¿Es correcto realizar dos actos de adoración de manera simultánea?

 


¿Se puede participar de la cena del Señor a la vez que la iglesia está cantando un himno, o viceversa?


Por Josué I. Hernández

Acabo de recibir una pregunta de un hermano, que si bien entiendo, hace referencia a la realización de otro acto de adoración adicional, que es cantar a Dios y unos a otros (Col. 3:16; Ef. 5:19) mientras se participa de la cena del Señor (1 Cor. 11:17-34).  Es decir, que determinada iglesia local realiza dos actos de adoración de manera simultánea.
 
Sabemos que hay cinco actos de adoración que realizamos los cristianos: La oración (1 Cor. 14:15), el estudio de la palabra de Dios (Hech. 20:7; 1 Cor. 14:26-33), la entonación de salmos, himnos y cánticos espirituales (Col. 3:16; Ef. 5:19), la participación de la cena del Señor (Hech. 2:42; 20:7), y la ofrenda monetaria individual para la obra de la iglesia local (1 Cor. 16:1-2).

Dos de estos cinco actos de adoración son exclusivos del “día del Señor”, el día primero de la semana: La colecta dominical (1 Cor. 16:1-2) y la cena del Señor (1 Cor. 11:20; 20:7) en el día del Señor (Apoc. 1:10).
 
Hay una regla para la observancia de los actos de adoración en el culto cristiano, y nosotros los que respetamos la palabra de Dios, nos sujetamos a ella. 
Pablo dijo a los corintios: pero hágase todo decentemente y con orden (1 Cor. 14:40) lo cual se contrasta con la confusión y desorden de ellos: “…pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz (1 Cor. 14:33).

El término “orden” es del griego “taxis”, que involucra una organización, disposición, turno, arreglo en sucesión fija y tiempo fijo.  Y es más, en este contexto, “taxis” involucra una secuencia o sucesión establecida de actividades que se realizan una después de otra, y no todas al mismo tiempo.
 
Considérese que Pablo no permitió que más de un cristiano hablara al mismo tiempo (1 Cor. 14:27-30), pues debían hacerlo “por turno” para conservar el “orden” o secuencia (1 Cor. 14:40).

Bien sabemos, por la Escritura y la experiencia, que la secuencia en los actos de adoración permite que cada uno de ellos quede en su lugar sin irrumpir sobre otro.  Así pues, si un cristiano quiere orar mientras los demás cantan, o quiere ofrendar monetariamente mientras los demás oran, o quiere participar del pan y el fruto de la vid mientras los demás cantan, se producirá un desorden y el propósito del acto de adoración, concebido por Dios para su pueblo, se verá vulnerado por otro acto que entró fuera de secuencia.
 
Además de lo anterior, considérese que el “cantar” ordenado por Dios involucra el principio de la reciprocidad o correspondencia mutua de todos los santos que cantan.  Pablo dijo por el Espíritu: La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales (Col. 3:16, énfasis mío).

¿Cómo podríamos cantar unos a otros si algunos tienen la boca ocupada con el pan y el fruto de la vid?

Cuando la iglesia pasa a la mesa del Señor y los que ya cenaron cantan a los que recién están participando del pan y fruto de la vid, la iglesia está cometiendo un desorden al crear confusión por dos actos de adoración simultáneos, uno irrumpiendo sobre otro, y ambos actos realizados sin el debido orden y decencia para lo cual fueron concebidos por Dios.

No hay precedente bíblico para cantar un salmo, himno o cántico espiritual mientas se participa de la cena del Señor.  El silencio escritural lo prohíbe.