ESENCIAL: “Perteneciente o relativo a la esencia. Sustancial, principal, notable” (RAE).
INCIDENTAL: “Que sobreviene en algún asunto y tiene alguna relación con él. Dicho de una cosa o de un hecho: Accesorio, de menor importancia” (Ibíd.).
Por Josué Hernández
Cristo amaba a
Pedro, a pesar de que Pedro expresaba un ferviente celo sin comprensión. Pedro
audazmente quiso corregir al santo Hijo de Dios cuando el Señor decía que le
era necesario morir, ser sepultado, y resucitar al tercer día (Mat. 16:21-23).
Jesús fue paciente con Pedro mientras su entendimiento maduraba y estabilizaba
su carácter. Hubo cosas que los apóstoles en su momento no podrían sobrellevar
(cf. Jn. 16:12). Hubo cosas que entendieron “después” (cf. Jn. 13:7).
Amados
hermanos se han vuelto muy celosos, como Pedro en su tiempo, insistiendo en que
el bautismo de alguno no será válido a menos que el bautizador fuese un
cristiano calificado, de fidelidad comprobada, prácticamente, un conservador
certificado.
A su vez, fuego
ha traspasado las trincheras, mientras hermanos en Cristo se acusan mutuamente
de “falsos maestros”, retándose a debates al respecto, y levantando muros de
división. El resultado inevitable son palabras hirientes, fricciones y choques
entre hijos del Dios vivo, mientras Satanás está celebrando y aplaudiendo extasiado.
Sin duda alguna, la agenda de Satanás es promover esta controversia para que
luchemos destruyéndonos mutuamente, en lugar de rescatar almas de la esclavitud
del pecado y edificar a los santos.
No soy
erudito, ni pretendo serlo. No soy capaz de resolver esta controversia, ni
puedo influenciar sobre muchos hermanos. Sin embargo, espero en oración que usando
bien la palabra de verdad (2 Tim. 2:15) manifestemos las actitudes necesarias
para mantener y fomentar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Ef.
4:1-3).
Pongo sobre la
mesa el presente documento, esperando que sea leído con la calma y paciencia
que se requiere como fieles seguidores de Cristo.
El bautismo de la gran comisión es esencial para la salvación
El bautismo en
agua para los creyentes arrepentidos es imprescindible para la salvación por
gracia por medio de la fe. Este bautismo es esencial para la salvación de todos
los pecadores en la era del evangelio, según las palabras de Cristo en la gran
comisión (Mat. 28:18-20; Mar. 16:15,16).
Ahora bien,
¿quién está autorizado a bautizar a los creyentes arrepentidos? Si estudiamos
con paciencia, y calma, podremos conocer la verdad sobre este tema, así como
sobre cualquier otro tema, revelado en las sagradas Escrituras.
Pero,
necesitamos calma y paciencia. Si empujamos agresivamente alguna postura
particular, el resultado será más palabras hirientes y relaciones rotas. Tal
cosa no es de Dios. Satanás quiere ver caos donde Dios demanda la unidad en el
amor de la verdad.
Un problema al que debemos prestar debida atención
La presente
discusión no es un asunto inofensivo. Se reporta conflicto por este tema en
lugares lejanos, y cercanos, de este vasto mundo. Algunos hermanos están
insistiendo en “rebautizar” a cada persona que obedeció al evangelio en alguna
facción con la cual no hay comunión, por ejemplo, hermanos institucionales,
anticopitas, o premilenaristas.
Sin embargo,
si tales “conversos” obedecieron la ley del perdón de Dios que ellos debían
obedecer, y si de corazón se subordinaron a este plan de salvación (cf. Rom.
6:17,18), Dios les perdonó de sus pecados. Si luego de su bautismo participaron
en algunas prácticas falsas, o apoyaron doctrinas falsas, pero aprendiendo más
de la verdad se arrepintieron de tal proceder y confesaron su pecado, Dios les
perdonó (cf. Hech. 8:22-24; Sant. 5:19,20; 1 Jn. 1:8,9). No hay necesidad de
“rebautizar” a cada persona que obedeció el plan de salvación de Cristo, pero
que luego se halló en situaciones semejantes.
Obviamente, no
todos los casos son iguales. La diferencia no lo hará el bautizador, sino “la
forma de doctrina” que alguno hubiere obedecido. El individuo debe entender las
condiciones del perdón para obedecer “de corazón”, no podrá obedecer lo que no
entiende, pero si entendió y obedeció de corazón a Dios, Dios le perdonó.
¿Quién te bautizó?
