Por Josué Hernández
Lo
que es la fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1).
Cómo
se produce la fe: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios” (Rom. 10:17).
No hay salvación sin evangelio:
“…agradó a Dios salvar a los creyentes por la
locura de la predicación” (1 Cor. 1:21).
Debemos
vivir por fe: “porque por fe andamos, no por vista”
(2 Cor. 5:7; cf. 4:18).
El
incrédulo anda “por vista”, no anda “por fe”.
“…uno anda por fe cuando
anda según la palabra de Dios nos instruye y manda. Andar por vista es todo lo contrario”
(Notas sobre 2 Corintios, Bill H. Reeves).
No
andamos por fe cuando:
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Miramos las dificultades y actuamos por lo que sentimos, y no por lo que
sabemos.
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Obedecemos lo que dicta la mayoría, porque “todos lo hacen”.
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Impresionados por las circunstancias dejamos la Biblia, es decir, la revelación
de lado.
--
Hacemos algo porque “podemos” sin cuestionarnos si “debíamos hacerlo”, creyendo
que la capacidad para hacer algo sustituye la autorización del Señor para que
lo hagamos.
Cristo
dijo: “bienaventurados los que no vieron, y creyeron" (Jn.
20:29). Entonces, son dichosos los que no vieron y creyeron respecto a lo
que tuvo que ver para creer Tomás.
Pero, ¿qué es lo que
tenemos que creer sin ver? Lo mismo que declaró Tomás, la identidad divina de
Jesucristo: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Jn. 20:28).
Luego, todas las promesas
y advertencias de Cristo adquieren su real valor, al entender quién las expresó.
Es necesario que creamos de corazón todo lo que Dios nos dice (cf. Rom. 4:18-22). Abraham fue galardonado con el título de padre de los creyentes porque confió en Dios aun respecto a cosas que habrían parecido ilógicas, e incluso imposibles (Génesis 12; 15; 17; 22). La fe genuina simplemente acepta lo que Dios promete, o advierte. La persona de fe, no se negará a obedecer los mandatos de Dios y seguir sus instrucciones, esperando en él, "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn. 11:40).
Es necesario que creamos de corazón todo lo que Dios nos dice (cf. Rom. 4:18-22). Abraham fue galardonado con el título de padre de los creyentes porque confió en Dios aun respecto a cosas que habrían parecido ilógicas, e incluso imposibles (Génesis 12; 15; 17; 22). La fe genuina simplemente acepta lo que Dios promete, o advierte. La persona de fe, no se negará a obedecer los mandatos de Dios y seguir sus instrucciones, esperando en él, "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" (Jn. 11:40).
¿Qué clase de persona somos? ¿Esperamos ver para creer, o confiamos de corazón en las promesas y advertencias del Señor aún cuando nuestros sentidos no perciben el futuro?