Matrimonios adúlteros



Por Josué I. Hernández


Una consecuencia directa de la alta tasa de divorcios en nuestra sociedad es el gran número de matrimonios adúlteros. Estos son matrimonios en los que a lo menos uno de los integrantes está unido a su cónyuge original. Por supuesto, cuando hablamos de matrimonios adúlteros tenemos la ley de Dios en la mente, y claro está, que para el Gobierno no existe tal cosa como un “matrimonio adúltero”, porque según la opinión popular, y el poder legislativo del Estado, una persona ya divorciada “legalmente” al entrar en un matrimonio posterior entrará en un vínculo matrimonial legítimo.  A pesar de esto, no discutiremos leyes civiles sobre el matrimonio y el divorcio, en lugar de ello estudiaremos lo que la Biblia dice de los matrimonios adúlteros.

¿Existen los “matrimonios adúlteros” en pleno siglo XXI?

Pero, ¿existe ahora tal cosa denominada “matrimonio adúltero”? Muchas personas no creen que exista, y las recientes leyes gubernamentales tienen una parte de la culpa en esto.  Sin embargo las Escrituras son claras en que, por ejemplo, si un hombre repudia a su legítima mujer y se casa con otra comete adulterio contra su esposa original (Mar. 10:11).  Sin duda alguna en Marcos 10:11-12 vemos que se produce un nuevo matrimonio, pero tal matrimonio no es legítimo a los ojos de Dios.

Cristo dijo: Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera(Mat. 19:9).  Este pasaje fue la respuesta divina a la pregunta de los fariseos quienes preguntaron si era lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa (Mat. 19:3).  Como vemos en Mateo 19:9, Jesús enseñó que no existe una causa legítima para repudiar al cónyuge, excepto la causa de fornicación.  Por lo tanto, si uno repudia a su cónyuge por otra causa, que no es la fornicación, comete adulterio al contraer y mantener un nuevo matrimonio.

Además de lo anterior, dijo el apóstol Pablo por el Espíritu: “Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido.  Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera” (Rom. 7:2-3).

Si una mujer se casa (se une) a un hombre, mientras su primer marido sigue vivo, ella “será llamada adúltera”.  Esto se refiere, obviamente a la ley del matrimonio establecida por Dios, no a la ley de algún Gobierno.  La mujer del texto es “adúltera” (a pesar de que el Estado no la señale como tal) porque no tiene derecho al hombre con el cual está casada ya que su marido legítimo sigue vivo.  Claro está, que si su primer marido murió, ella no continúa vinculada a él y podría contraer nuevas nupcias sin cometer adulterio.

¿Qué es un matrimonio adúltero?

Sabiendo que el “matrimonio adúltero” existe, debemos ahora determinar con las Escrituras lo que califica a un matrimonio para que sea una unión adúltera.

En primer lugar, debemos recordar la definición de “adulterio”. El adulterio simplemente es la relación sexual que involucra al legítimo cónyuge de otro.  En otras palabras, adulterio son las relaciones sexuales entre dos personas cuando al menos uno de ellos está casado con otra persona a la cual está ligado en matrimonio.

Es importante entender el hecho de que alguien se puede unir en matrimonio con una persona que está casada (unida, enlazada) con otra.  Una vez más, esto se basa en la ley de Dios, no en las leyes humanas.  Es posible, y de hecho sucede, que uno se divorcie de su cónyuge por cualquier causa, y luego se case con otro, continuando ligado a su cónyuge original. Veamos algunos ejemplos:

Jesús enseñó que después de que una pareja es unida en matrimonio por Dios (Mat. 19:6) si uno de ellos repudia a su cónyuge por otra causa que no sea la fornicación, su segundo matrimonio es en la práctica adulterio (Mat. 19:9). ¿Por qué? Porque sin la causa legítima, que es la fornicación, el que repudia no tiene permiso de contraer nuevas nupcias ya que sigue atado (ligado, unido, enlazado) a su cónyuge original y legítimo, y lo mismo sucede si es hombre o mujer (Mar. 10:11-12).

