas y cuantas palabras).
C. Que se debe celebrar la cena del Señor cada domingo. Hech.
20:7 dice que los discípulos se reunieron el primer día de la semana para
partir el pan. No hay texto que diga que lo hicieron cada primer día de la
semana, pero este texto es el único que nos dice cuándo debemos celebrar la
cena. Es el único que contesta la pregunta lógica y necesaria: "¿Cuándo
debemos celebrar la cena del Señor?" El Señor no instituyó la cena sin
decirnos cuándo celebrarla. Hech. 20:7 es el texto que nos lo dice. Es el
único, pero un solo texto es suficiente. Además, el apóstol Pablo estuvo
presente y predicó en esa ocasión. Tenemos, pues, un ejemplo apostólico de
participar de la mesa del Señor el primer día de la semana y cada semana tiene
su primer día. El mandamiento dado a los israelitas, "Acuérdate del día de
reposo para santificarlo" (Ex. 20:8) no dice, "Acuérdate del día de
reposo cada semana".
D. Que los juegos de azar -- incluyendo la lotería -- son pecado.
1. La Biblia no habla explícitamente de las apuestas o los juegos de azar, pero
la Biblia sí nos explica las tres maneras de que se gana o se recibe
legítimamente el dinero u otras cosas de valor, es decir, por medio de
trabajar, por medio de la inversión o el negocio, o por medio de recibir algo
regalado. Los juegos de azar no caben en ninguna categoría legítima y,
por lo tanto, no son legítimos. El que juega espera recibir dinero sin invertir
ni trabajar. Quiere ganancia que quita dinero a otro sin recompensarle con
bienes o servicios. Es, pues, avaricia, la cual es idolatría (Col. 3:5). Este
mal es compañero de todas las obras de la carne. Dice Gál. 5:19-21, "... y
cosas semejantes a estas". Al examinar este tema, es fácil concluir
(deducir, inferir) que es pecado participar en tales actividades.
2. Por la inferencia necesaria, pues, sabemos que la Biblia condena esta
práctica, aunque la Biblia no habla explícitamente de ella, porque: (1) los que
participan en los juegos de azar, etc., son motivados por la avaricia; (2) esta
actividad se puede clasificar como "robo" en el sentido en que el
duelo se puede clasificar como homicidio; en los dos casos hay
consentimiento mutuo entre los involucrados; (3) los juegos de azar
destruyen el respeto por el plan de Dios respecto a ganar o recibir
dinero; (4) son una violación del mandamiento de amar, porque el que ama al
prójimo no quiere quitarle sus posesiones sin recompensarle; (5) esta actividad
esclaviza; como hay drogadictos también hay muchos juegoadictos; (6) causan
mucho tropiezo; (7) involucran a los participantes con malas compañías
(1 Cor. 15:33); (8) su fruto es corrupto (Mat. 7:17-19). Si estudiamos
bien la cuestión de los juegos de azar y las apuestas en general, y analizamos
las enseñanzas bíblicas relacionadas con ella, ¿qué consecuencia o inferencia
sacaremos del estudio? ¿qué será la inferencia necesaria del estudio? La
inferencia necesaria es que los juegos de azar y el apostar son actividades
pecaminosas. La Biblia enseña esto por implicación.
E. Que el baile es pecado. Si examinamos los términos empleados
por Pablo en Gál. 5:19-21 y textos semejantes, veremos que algunos de ellos
describen el baile. Por ejemplo, dice el léxico del Sr. Thayer que la palabra
"lascivia" significa, entre otras cosas, "los movimientos
indecentes del cuerpo; el manoseo incasto de hombres y mujeres". Estas
definiciones describen precisamente los bailes modernos. El estudiante sincero
sacará la inferencia obvia y lógica (por eso, inferencia necesaria) de que el
cristiano debe evitar y abstenerse del baile, porque Pablo dice, "absteneos
de toda especie (forma) de mal" (1 Tes. 5: 22).