Por Josué I. Hernández
“en la esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de
los siglos” (Tito 1:2).
La
frase “que no miente”, es traducción del adjetivo griego “apseudes”, que según
Vine “denota libre de falsedad (a,
privativo; pseudes, falso), veraz”. Strong comenta: “libre de todo engaño y por ello, digno de confianza”. Por lo tanto, la idea de Pablo es calificar a
Dios como “no mentiroso”, tal cual como la siguiente traducción, “en esperanza de vida eterna que prometió el
Dios no mentiroso, antes de tiempos eternos” (NT Besson).
Algunos
no creen en la fidelidad de Dios para cumplir sus promesas. Para ellos un
intervalo de tiempo, es un atraso, o simplemente, un incumplimiento. Sin
embargo, a Dios no le sorprende la burla de quienes hacen del lapso de tiempo
un argumento contra la fidelidad de Dios:
“Ante
todo, sabed esto: que en los últimos días vendrán burladores, con su sarcasmo,
siguiendo sus propias pasiones, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su
venida? Porque desde que los padres durmieron, todo continúa tal como estaba desde
el principio de la creación” (2 Ped. 3:3,4, LBLA).
“Pues cuando dicen
esto, no se dan cuenta de que los cielos existían desde hace mucho tiempo, y
también la tierra, surgida del agua y establecida entre las aguas por la
palabra de Dios, por lo cual el mundo de entonces fue destruido, siendo
inundado con agua; pero los cielos y la tierra actuales están reservados por su
palabra para el fuego, guardados para el día del juicio y de la destrucción de
los impíos” (2 Ped. 3:5-7, LBLA).
Miles
de años pueden pasar entre una promesa de Dios y su cumplimiento. Por ejemplo,
entre la promesa registrada en Génesis 3:15 y la muerte de Cristo en la cruz
(Rom. 5:8). Unos 700 años pasaron entre la profecía de Isaías 7:14 y el
cumplimiento en Mateo 1:22,23. Así también, 430 años pasaron entre la promesa
de Génesis 15:13,14 y el cumplimiento en Éxodo 12:40,41. Y alrededor de un año
pasó entre Génesis 17:21 y su cumplimiento en el momento asignado; y un par de
semanas entre Hechos 27:25,26 y 27:44.
¿Alguna vez falló
Dios en cumplir sus promesas, ya sea largo o corto el intervalo de tiempo
transcurrido entre la promesa y el cumplimiento? Entonces, ¿por qué negarnos a
creer en el día del juicio? Cristo dijo: “Velad,
pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”
(Mat. 25:13). “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del
Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mat. 24:44). Dios dijo a Habacuc: “Porque
tiene su fecha la visión, aspira a la meta y no defrauda; si se atrasa,
espérala, pues vendrá ciertamente, sin retraso” (Hab. 2:3, JER).
Hay una promesa que
aún no se ha cumplido, pero sucederá. Sin duda sucederá, porque Dios no es
mentiroso. “y también le dio autoridad de
hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto;
porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y
los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron
lo malo, a resurrección de condenación” (Jn. 5:27-29).
Todo evento que Dios
prometió sin retraso lo cumplió. Como dice el autor a los hebreos, “fiel es el que prometió” (Heb. 10:23).
Y ya que Dios no miente, el día del juicio final ocurrirá, como aconteció con
toda otra promesa de Dios.