Por Josué Hernández
La perspectiva que el apóstol Pablo
tenía de la vida en Cristo es la siguiente, “Hermanos, yo mismo no pretendo
haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda
atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3:13,14).
¿Qué debemos hacer cuando
enfrentamos desafíos en el servicio a Cristo a pesar de que nos esforzamos cada
día por ser fieles al Señor? ¡Seguir adelante sin detenernos! Debemos perseverar
sin desmayar, entendiendo el propósito de las pruebas, dejando a la paciencia hacer
su obra (Sant. 1:2-4) y confiando en la fidelidad del Señor (1 Cor. 10:13). El
apóstol Pedro describió las pruebas de la vida como fuego purificador (1 Ped.
1:7), y nos insta a enfocarnos en el Señor (v.8) para así alcanzar la salvación
de nuestras almas (v.9).
¿Qué haremos si nos sentimos
decepcionados por haber sucumbido a una tentación? ¡Seguir adelante sin detenernos!
Si alguno hubiere pecado, debe buscar el perdón hoy mismo (cf. Hech. 8:22; 1
Jn. 1:9; 2:2) y que aprendamos lo que sea necesario aprender de aquel tropiezo.
¿Qué haremos cuando las
condiciones a nuestro alrededor se deterioran y los impíos prevalecen en la
sociedad? ¡Seguir adelante sin detenernos! Noé logró ser justo a pesar de la
maldad general (Gen. 6:9). Nosotros podemos ser luminares en un mundo en
tinieblas (Fil. 2:15).
¿Qué haremos cuando los estudios
bíblicos no resultan en conversiones y la mayoría rechaza a Cristo? ¡Seguir
adelante sin detenernos! Seguiremos buscando con quiénes estudiar. ¡Ni siquiera
Jesús o sus apóstoles convirtieron a todos los que enseñaban! Nuestro trabajo
es enseñar el evangelio, el cual es el poder de Dios a todo aquel que cree, no
a todo el mundo (Rom. 1:16). El evangelio obrará en los que creen (1 Tes. 2:13).
¿Qué haremos cuando hermanos
abandonan sus responsabilidades, desmayan, y vuelven atrás? ¡Seguir adelante
sin detenernos! “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición,
sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Heb. 10:39). “No nos
cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”
(Gal. 6:9).
“Así que, yo de
esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien
golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea
que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Cor.
9:26,27).