Bibliolatría



Por Josué Hernández 

 
Durante mucho tiempo aquellos de nosotros que consideramos a las sagradas Escrituras como la ley de Dios, entendiéndolas no como sugerencias o pautas, sino como la bendita palabra de Dios, hemos sido acusados de “legalistas”, “tradicionalistas”, e incluso, “fariseos”. Sin embargo, un nuevo e ingenioso término se está usando, y este es: “bibliolatría”.
 
¿A qué se refieren los críticos con eso de bibliolatría? Con esta nueva etiqueta se pretende señalar una excesiva reverencia por la Biblia al punto de la adoración.
 
La etiqueta pretende ser justificada porque se nos acusa de adorar a la Biblia en lugar de adorar a Dios, haciendo de la Biblia un ídolo. Preguntamos, ¿es justo usar semejante acusación si la Biblia solo contiene sugerencias o pautas? El crítico en su afán por liberarse de la palabra de Cristo tiene que usar de etiquetas para predisponer mentes.
 
La reverencia por lo que Dios ha revelado en su palabra no es “bibliolatría”. El apóstol Pablo dijo a los corintios, “aprendáis a no pensar más de lo que está escrito” (1 Cor. 4:6), y luego agregó, “Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Cor. 14:37). Y escribiendo a los tesalonicenses dijo, “Así que, hermanos, estad firmes y conservad las doctrinas que os fueron enseñadas, ya de palabra, ya por carta nuestra” (2 Tes. 2:15, LBLA; cf. 1 Cor. 11:2,23).
 
Pablo entendía la revelación escrita de Dios como “inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16), señalando a la colección de tales escritos como “Sagradas Escrituras” (2 Tim. 3:15).
 
Pedro condenaba a quienes torcían el sentido de la revelación escrita (2 Ped. 3:16) y decía, “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios… para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo…” (1 Ped. 4:11). El apóstol Pedro enseñaba a considerar atentamente las profecías cumplidas en Cristo (1 Ped. 1:10-12; 2 Ped. 1:19-21).
 
Las instrucciones de Pablo y otros hombres inspirados no son sorprendentes frente a la actitud de Jesucristo por las Sagradas Escrituras. Jesús enseñaba que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Jn. 10:35) y respetaba tanto la “jota” como la “tilde” (Mat. 5:18), incluso los tiempos verbales expresados (Mat. 22:31,32).
 
Conocemos a mucha gente que reverencia lo que Dios dice en la Biblia, pero nunca hemos visto a tales personas adorar a la Biblia. Lo que si vemos a diario es a quienes ignoran y rechazan las Sagradas Escrituras haciendo un ídolo de sí mismos, lo cual es “egolatría”.
 
 
“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Tim. 3:16-17, LBLA).