Resucitados con Cristo

 


Por Josué Hernández

 
Cada primer día de la semana los cristianos se reúnen para recordar la muerte y resurrección de Jesucristo (cf. Hech. 2:42; 20:7), sabiendo que su muerte fue necesaria para nuestra salvación y su resurrección para nuestra seguridad de que el Padre aceptó esa expiación (Rom. 4:25; 1 Cor. 15:17).
 
La muerte y resurrección de Jesucristo fueron esenciales para nuestra salvación, pero también lo son nuestra muerte y resurrección con Cristo. La Biblia nos habla elocuentemente de ello. Todos los verdaderos cristianos hemos resucitado con Cristo para vivir en él (Jn. 10:10).
 
Resucitados con Cristo mediante la fe
 
“sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos” (Col. 2:12). El mismo poder que resucitó a Jesús es el que nos ha dado vida en Cristo. Recibir ese poder de resurrección espiritual es mediante la fe, confiando en que Dios hará lo que prometió, y confiando en los medios que proporcionó en su gracia, a saber, la muerte de Cristo y la predicación del evangelio que nos informa como beneficiarnos del sacrificio de Cristo.
 
Resucitados con Cristo en el bautismo
 
“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” (Rom. 6:3). En el bautismo que Cristo mandó (Mat. 28:19; Mar. 16:15,16), el cual es uno (Ef. 4:5), somos sepultados con Cristo y resucitados con él (cf. Col. 2:12), “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Rom. 6:4).
 
El pecado resulta en muerte, separación de Dios (cf. Is. 59:1,2; Ef. 2:1). Dios misericordiosamente perdona en Cristo, y da “vida nueva”, al creyente arrepentido que es bautizado (Rom. 6:3,4), y así, deja de existir un pecador más en el mundo (cf. Hech. 2:38).
 
Resucitados con Cristo a una posición exaltada
 
“y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Ef. 2:6). Así como Dios resucitó a Jesús de entre los muertos y lo exaltó (Ef. 1:20-23), también nos ha resucitado y exaltado con él. Tenemos la esperanza de la vida eterna (1 Jn. 2:25), y “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Fil. 3:20).
 
Lo que se espera de los resucitados con Cristo
 
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col. 3:1,2). Un ciudadano del reino de los cielos vive en Cristo. Su meta y prioridad, elecciones y comportamiento, reflejan su nueva vida en Cristo.
 
¿Hemos resucitado con Cristo para vida nueva? 

¿Vivimos como ha de hacerlo todo aquel que ha resucitado con Cristo?