El alma tiene inmenso valor. Cristo dijo: “Pues ¿qué provecho obtendrá
un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a
cambio de su alma?” (cf. Mat. 16:26, LBLA). Muchos no consideran su alma. No podemos cuidar y preservar aquello que
menospreciamos. La sola posibilidad de perder el alma es una aterradora realidad,
y hay varias formas de que semejante tragedia ocurra.
Haga lo que
quiera en religión
Es decir, elija la iglesia de su elección (cf. Mat. 15:13; Hech. 20:28)
y siga su conciencia (Hech. 26:9-11) o, simplemente, confórmese con una vida
religiosa que disimula la desobediencia (cf. Mat. 7:21-23; 2 Tim. 1:13; Col.
3:17).
Enfóquese en
cosas materiales
Persiga el dinero como un fin en sí. Viva para consumir (cf. Mat. 16:26;
Mar. 4:18,19; Luc. 12:16-21), y desobedezca el consejo de Cristo, quien dijo: “No
os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y
donde ladrones penetran y roban; sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni
la polilla ni la herrumbre destruyen, y donde ladrones no penetran ni roban; porque
donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mat. 6:19-21, LBLA).
Sea
negligente
Corra como a la ventura y sin dominio propio (cf. 1 Cor. 9:24-27; Fil.
3:14). Desarrolle un corazón malo de incredulidad (cf. Heb. 3:12; 4:2). Desobedezca
el consejo de Pedro, “Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario,
el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar” (1 Ped.
5:8, LBLA).
Dependa de
otros
No trabaje por su propia salvación (cf. Hech. 2:41; Fil. 2:12; 2 Cor.
5:10), y dependa del predicador (cf. Hech. 17:11; 1 Tes. 5:21), de la iglesia (cf.
Hech. 20:32), y/o la familia (Ez. 18:20).
Conclusión
A pesar de nuestros pecados (Rom. 5:8) Dios ha extendido su gracia para
salvarnos (Tito 2:11). Que nada se interponga en nuestro camino a la salvación
eterna. Si perdemos nuestra alma, lo perdemos todo.