Los tres tribunales


Por Josué Hernández



"En cuanto a mí, es de poca importancia que yo sea juzgado por vosotros, o por cualquier tribunal humano; de hecho, ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque no estoy consciente de nada en contra mía; mas no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor" (1 Cor. 4:3‭,4; LBLA).



Tres tribunales indicados por Pablo aquí son:
  • La opinión de otros.
  • La opinión de uno mismo. 
  • La opinión de Dios.

Cada tribunal da a conocer su parecer. Cada opinión presenta su evaluación. Pero, ningún tribunal se compara con el de Dios.

Los corintios tenían mucho que decir, tenían opiniones, juzgaban en base a sus caprichos y preferencias, sin prestar atención a lo que dice Dios en su palabra. Simplemente, pensaban más allá de lo que está escrito (1 Cor. 4:6), y estaban divididos en sus juicios (1 Cor. 3:1-4).


A la opinión de otros, e incluso, a la opinión de sí mismo, el apóstol Pablo le dio poca importancia. Todos son juicios subjetivos, y parcializados, aparte de la revelación de Dios en Cristo, "el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría" (1 Cor. 1:30).

La sabiduría humana no puede usurpar el lugar del Señor. Es ahí que Pablo aún cuando no practicaba el pecado, y mantenía buena conciencia, confió su alma al juicio del Señor (1 Cor. 4:4).


Sin duda alguna confiar en la sabiduría del Señor nos permitirá la bendición de la humildad al gloriarnos en Cristo, "para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor" (1 Cor. 1:31).

Aplicación

Respecto a la moralidad y la religión, si usted piensa estar en lo correcto, ¿por qué lo piensa? ¿Por la opinión humana o por la revelación divina?
¿Hemos puesto nuestra confianza en la sabiduría de Cristo o en el parecer nuestro? ¿Ante cuál tribunal caemos de rodillas?


"Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me juzga es el Señor" (1 Cor. 4:4).

Entradas que pueden interesarte