¿Afirma Génesis 6:2 que ángeles se unieron sexualmente a seres humanos?



Por Josué Hernández


Es popular la idea de que el pecado de algunos ángeles (hebreo, “nefilim”) fue el de unirse sexualmente con seres humanos, y se cita para ello Génesis 6:2. Pero, el contexto no habla de ángeles, sino de hombres, de seres humanos. "la maldad de los hombres…" (Gen. 6:5) es el punto del contexto.

Los ángeles son espíritus (Heb. 1:14), y los espíritus no tienen carne ni huesos (Luc. 24:39), ¿cómo podrían ángeles tener sexo con seres humanos de carne y hueso?
Cristo dijo que los ángeles no se casan ni se dan en casamiento (cf. Mat. 22:30; Mar. 12:25; Luc. 20:35,36).

Entonces, ¿quiénes son los hijos de Dios?
 
Los “hijos de Dios”  (Gen. 6:2) eran los descendientes de Set, que eran fieles y temerosos de Dios (Gen. 4:26), pero que se casaron con mujeres descendientes de Caín. Un vínculo matrimonial entre familias pías e impías.
Sólo hay dos clases de persona delante de Dios, los justos y los malos, es decir, los piadosos y los impíos (cf. Sal. 1).

El pecado no quedará impune

La maldad de los impíos todavía enoja a Dios (Gen. 6:5; Jn. 3:36). Él está airado contra  el impío todos los días (Sal. 7:11). Y él espera en su paciencia (2 Ped. 3:9), y manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan (Hech. 17:30).

Cristo libra de la ira venidera a su pueblo, aquellos que le esperan (1 Tes. 1:10). Los cristianos saben que por Cristo serán salvos de la ira en el día final (Rom. 5:9).

Dios espero en los días de Noé (1 Ped. 3:20), y pocos fueron salvos (1 Ped. 3:21). Los demás no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos (Mat. 24:39).

Cristo dijo, “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Luc. 21:34-36).