Por Josué I. Hernández
La ley de Cristo (1 Cor. 9:21;
Gal. 6:2) es obligatoria para toda la humanidad hasta el fin de
los tiempos, y será el estándar por el cual será juzgado el mundo (Jn. 12:48; Hech.
10:42; 17:30,31).
Los inconversos, es decir, los pecadores del mundo, no están
libres de la ley de Cristo (cf. Mat. 28:18), y, por lo tanto, son responsables de la enseñanza del Señor
respecto al matrimonio, repudio y segundas nupcias (cf. 2 Tes. 1:8; 1 Ped. 4:17).
Piénselo detenidamente. ¿Por qué juzgaría Dios mediante el evangelio (Jn.
12:48) a quienes no son responsables del evangelio? Si el pecador del mundo no está bajo la ley de Cristo, ¿bajo cual ley está? Si no está bajo ninguna
ley, ¿por qué es un pecador? Y, ¿por qué necesita la salvación si no ha
infringido la ley de Cristo? En tal caso, ¿por qué predicar el evangelio a los
del mundo (Mar. 16:15,16)?
Dios une en matrimonio a todos quienes
cumplan los requisitos establecidos por él. Luego, cristianos o no
cristianos, quedan unidos por Dios en matrimonio si entran en el pacto
matrimonial (cf. Prov. 2:17; Mal. 2:14; Mat. 19:4-6).
En Mateo 19, Jesús no dijo que su palabra respecto
al matrimonio es solamente para los cristianos. En aquel momento Jesús no
trataba algún caso específico de cristianos, sino un caso general. Jesús no hablaba del matrimonio de cristianos, sino de su doctrina para el
mundo.
Jesucristo estaba respondiendo a judíos incrédulos que le tentaban (Mat. 19:3)
mientras sus discípulos oían la enseñanza (Mat. 19:10). Y Cristo dijo
“Cualquiera” (Mat. 19:9). Cuando los discípulos volvieron a preguntarle de lo
mismo al llegar a casa, nuevamente el Señor aplicó su enseñanza de manera
general, para todo el mundo, y dijo “Cualquiera” (Mar. 10:10-12). Si la
enseñanza era para un grupo particular (cristianos), y no para el mundo (inconversos), Jesús lo hubiese
especificado, pero no lo hizo.
“Cualquiera” (cf. Mat. 19:9; Mar. 10:11) es una
generalización significativa, que por el contexto se aplica a todo aquel que
entre en el vínculo matrimonial. Leemos la misma expresión en otros pasajes de
Mateo (cf. Mat. 7:24; 10:32,33; 13:12; 16:24,25) donde siempre se aplica a todo
aquel, quien sea, es decir, cualquiera.
En su respuesta, Jesucristo indicó lo sucedido en
el Edén (Gen. 1 y 2) diciendo, “¿No habéis leído que el que los hizo al
principio varón y hembra los hizo…” (Mat. 19:4). Dando a entender que la ley
del Señor “desde el principio” (texto griego; Mat. 19:4,8) ha sido siempre así,
y lo será hasta el fin de los tiempos. Por lo tanto, desde el principio ha sido
así el caso entre “el hombre” y “su mujer” (Mat. 19:5).
Conclusión
La ley de
Cristo no es solamente para el pueblo del pacto, la iglesia, sino para el mundo. Los pecadores del mundo son responsables al
evangelio de Cristo.
La ley de Cristo respecto al matrimonio se aplica a todo caso de
matrimonio (“Cualquiera”, Mat. 19:9), a todo aquel que deje “padre y madre y se
une a su mujer” (Mat. 19:5).
El hecho de que serán condenados todos los que no “obedecen el
evangelio” (2 Tes. 1:8) significa que el evangelio es obligatorio para todo el
mundo, que es una ley vinculante para todos, y que todos nosotros somos
responsables ante él.