Ministros


Por Josué I. Hernández


En el Nuevo Testamento, el término “ministro” (griego, diakonos) es un sustantivo que se usaba de aquel que “servía”.
Hoy, se entiende que “ministro” es el título de quien predica desde un púlpito y/o forma parte del clero. Tal definición ofrecida por la tradición moderna es totalmente inadecuada. Aun cuando el término “ministro” aparece en las Escrituras, el uso moderno de la palabra no es bíblico sino denominacional.

El término DIÁCONO es una transliteración de la palabra griega DIAKONOS (como antes dijimos), y su significado es SIERVO, y su acción es un SERVICIO.

El apóstol Pablo dijo: “porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme…” (Rom. 13:4), pero con esto el apóstol no dijo que el gobierno es un diácono en algún sentido religioso, ni un ministro denominacional. Aquí, Pablo enfatizó el SERVICIO o "ministerio" del gobierno en la sociedad.
El apóstol Pablo también dijo: “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios…” (Rom. 15:8), pero con esto el apóstol no dijo que Cristo es un diácono como usualmente se entiende la palabra o algún ministro del clero denominacional. Aquí, Pablo enfatizó el SERVICIO o "ministerio" de Cristo en el eterno plan de redención.

Según las Escrituras, “ministro” es quien “sirve” sin importar que lo haga en asuntos espirituales, domésticos o materiales (cf. Luc. 10:40; Hech. 6:1; 1 Cor. 16:15; Ef. 4:12; Fil. 2:25; 1 Ped. 4:10-11), por este motivo son muchos los "ministros" y "ministras" en diversos aspectos de la vida. Debido a lo anterior, el predicador local puede ser llamado “ministro” y en la práctica no “servir” en el plan de Dios. Sin embargo, nunca "ministro" es un título o designación aplicada solamente a los predicadores del evangelio (como sucede en la mente de muchos), por lo tanto, por esta razón, yo no soy "Ministro" en la congregación donde predico, como se usa y se entiende en el denominacionalismo.

Según el uso bíblico, todo predicador fiel es "ministro de Jesucristo". Sin embargo, tal designación no es un título denominacional, sino la expresión de la realidad de su servicio a su Señor ministrando su evangelio para salvación de las almas:

"Si esto enseñas a los hermanos, serás buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido" (1 Tim. 4:6).

"para ser ministro de Jesucristo a los gentiles, ministrando el evangelio de Dios, para que los gentiles le sean ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo" (Rom. 15:16). 

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