¿Cómo endurece Dios el corazón?


Por Josué Hernández


Afirmar que “Dios endurece el corazón” suena como si Dios forzara el corazón de alguno para que no pueda creer. Si así fuera el caso, podríamos preguntarnos si la incredulidad fue la única opción del individuo soberbio. Sin embargo, antes de cuestionar una afirmación, y discutir sin rumbo, vayamos a las Escrituras para estudiar lo que Dios revela sobre este proceso de endurecimiento del corazón humano. Consideremos la obra de Dios en el endurecimiento del corazón humano.

“Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas” (Ex. 7:3; cf. 9:7; 10:1,20,27)

“Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra” (Rom. 9:17)

¿Qué significa esto? ¿Faraón hubiese querido liberar a los israelitas, pero Jehová Dios no lo dejó? Primeramente, nos asombramos del registro en la Escritura acerca del corazón de Faraón, el cual varias veces se menciona durante este período crítico. Luego, al profundizar en el evento histórico con todas sus circunstancias, aprendemos que Faraón endureció su propio corazón, por su propia voluntad, al rebelarse contra Dios (Ex. 8:15,32; 9:17,34; 10:3,16). E incluso, aprendemos que el corazón de Faraón se endureció (Ex. 7:13,14,22; 8:19; 9:35).

Entonces, tres cosas se dicen del corazón de Faraón:
  • Que fue Dios quien endureció el corazón de Faraón. 
  • Que fue Faraón quien endureció su propio corazón. 
  • Y, que el corazón de Faraón se endureció.

La Biblia no enseña que Dios forzó a Faraón a rebelarse. Este varón altivo, quería algo diferente a la voluntad del Señor, y al oponerse a Dios resistiendo su voluntad, endureció su corazón. Evidentemente, ocurrió un choque de voluntades. Jehová Dios, provocó el endurecimiento indirectamente, al presentar mandamientos que este hombre rebelde no aceptaría. Dicho de otro modo, la palabra de Dios endureció el rebelde corazón de Faraón.

“¿Por qué endurecéis vuestro corazón, como los egipcios y Faraón endurecieron su corazón? Después que los había tratado así, ¿no los dejaron ir, y se fueron?” (1 Sam. 6:6).

Corazones endurecidos en la actualidad

El proceso de endurecimiento continúa ocurriendo actualmente. Cada persona que endurece su corazón, lo hace por negarse a ceder a la voluntad de Dios. El escritor inspirado, citando el Salmo 98, dijo a los hebreos, “No endurezcáis vuestros corazones” (Heb. 3:8).

El pueblo de Dios endureció su corazón contra Dios, lo cual podría suceder a nuestros corazones también, por el engaño del pecado, si no nos humillamos bajo la poderosa mano de Dios, “antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Heb. 3:13).

Cada uno de nosotros puede creer en Jesucristo y su palabra. Tenemos la capacidad de obedecer al evangelio, y entregar nuestra vida al Señor. Sin embargo, muchos no lo harán, porque no quieren (cf. Mat. 23:37; Luc. 6:46; Jn. 5:40; 7:17).

Conclusión

Un corazón endurecido para con Dios es reprobado, ya sea el corazón de un egipcio, un judío, o cualquier otro gentil. Dios podría haber cambiado su voluntad para someterse a la voluntad de Faraón (cf. Ex. 10:24), pero Dios no lo hizo, y debido a aquello, Jehová endureció el corazón de Faraón (Ex. 10:27).

Cada persona endurece su propio corazón al no ceder a la voluntad de Dios. Así, pues, Dios endurece el corazón del rebelde al no ceder a sus caprichos.

El engaño del pecado (Heb. 3:13) y las preferencias religiosas de la mayoría son fuerzas poderosas. La batalla se gana, o se pierde, en el corazón.


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