Por Josué Hernández
“El fin de todo el discurso oído es
este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”
(Ecles. 12:13).
La mayoría de las personas quiere vivir el mayor tiempo
posible y alcanzar sus metas, viajar a lugares exóticos, ver crecer a sus hijos
y nietos, y si es posible, a los bisnietos. Sin embargo, pocos reflexionan
sobre lo que significa vivir una vida plena.
Matusalén vivió casi mil años. Exactamente, 969 años
(Gen. 5:27). Para ponerlo en perspectiva, pensemos en todo lo que ha ocurrido
desde el año 1051 hasta el presente. No sólo mucho tiempo, sino también muchos acontecimientos.
Sin embargo, además de su larga vida, no sabemos alguna otra cosa de Matusalén.
¿Fue Matusalén un hombre de fe? ¿Fue justo delante de
Dios? ¿Fue Matusalén una bendición para su generación? La Biblia guarda
silencio. Si murió el año del diluvio, ¿fue la muerte de Matusalén natural o
estaba entre los malvados destruidos por el diluvio? Viviendo tantos años,
ciertamente, Matusalén tuvo muchas oportunidades para servir a Dios, ¿aprovechó
dichas oportunidades?
El padre de Matusalén vivió alrededor de un tercio del
tiempo. Enoc dejó una huella inconfundible en su corta vida. Judas lo menciona
como profeta (Jud. 14,15), y el autor a los hebreos dice, “Por la fe Enoc fue
traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y
antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Heb.
11:5).
El nieto de Matusalén también dejó su huella, “Pero Noé
halló gracia ante los ojos de Jehová… Noé, varón justo, era perfecto en sus
generaciones; con Dios caminó Noé” (Gen. 6:8,9). “Por la fe Noé, cuando fue
advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el
arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho
heredero de la justicia que viene por la fe” (Heb. 11:7).
Cuando se trata de vivir plenamente no confundamos “cantidad”
con “calidad”. No es lo mismo “vivir mucho tiempo” a “vivir bien”. Una buena
vida puede ser breve. La buena vida glorifica a Dios y no al hombre. Y, la
pregunta es, ¿estamos viviendo plenamente la vida que Dios nos ha dado? ¿Vivimos
para la gloria de Dios?