La práctica
algo extendida de estar muy prestos a “rebautizar” en todos los casos, llevó a
la noción de que el bautismo es válido solamente si el que bautizó fue un
hermano fiel, un conservador reconocido como tal. No obstante, semejante idea
es radicalmente falsa.
En el tiempo
en que se escribía el Nuevo Testamento no todos los predicadores eran
conservadores fieles, y de buen carácter. A pesar de ello, Pablo se gozaba por
el poder de la verdad para salvar (Fil. 1:15-18). El poder de salvación no
reside en el predicador (Rom. 1:16).
¿Quién podría
saber si el que bautiza está en una plena relación con Dios al momento de
sumergir a alguno? ¿Qué será de aquel que obedeció de corazón al evangelio,
pero que fue bautizado por uno que a su vez no fue bautizado por un fiel
conservador de la doctrina?
Alguno podría
estar predicando con denuedo el evangelio mientras consume pornografía, o
alcohol, o ambos. Aquellos bautizados por él, que obedezcan el evangelio de
corazón, ¿no serán perdonados por Dios? ¿Y si el que bautizó a los obedientes resultó
ser un adúltero? Los pecados ocultos de alguno (1 Tim. 5:24) no anulan la gracia
de Dios.
Entonces, ¿puede bautizar una mujer?
En el calor de
la batalla verbal, problemas se están produciendo por discutir una serie de
escenarios imaginarios, por ejemplo, si puede o no, en determinadas circunstancias
bautizar una mujer.
Los casos
propuestos, de una mujer bautizando, son raros, meramente teóricos, sumamente
extravagantes. Pero, sí, los ha habido.
Se han
reportado algunos casos de una mujer bautizando a otra mujer. Ambas mujeres se encontraban
estudiando la palabra, y de pronto, la inconversa arrepentida solicitó ser
bautizada, pero no había siquiera un varón que ayudase en la situación urgente,
entonces, ¿no debía ser bautizada en aquella misma hora (cf. Hech. 16:33)?
Discípulos en
todas las naciones deben continuar con el encargo apostólico (Mat. 28:18-20).
Los discípulos en todas las naciones son varones y mujeres. Cristo autoriza a
las mujeres a bautizar en las circunstancias apropiadas. La única limitación a
la mujer es la de ejercer dominio sobre el hombre y enseñar sobre el hombre
(cf. 1 Tim. 2:11,12).
Entonces, ¿puede bautizar una mujer a un hombre?
Llegando a
esta instancia de la discusión, serios problemas, y fricciones innecesarias, se
han producido también, por discutir el caso de una mujer bautizando a un hombre.
Nuevamente, otro caso hipotético que nos enreda en una controversia inútil, por
una posibilidad difícil. Sin embargo, la verdad para el asunto se aprende de
Mateo 28:18-20.
“Y acercándose
Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la
tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo
lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo” (LBLA).
- Luego de afirmar su total potestad, Cristo la ejerció comisionando a sus apóstoles a predicar el evangelio a todas las naciones (cf. Mar. 16:15).
- En nuestra versión española, el verbo principal, “haced”, subordina dos verbos (“bautizándolos” y “enseñándoles”). El verbo “haced” (gr. “matheteusate”) es un verbo que abarca todo el proceso identificado por Jesucristo en este texto. Éste es el único verbo usado en el texto griego, pues los otros son participios (“yendo”, “bautizando”, “enseñando”) que muestran cómo el mandamiento había de llevarse a cabo.
- En nuestra versión española nos encontramos con dos frases subordinadas que dependen de otra principal, donde el verbo principal es “haced” (tal como en el texto griego). La frase principal es “id, y haced discípulos” y los verbos subordinados (que indican cómo hacer discípulos) son “bautizándolos…” y “enseñándoles…”.
- Los verbos “bautizándoles” y “enseñándoles” (en español) son gerundios, demostrándose como dependientes de la acción del verbo principal, “haced”. Es decir, los verbos “bautizándoles” y “enseñándoles” explican cómo hacer discípulos.
Por la acción de los apóstoles hemos sido responsabilizados
de estar haciendo discípulos. ¿Cómo? “bautizándoles, enseñándoles”. Luego,
ellos deben continuar con la comisión de estar haciendo discípulos “bautizándoles,
enseñándoles”. Cuando hacemos discípulos de Cristo de todas las naciones, estos
discípulos, varones y mujeres, deben continuar con la comisión encargada. Los “discípulos”
mencionados por Cristo en Mateo 28:19 son hombres y mujeres.
Si en un dado caso, una hermana llegase a bautizar a un varón,
porque no había algún cristiano presente que lo hiciese, ella no ejerció
dominio sobre el hombre. Cristo no prohíbe a una mujer a que participe en el
proceso de hacer discípulos. Potencialmente, una cristiana podría bautizar a un
varón para que Dios, en su gracia, perdone los pecados del obediente al
evangelio.