Pablo enseñó que si una mujer se casa con un segundo marido, mientras su primer marido está vivo, es una adúltera (Rom. 7:2-3). ¿Por qué? Porque su marido legítimo todavía está vivo y ella sigue ligada, unida, enlazada, a su primer marido.

Tengamos en cuenta el ejemplo de Herodes. “Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Mar. 6:17-18).  Herodes se había casado con Herodías, sin embargo Juan dijo al rey Herodes que Herodías es “la mujer de tu hermano”.  A pesar de que Herodes ya la había tomado por mujer, Herodías estaba ligada, unida, enlazada a su marido original; entonces, a la vez que ella estaba casada con Herodes, ella era la mujer de Felipe.

¿Cómo evitar un matrimonio adúltero?

Si consultamos las Escrituras, hay unos pasos bien simples que podemos tomar para evitar el matrimonio adúltero.  La solución consiste en casarse con alguien que no está ligado a otro (Gen. 2:24; Mat. 19:6) y permanecer en este vínculo matrimonial para toda la vida, recordando que una vez unidos por Dios (Mat. 19:4-6) se debe permanecer así hasta la muerte (Rom. 7:2-3). 

Si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su cónyuge (1 Cor. 7:10-11).  Porque si se separa de su cónyuge a quien está ligado, no por causa de fornicación, sus opciones legítimas serán permanecer en soltería, o reconciliarse.  No hay tercera opción como casarse con otro para “rehacer su vida”.

¿Qué hacer si usted está en un matrimonio adúltero?

Si bien es imprescindible cuidar del matrimonio para que nunca se produzca la separación y las segundas nupcias adúlteras, hay muchos que no les importa la ley de Dios y ahora mismo están en tal relación pecaminosa.  Entonces, ¿qué se debe hacer si está en un matrimonio adúltero?

Arrepentirse.  Aquel que está en un matrimonio adúltero siempre es culpable delante de Dios de “adulterio” (Mat. 19:9; Rom. 7:3).  La palabra de Dios es clara en su condena del pecado del adulterio (1 Cor. 6:9; Heb. 13:4).  Siempre, el arrepentimiento es un requisito previo para el perdón de Dios (Luc. 13:3; Hech. 8:21-22).

Pero, ¿cómo puede uno arrepentirse del “matrimonio adúltero”? Uno se arrepiente del adulterio al detener el adulterio.  El arrepentimiento requiere el fin de la relación adúltera, incluso si la relación adúltera es un “matrimonio adúltero”.

Cuando los judíos del tiempo de Esdras fueron culpables de matrimonios que eran ilegítimos bajo la ley de Moisés (Esd. 10:10) y traspasaron la ley de Dios (Deut. 7:3), Esdras dio esta orden: Ahora, pues, dad gloria a Jehová Dios de vuestros padres, y haced su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras, y de las mujeres extranjeras (Esd. 10:11).  Actualmente, aunque no estamos bajo la ley de Moisés, la cual prohibía los matrimonios con extranjeros, hay una lección sobre el arrepentimiento aquí. Cuando estamos en un matrimonio ilegítimo, la separación debe ocurrir si estamos arrepentidos.  Esto no es una cosa fácil de hacer, pero las Escrituras son claras en que debemos poner al Señor primero antes que los demás, incluso aquellos que son los más cercanos en esta vida (Mat. 10:37-39).

Conclusión

Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios (Heb. 13:4).  El matrimonio legítimo es honroso, y en consecuencia de ello se debe mantener el lecho sin mancilla, sin mácula, sin impureza.  No obstante, un matrimonio adúltero está inherentemente contaminado con el pecado, y Dios juzgará a los “adúlteros”.

Esforcémonos por ser puros en todas las cosas, sólo así se podrá alcanzar la vida eterna (1 Cor. 6:9-11; Mar. 16:16).  Cuando pecamos, debemos tener la valentía de arrepentirnos y volvernos hacia Dios, no importa lo difícil que pueda ser.