Apresura sus pasos



Por Josué Hernández


No pocas veces he oído que, al comenzar un servicio de adoración, aunque sincero y bien intencionado, el hermano que dirige la oración pide por los que no están presentes diciendo: “…apresura los pasos de los que vienen en camino…”, agregando algo como lo siguiente, “…quita todo obstáculo…”

Preguntamos, ¿cómo podría suceder esto? ¿Podrán los pies de los hermanos ausentes moverse más rápido que de costumbre? ¿Serán movidos los obstáculos del camino de los hermanos que vienen atrasados a la reunión? ¿Por qué orar por una cosa que no se sabe ni se comprende?

El apóstol Juan nos instruye, “Y esta es la confianza que tenemos delante de El, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, El nos oye” (LBLA). Es incorrecto asumir que toda oración será oída por Dios sin importar lo que se pida. Cada oración debe ser bien pensada, y sobre todo, ajustada a la revelación de Dios en su palabra. Repasemos algunos principios que recordar para dirigir una oración pública.

Responsabilizarnos

Todos cosechamos lo que sembramos, por lo tanto, cada cual debe prepararse para llegar puntualmente a cada reunión de la iglesia local (cf. Heb. 10:25; Rom. 12:11), recordando que Dios no hará por nosotros lo que debemos hacer por nosotros mismos (ej. Jn. 9:7; 11:39).

Evitar la oración desinformada

Si no sabemos por qué algunos no están con nosotros en determinada reunión, no pretendamos siquiera sugerir algo en oración. En lugar de solamente orar para que lleguen a la reunión, preocupémonos “los unos por los otros” (1 Cor. 12:25).
Si sabemos que hay irresponsabilidad en una impuntualidad reiterada y evidente, la oración no reemplazará nuestra responsabilidad de alentar y amonestar (1 Tes. 5:14).

No repitamos lo que no entendemos. Hermanos sinceros repiten sin entender lo que otros siempre dicen, a la vez que hermanos de años en la fe usan de frases prefabricadas para cada una de sus oraciones dando un mal ejemplo a los más nuevos en la fe. La oración aceptable no contiene repeticiones vanas y palabrería (cf. Mat. 6:7).  

Pedir conforme a la voluntad de Dios

No tenemos declaración expresa, mandamiento directo, ejemplo aprobado o implicación divina, que nos autorice a pedir “que sean apresurados los pasos…” o la frase “…quita todo obstáculo…”

Preguntamos: ¿Serán apresurados si están en el hospital? ¿Qué de los irresponsables? ¿Y si tiene problemas articulares? ¿Y si comenzó labores de parto? ¿Y si sufrió un percance serio en el camino? ¿Es para edificación esta clase de oración? ¿Podremos manipular a Dios?

Que dirijan los idóneos

La planificación de la iglesia local debe involucrar quiénes realizarán las oraciones y por qué cosa orarán. Si alguno no es apto para dirigir la oración, ¿por qué designarle para ello?

La oración pública no debe ser usada para parecer generosos y simpáticos. Si alguno aún no es idóneo para dirigir la oración lo hará en otra ocasión. Nuestro propósito es dar gloria a Dios y ser todos edificados en nuestras asambleas (1 Cor. 14:26,40).