Aclaramos aquí que los varones tomarán siempre la iniciativa,
y actuarán siempre conforme a su rol. Una mujer bautizando a un varón para el
perdón de los pecados de éste, si llegase a suceder, no sería en una asamblea
pública donde hay varones presentes participando en el proceso de hacer discípulos
de Cristo.
Separando lo esencial de lo
incidental
El Nuevo Testamento revela claramente la verdad respecto al “un
bautismo” (Ef. 4:5) en el plan de salvación de Dios. De todos los casos
bíblicos de conversión en el libro Hechos, no hay indicio alguno de ir en busca
de alguna persona autorizada para bautizar.
Según leemos en el registro de Lucas, el que bautice es incidental,
no formando parte de la ley del perdón para la salvación del pecador
arrepentido. El libro de los Hechos no describe un tipo específico de
bautizador como requisito adicional en el plan de salvación del evangelio.
La doctrina de que algún tipo de oficial de la iglesia está
autorizado para bautizar, no viene de la Biblia, sino de las religiones falsas,
por ejemplo, el catolicismo y el protestantismo.
El propósito de Lucas al escribir Hechos es continuar la
historia comenzada en su primer tratado (Hech. 1:1) y exponer como el
testimonio apostólico se extendió desde Jerusalén hasta lo último de la tierra
(Hech. 1:8).
Hay muchos detalles incidentales en cada caso bíblico de
conversión que son irrepetibles. Leyes se han impuesto de que está prohibido el
bautisterio, porque el eunuco fue bautizado al aire libre (Hech. 8:36-38), pero
nadie ha afirmado hasta el momento, que bautizar al aire libre sea una ley
solamente para los eunucos etíopes. Hermanos enceguecidos por sus opiniones y
prejuicios no piensan con calma estudiando con cuidado la bendita palabra de
Dios.
En el primer siglo no se predicó el evangelio en español, ¿por
tal razón yo no puedo hacerlo? En el registro inspirado no leemos de algún hermano
resfriado predicando el evangelio, entonces, ¿no pueden los que estén
resfriados predicar el evangelio? Felipe usaba túnica y sandalias, no pantalón,
camisa y zapatos, por lo tanto, ¿para predicar el evangelio debo usar túnica y
sandalias? No tenemos ejemplo de un predicador con lentes, y yo los uso. No tenemos
ejemplo de una mujer bautizando a un varón en un ambiente privado. No tenemos
ejemplo de locales de reuniones con luz eléctrica, aire acondicionado, y
servicio de agua potable. Estos casos, y muchos otros más, no son discutidos en
el registro inspirado de la Biblia, son incidentales, no afectan a la gracia de
Dios y la eficacia del evangelio.
Podemos insistir de que no hay ejemplo bíblico de algún
predicador infiel anunciando el evangelio y bautizando para perdón de los
pecados, pero Filipenses 1:15-18 contradice tal conclusión.
“Algunos, a la verdad, predican a Cristo aun por envidia y
rivalidad, pero también otros lo hacen de buena voluntad; éstos lo hacen por
amor, sabiendo que he sido designado para la defensa del evangelio; aquéllos
proclaman a Cristo por ambición personal, no con sinceridad, pensando causarme
angustia en mis prisiones. ¿Entonces qué? Que de todas maneras, ya sea
fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me
regocijaré” (LBLA).
Pablo no se regocijaba de la envidia pecaminosa de los malos
hermanos, sin embargo, se alegraba al saber que predicaban el evangelio de
Cristo. Pablo sabía que las personas bautizadas bajo tal predicación serían
salvas, y se regocijó por el poder del evangelio aun cuando era predicado por
hombres infieles e indignos.
Conclusión
La hermandad no tiene la autoridad de añadir al plan de
salvación del evangelio. Nadie está autorizado para legislar sobre algún tipo
de bautizador. Tenemos preferencias, comprendemos la conveniencia, buscamos lo
provechoso, lo sabio, lo que edifica, pero no tenemos oficiales que bauticen.
Repetimos, la doctrina de que algún tipo de oficial de la
iglesia está autorizado para bautizar, no viene de la Biblia, sino de las
religiones falsas, por ejemplo, el catolicismo y el protestantismo.
No es prerrogativa de algún “clero” de la iglesia el llevar a
cabo los bautismos. En la mayoría de los casos el perdido aprende el evangelio
por un predicador o amigo cristiano, y comúnmente un cristiano le bautizará. No
obstante, hay casos, aislados, incluso sorprendentes, en los cuales el pecador
aprendió la verdad por sí mismo, por ejemplo, buscando en un sitio Web, y
reconociendo la necesidad de su alma buscaba el perdón, pero no había
cristianos fieles cerca de él. ¿Debía buscar un oficial autorizado que le bautizara
“en aquella misma hora” (Hech. 16:33)? ¿Es el bautizador esencial para que Dios
extienda su gracia y perdone el pecado?
