Por Josué Hernández
Cristo dijo “No penséis que he venido para abolir la
ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir” (Mat. 5:17,
LBLA), y debido a una mala interpretación de esta declaración del Señor algunos
insisten en que la ley del Antiguo Testamento aún está en vigencia. Será
necesario, por lo tanto, estudiar esta declaración, y aprender qué significa y
cómo se aplica esta palabra del Señor.
Leamos la declaración completa: “No penséis que he
venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para
cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no
se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se
cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los
más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de
los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado
grande en el reino de los cielos” (Mat. 5:17-19, LBLA).
A primera vista, suena como si la ley todavía está en
vigencia porque nunca sería abolida, sin embargo eso no es lo que Cristo
afirmó. Los discípulos suponían que el Señor tenía como propósito primario el
abolir la ley y los profetas, es decir, abrogar, deshacer, derribar, tumbar, o
destruir, la revelación del Antiguo Testamento. Sin embargo, Cristo les dijo
que el vino a cumplir la ley y los profetas. Este primer punto es
importantísimo. El propósito principal del Señor no fue el abolir la ley, sino el
cumplirla.
Luego, aprendemos que la ley estaría vigente hasta que
pasen los cielos y la tierra, es decir, hasta el fin del mundo, a menos que se
cumpliera. Lo cual nos lleva a considerar nuevamente el propósito de la venida
de Cristo, quien la vino a cumplir. La frase “hasta que toda se cumpla” indica
el momento en el cual la ley pasaría habiendo sido cumplida en Cristo.
Debemos reconocer una figura de lenguaje aquí, llamada
elipsis, y expresada en el “no… sino…” unido al “verbo común”, según lo cual,
el “no” es relativo y pierde énfasis bajo la segunda cláusula “sino”. Este modismo
es común en las Escrituras. Estudiemos algunos ejemplos:
- No solamente os hagáis… sino primeramente haceos: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan” (Mat. 6:19,20).
- No solamente me recibe a mí, sino primeramente al que me envió: “El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” (Mar. 9:37)
- Trabajad no solamente por… sino primeramente por: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre” (Jn. 6:27).
- No solamente me envió Cristo a bautizar, sino primeramente a predicar: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (1 Cor. 1:17).
En Mateo 5:17 Cristo dijo “No penséis que he venido
para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir”. Es decir, “no he venido solamente para abrogar, sino primeramente
para cumplir”.
Elocuentemente, el Nuevo Testamento indica que la ley fue
abolida por Cristo cuando este la llevó a su cumplimiento. La ley estaría en
vigencia hasta que viniese la simiente de Abraham (Gal. 3:19) y esta simiente
es Cristo (Gal. 3:16), lo cual nos lleva a pensar que en algún momento de su
ministerio Cristo anuló la ley por cumplirla totalmente.
“aboliendo en su
carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para
crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz”
(Ef. 2:15, LBLA).
“habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en
decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio,
clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo
de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El” (Col.
2:14,15, LBLA).
El ministerio sacerdotal de Cristo requería un cambio de
ley (Heb. 7:11-14), por tal razón fue quitado el primer pacto y fue establecido
un nuevo pacto (Heb. 10:9), lo cual concuerda con la profecía de Jeremías de
que Dios haría un Nuevo Pacto con su pueblo (Jer. 32:31-34), ¿no debía Jesucristo
cumplir esta profecía también?
Cristo cumplió la ley a lo menos de cuatro maneras.
Primeramente, cumplió los preceptos de la ley manteniéndolos perfectamente
(Gal. 4:4) sin transgredirlos (Jn. 8:46). En segundo lugar, cumplió todas las
profecías de la ley respecto a su obra redentora, más de trescientas profecías,
además de las figuras y sombras en la ley, como son las ciudades de refugio, el
día de la expiación, la pascua, la redención, etc., tanto así que, al final de
su ministerio se refirió al cumplimiento de todo lo que estaba escrito de él (Luc.
24:44,45). En tercer lugar, cumplió la pena de la ley por el pecado (Gal. 3:10-13)
gustando la muerte por todos (Heb. 2:9). En cuarto lugar, cumplió el propósito
de la ley. La ley contenía la intención de dar vida (Deut. 30:15-20), sin
embargo, tenía una deficiencia importante (Rom. 5:6; 8:3). Sin embargo, el fin
de la ley es Cristo (Rom. 10:4) no sólo en el sentido de cesación, sino también
en la forma de meta o intención.
Conclusión
La declaración de Jesús en Mateo 5:17-19 no impidió que
el quitara la ley. Al contrario, Cristo cumplió todo lo que la ley decía de él.
Una vez que hizo esto, la cumplió y la quitó. Hasta que esto ocurriera, sin embargo,
advirtió contra el descuido al enseñarla y obedecerla. Ciertamente, no vivimos bajo
ley del Antiguo Testamento, sino bajo la gracia, pero debemos mantener el mismo
espíritu cuidadoso al enseñar el evangelio y obedecerlo.