Lucas, el historiador amado



Por Josué Hernández


El relato del evangelio de Lucas comienza con la siguiente introducción, “Por cuanto muchos han tratado de compilar una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas” (Luc. 1:1-4, LBLA).

Se ha dicho con justicia, “El párrafo inicial es una oración en buen estilo griego, con vocabulario clásico, ritmo y equilibrio” (León Morris). Y es que, a diferencia de los otros evangelios, Lucas comienza con una introducción literaria que es personal (“ha parecido bien a mí…”), constituyéndose su introducción similar en estilo a algunas de las famosas historias seculares de la antigüedad. 

La historia de Heródoto (484-425 A.C.) comienza así: “Estas son las investigaciones de Heródoto de Halicarnaso, que él publica, con la esperanza de preservar así de la decadencia el recuerdo de lo que los hombres han hecho…”

Lucas, como Mateo, Marcos y Juan, escribió con la inspiración de Dios (2 Ped. 1:21; 2 Tim. 3:16). Pablo citó Lucas como “Escritura” (1 Tim. 5:18). Entonces, cuando Lucas presenta su narrativa, indica por inspiración las siguientes cosas respecto a su relato de la vida y el ministerio del Hijo de Dios. 

REFERENCIAS

Lucas comienza escribiendo, “Por cuanto muchos” (LBLA), “Puesto que muchos” (RV1960), aludiendo a un hecho bien conocido en el momento, lo cual justificaba su trabajo. Era bien sabido los esfuerzos de muchos por enseñar la gran historia acerca de Jesús de Nazaret, lo cual nos parece natural, considerando lo que Jesucristo hizo y las consecuencias resultantes de su obra entre los hombres.   

Lucas elogia estas obras anteriores que narraban “las cosas que se han verificado entre nosotros”, es decir, las narraciones que circulaban entre las congregaciones de aquellos años coincidían con la evidencia, “tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra”. Estas narraciones se basaban en el testimonio de los “testigos” presenciales, “ministros de la palabra” (RV1960), los apóstoles de Cristo (cf. Hech. 4:20), y por tanto estaban validadas como mensajes confiables (cf. Hech. 2:42). 

En la iglesia primitiva, tanto las tradiciones escritas, como orales, referentes a Jesús de Nazaret, eran transmitidas de creyente a creyente con mucha fidelidad, en un período de la historia donde las personas fácilmente hacían uso de la capacidad de la memorización.

El mensaje conjunto acerca de “las cosas que entre nosotros son muy ciertas”, son los hechos acerca de los que Cristo hizo y enseñó (cf. Hech. 1:1), los cuales no estaban en el pasado lejano al momento de escribir Lucas, más bien eran hechos verificables mediante el testimonio. La evidencia estaba al alcance de la mano (cf. 1 Cor. 15:5-8).

Con estos hechos familiares a todos los cristianos primitivos, Lucas aprovecho el precedente para escribir acerca de las raíces históricas del cristianismo. Abundaba un interés significativo respecto a Jesús de Nazaret, y Lucas sabía que se podía lograr un bien adicional complementando la literatura y enseñanzas al respecto, con un trabajo completo, ordenado, y en gran medida cronológico, mientras la verificación de los datos era fácil.

INVESTIGACIÓN

El relato del evangelio de Lucas fue escrito sobre la base de la investigación. La cual fue completa, exhaustiva, y con una significativa atención al detalle. Se describe a sí mismo como uno que ha “investigado diligentemente todo desde los orígenes” (JER), persiguiendo la evidencia, para conocer la materia a fondo. No es extraño, por lo tanto, que usando el tiempo perfecto, Lucas señale que al momento de escribir a Teófilo su investigación había terminado, y que sus hallazgos se conservaron en su documento.

Al indicar que su investigación fue exhaustiva para alcanzar la raíz de los hechos, sin duda Lucas implica el uso de una serie de técnicas de investigación, no sólo el uso de las narraciones orales o escritas al momento, sino el entrevistar a personas como Santiago (Hech. 21:17,18), hijo de María y José, hermano en cuanto a la carne del Señor (1 Cor. 15:7). 

Nos preguntamos, ¿habrá logrado entrevistar a María? ¿Cómo describió tan vívidamente que María meditaba en su corazón lo que iba sucediendo en torno a Cristo (Luc. 1:29; 2:29,33,51)? ¿Qué pudo haber aprendido de Marcos mientras estaban juntos en Roma (Col. 4:10,14)? Y mientras estaba en Jerusalén, Lucas se encontró con discípulos antiguos en la fe, como Mnasón (Hech. 21:15,16). ¿No se habrá encontrado con los apóstoles? En aquellos años había más de quinientos hermanos a quienes Cristo apareció resucitado (1 Cor. 15:6). Había mucho material para escribir bajo la guía y supervisión del Espíritu Santo (cf. 2 Tim. 3:18,17; 1 Tim. 5:18).

Sin duda, la investigación de Lucas fue minuciosa, y su atención a los detalles es sobresaliente. Las circunstancias del nacimiento de Juan el bautizador, la aparición del ángel Gabriel a María, la visita de María a Elizabet, los pastores que adoraron al Señor, el testimonio de Simeón y Ana respecto al recién nacido, y lo que sucedió cuando el Señor tenía doce años en el templo, entre tantos otros datos instructivos. Como dijo un erudito, “La idea de Lucas parece ser que antes de escribir otra narrativa más completa de lo que había ocurrido, primeramente investigó todo el material disponible sobre el cual podría poner sus manos” (A. T. Robertson).

Lucas estaba preocupado por la verdad, y no sólo le interesaba contar bien la historia. Considere la precisión de Lucas para situar los hechos en el tiempo y el espacio. Como relaciona el comienzo del ministerio de Juan con seis figuras políticas (3:1-3). En el libro Hechos, la precisión no cesa, y Lucas menciona treinta y dos países, cincuenta y cuatro ciudades, y nueve islas del Mediterráneo. Cuando escribió del mundo antiguo fue exacto. Cuando mencionó terminología política fue preciso. Cuando las ideas médicas eran apropiadas, su conocimiento le permitió pintar una imagen más vívida.

PROPÓSITO

El doctor Lucas no se burló de la idea del nacimiento virginal, ni de la idea de la resurrección de los muertos. Aunque nunca había observado este tipo de cosas en su carrera médica, presenta convencido estos hechos basándose en la abundante evidencia que revisó. Como dijo a Teófilo, “a fin de que conozcas la exacta verdad de las historias en las que has sido oralmente instruído” (VM).

Los primeros cuatro versículos de Lucas identifican el propósito de su obra. Lucas, quiso llenar un vacío a los registros disponibles en aquel tiempo, “acerca de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas” (1:3), procurando llenar este vacío con una narración exacta: “investigando con diligencia” (1:3); con una narración completa: “las cosas desde su origen” (1:3); y, con una narración cronológica: “escribírtelas por orden” (1:3).

El médico amado (Col. 4:14) informó con plena certeza la verdad respecto a Jesús, desde su nacimiento virginal hasta su ascensión milagrosa. Y la gran verdad a la cual apuntan todos estos hechos es aprender que “el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Luc. 19:10, JER).

Lucas se distingue de los testigos oculares en que aun cuando él no estuvo ahí, puede llevarnos ahí, para que podamos todos saber “la verdad precisa acerca de las cosas” respecto a Jesucristo. 

Al leer la introducción de Lucas, mientras pasamos del capítulo uno, versículo tres, es decir, la referencia del “yo”, el mejor historiador del mundo se desvanece en el fondo de la más grande historia jamás contada.