Entendemos por la Biblia, que:
- No hay relación entre el que bautiza con el perdón de pecados de aquel que es bautizado.
- El que bautiza no tiene potestad para el perdón de los pecados del bautizado.
- El que bautiza no es parte del plan de salvación.
A la vez, entendemos que no todo bautismo
"para perdón de los pecados" resultará eficientemente en el
"perdón de los pecados". Dios no perdonará al que sólo se bautiza,
sin arrepentirse, aun cuando sea bautizado por un fiel cristiano.
Sabemos de bautismos "para el perdón de
los pecados" que no resultan en ello:
- Mormones bautizan para el perdón de pecados.
- Católicos bautizan para el perdón de los pecados.
- Algunos evangélicos bautizan para el perdón de los pecados.
- Hermanos en Cristo han bautizado para el perdón de los pecados a quienes no tuvieron la fe, ni estaban arrepentidos, al momento de la inmersión, sino que solicitaron ser bautizados por "la presión" y/o "la emoción".
No creemos
en la regeneración bautismal. El
"bautismo solo" no salva. Dios no ha dicho "bautismo solo".
La Biblia nos revela un plan de salvación para el incrédulo del mundo, y este
plan involucra, además del bautismo, el oír la verdad, la fe en la verdad, el
arrepentimiento, y la confesión de la fe en Cristo como el Hijo de Dios. ¿Será
perdonado por Dios el que se bautizó sin arrepentirse primero (cf. Hech. 2:38)?
¿Será salvo por gracia el que se bautizó sin creer primero (Mar. 16:16)?
Sabemos la respuesta.
Considérese,
además, lo siguiente. Una persona no puede ser "mal enseñada y bien
bautizada". Mormones no fueron adoctrinados en el evangelio de Cristo,
pero fueron bautizados, entonces, ¿su bautismo resulto en el "perdón de
los pecados"?
En la
hermandad, volviendo al caso anterior, algunos han tenido que "bautizarse
nuevamente", es decir, realmente bautizarse "para el perdón de los
pecados", porque antes, cuando eran adolescentes, se "bautizaron"
presionados por sus padres, o incluso, por algún predicador.
Tengamos el
cuidado de enfatizar adecuadamente "la enseñanza" previa, es decir,
la predicación recibida, y no solamente el "propósito" de un dado
"bautismo" (cf. Hech. 16:32,33; 18:8). Una persona no puede ser
mal enseñada y bien bautizada.
Este asunto debe ser estudiado
hermanablemente, y si alguno se opone y contradice causando división, el tal
debe ser señalado de manera ordenada y formal. Pero, no conviene ser
apresurados. El celo debe ir acompañado de "ciencia" (cf. Rom.
10:2).
Luchando por la unidad, no olvidemos las
actitudes que Cristo demanda, por ejemplo, "humildad, mansedumbre,
paciencia" (Ef. 4:1-3).
Debemos contender por la fe (Jud. 3), pero es
pecado ser contenciosos (cf. 2 Tim. 2:24-26). Desequilibrarnos en este asunto
nos hace culpables de pecado. No podemos mantener "la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz" mediante la contención carnal.
Si algún hermano está "equivocado",
tratémosle como tal, como a un "hermano equivocado". ¡Asegurándonos
de que realmente esté equivocado! No somos
enemigos (cf. 1 Tes. 3:15). No maltratemos a hermanos en Cristo por
impaciencia.
No es
correcto impugnar motivaciones. No conocemos los corazones, no sabemos las
intenciones. Debemos enfocarnos en los hechos, en las palabras, en la evidencia
(cf. Jn. 7:24; 2 Cor. 13:1).
Como muchas
veces ha ocurrido, no sería extraño que en una controversia como la presente,
carnalidad general, por ejemplo, mentira y chisme, se levanten. Asuntos
personales podrían llegar a entrelazarse con el problema de comprensión
principal. Sin embargo, debemos ser optimistas. La verdad nos hace libres (Jn.
8:32).
Esperamos que esta controversia no nos siga distrayendo de
predicar el evangelio a los pecadores del mundo y de edificar a los santos.
Presionar a la hermandad por casos imaginarios y extraños, o reales, pero
aislados, no salvará almas. Contender carnalmente, acusando, denostando y parloteando
con palabras malignas, sólo ofrecerá un espectáculo divertido para Satanás.