Ejemplo y declaraciones explícitas respecto a la observancia de la cena del Señor

 
Por Josué Hernández

 
Aunque el apóstol Pablo no estuvo presente cuando el Señor instituyó su cena (Mat. 26:20-29; Mar. 14:17-25; Luc. 22:14-20) Pablo recibió por inspiración directa (Gal. 1:11,12) las instrucciones que enseñaba en todas partes y a todas las iglesias (1 Cor. 4:17; 7:17; 11:2; 14:33) respecto a ella.
 
Escribiendo a los corintios, el apóstol Pablo dijo, “Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de mí. De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto cuantas veces la bebáis en memoria de mí” (1 Cor. 11:23-25, LBLA).
 
Ejemplo aprobado y declaraciones expresas
 
En Hechos 20:7 aprendemos, por un ejemplo aprobado, que la cena del Señor ha de ser observada cada primer día de la semana cuando se congrega la iglesia local, ejemplo que es confirmado por las declaraciones explícitas del apóstol Pablo, un hombre inspirado y embajador de Cristo, “cuando os reunís como iglesia… Por tanto, cuando os reunís… Así que, hermanos míos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros… para que no os reunáis para juicio” (1 Cor. 11:18,20,33,34, LBLA).
 
La reunión de los santos locales fue el espacio indiscutible en el cual perseveraban en el partimiento del pan los primeros cristianos según fueron enseñados por la instrucción apostólica (Hech. 2:42; 20:7; 1 Cor. 4:17; 11:18).
 
El apóstol Pablo enseñaba que toda otra clase de comida tiene su espacio y lugar, y este lugar está fuera de la reunión de los santos locales, no así con la cena del Señor que ha de ser observada cuando los santos locales se reúnen: “¿Qué? ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios y avergonzáis a los que nada tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabaré… Si alguno tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Los demás asuntos los arreglaré cuando vaya” (1 Cor. 11:22,34; cf. Hech. 2:42; 20:7).
 
Por lo tanto, si buscamos autorización, licencia o permiso, para participar de la cena del Señor, debemos reconocer que la autorización para la observancia de la cena del Señor es evidente respecto al espacio en el cual ha sido autorizada. Este lugar es donde esté la iglesia local reunida cada primer día de la semana (Hech. 2:42; 20:7). Ya sea en una casa (Rom. 16:5; Col. 4:15; Fil. 1:2) o en un edificio propio, o en algún otro lugar donde logre congregarse.
 
Según la instrucción apostólica, el cristiano pasará a la mesa del Señor (1 Cor. 10:21) cuando se reúne con los demás miembros de la congregación (1 Cor. 11:18,33) o cuando visita una iglesia del Señor el primer día de la semana (Hech. 20:7).
 
¿Puede una deducción invalidar la revelación?
 
Las inferencias, es decir, las deducciones, no pueden contradecir los ejemplos aprobados y las declaraciones explícitas. Todas las inferencias que contradicen los ejemplos aprobados y las declaraciones explícitas no son inferencias necesarias, sino más bien especulaciones que nacen de la imaginación y que contradicen la revelación de Dios en su palabra.
 
Usar una historia emocionante o sensacional, para invalidar la palabra de Dios, exhibe ignorancia como la demostrada por los saduceos y su historia de los siete hermanos (cf. Mat. 22:23-29).
 
Omitir los ejemplos aprobados, siguiendo las especulaciones de la imaginación, nos lleva a la desobediencia, abriendo la puerta a toda clase de innovaciones de la sabiduría humana.
 
¿Qué debe y puede hacer la hermandad ahora? Escudriñar las Escrituras para saber lo que las iglesias del primer siglo hacían, y estar conformes con el ejemplo apostólico que nos sirve de guía. Podemos entender y aceptar lo que la Biblia dice acerca de lo que los cristianos del Nuevo Testamento hacían. Podemos reconocer perfectamente el patrón de Dios para el gobierno y trabajo de la iglesia local.
 
 
“Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra” (2 Tes. 2:15, LBLA).

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