Por Josué Hernández
El apóstol Pablo escribió, “Y El
os dio vida a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en
los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en
los hijos de desobediencia” (Ef. 2:1,2, LBLA).
En la Biblia, “hijos de” denota
relación y semejanza, y, por lo tanto, identidad y rol. Cada cual es “hijo” de
lo que hace o imita. En fin, nuestro comportamiento podría indicar que somos “hijos
del diablo” (Jn. 8:44) o “hijos amados” de Dios (Ef. 5:1), hijos de las
tinieblas o hijos de luz (1 Tes. 5:5). José fue llamado “Bernabé”, que
significa “hijo de consolación” (Hech. 4:36).
Cuando Pablo menciona a los hijos
de desobediencia, los relaciona por su semejanza, o naturaleza, al seguir el
modelo perverso de la desobediencia. “Todos los inconversos son hijos de
desobediencia en el sentido en que están caracterizados por la desobediencia a
Dios. Están energizados por Satanás y por ello están dispuestos a desafiar,
deshonrar y desobedecer al Señor” (W. MacDonald). “La desobediencia es la
característica principal de su vida. El espíritu de Satanás obra en éstos
mientras que el poder de Dios obra en nosotros” (W. Partain).
¿Cómo obra Satanás mediante su
espíritu en los hijos de desobediencia de hoy? Satanás usa de maquinaciones y asechanzas
(2 Cor. 2:11; Ef. 6:11), y puede hallar lugar en el corazón mediante el
orgullo, “es mi vida, y yo haré lo que quiera con ella”. Mediante la
ingratitud, “no siento ganas de servir a Dios”. Mediante el egocentrismo, “yo
pienso, yo creo, yo soy primero”. Mediante la busca de la popularidad, “quiero
que me conozcan en las redes sociales”. Mediante la diversión, “yo tengo que
divertirme con mis amigos”. Mediante el placer, “me gusta cómo se siente y quiero
más”.
Todo pensamiento que nos lleve a
la desobediencia a Dios debe ser purgado de nuestra mente, para no ser “hijos
de desobediencia” (Ef. 2:2).
Las palabras de Pablo son un
recordatorio urgente que debe motivar todo corazón a salir de la esfera de
acción de Satanás y cuidar lo que piensa y hace, con quienes se relaciona y lo
que ocupa su tiempo día a día.
“Nadie os engañe
con palabras vanas; pues a causa de estas cosas viene la ira de Dios sobre los
hijos de desobediencia” (Ef. 5:6, LBLA).