El ministerio de Cristo provocó un escrutinio minucioso
por parte de los líderes religiosos, por ejemplo, cuando se opusieron a su
pretensión de perdonar pecados (Mar. 2:6,7), cuando se opusieron a su cena con
pecadores (Mar. 2:16), o cuando lo interrogaron sobre el ayuno (Mar. 2:18) Un tema particular produjo una fuerte reacción: La
observancia del sábado. Al principio, involucró a los discípulos de Jesús
arrancando espigas (Mar. 2:23,24). Luego, Jesús sería criticado por sanar en
sábado (Mar. 3:1,2). Cuando los discípulos de Jesús arrancaban espigas, los
fariseos decían que era algo ilegal (Mar. 2:24). En realidad, era contrario a
la tradición rabínica, pero no a la ley de Dios. Al responder a los fariseos, Jesús declaró dos cosas
notables: “El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día
de reposo” (Mar. 2:27, LBLA). Luego, agregó: “Por tanto, el Hijo del Hombre es
Señor aun del día de reposo” (Mar. 2:28, LBLA). Consideraremos ambas
afirmaciones en el presente artículo.
El sábado fue hecho para el hombre
Según aprendemos del registro inspirado, la institución
del sábado fue ordenada por primera vez al pueblo de Israel en el desierto (Ex.
16:23-30), y anteriormente fue algo desconocido al hombre (cf. Neh. 9:14). La
institución del sábado fue codificada en los diez mandamientos (Ex. 20:8-10), un
pacto hecho entre Dios e Israel (Deut. 5:2,3). La base, o fundamento, de la guarda del día de reposo reconoce
el hecho de que Dios descansó el séptimo día (Ex. 20:11), lo cual es una prolepsis
insertada por Moisés en su relato Génesis (Gen. 2:3). Luego, la guarda del
sábado fue otorgada a Israel como una señal especial entre ellos y Dios (Ex.
31:13-17), es decir, un memorial de su liberación de la esclavitud en Egipto
(Deut. 5:15). El hombre fue creado primero que el sábado, e incluso,
existió durante milenios antes de que la observancia del sábado fuese ordenada
por Dios. Por lo tanto, es fácil entender que el sábado fue hecho para el
hombre, y no el hombre para el sábado.
El Hijo del Hombre es Señor del sábado
Jesucristo tenía toda autoridad para interpretar la
naturaleza y uso del día de reposo. Como Hijo del Hombre, Jesús era completa y
perfectamente humano (cf. Fil. 2:5-11). Dado que el sábado fue hecho para el
hombre, el Hijo del Hombre con razón era Señor aún del día de reposo (Luc. 6:5),
pudiendo distinguir qué estaba permitido y qué estaba prohibido. Como Hijo de
Dios (Mar. 1:1), es decir, siendo Dios, Jesucristo había creado el sábado para
la nación judía (Jn. 1:1,2; 5:17-23; 8:58; 10:30). Jesús demostró su señorío por la superioridad de su
repuesta a los fariseos. Apelando, primeramente, al ejemplo de David y sus
hombres (Mar. 2:25,26; 1 Sam. 21:1-6; cf. Mat. 12:5). Jesús citó las sagradas Escrituras para hacer su punto, “Respondiéndoles
Jesús, dijo: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre, él
y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó y comió los
panes consagrados, que a nadie es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y
dio también a sus compañeros?” (Luc. 6:3,4). Dios había prescrito en su ley que los panes de la
proposición debían comerlo Aarón y sus hijos (Lev. 24:5-9), pero, también mandó
el hacer bien a los hijos de tu pueblo (Lev. 19:18). Entonces, ¿debían negarse
tales panes a David y sus hombres que hambrientos huían por sus vidas? Dios ordenó a Israel el guardar el día de reposo (Deut.
5:1,2,3,12), para que no trabajaran en él por ganancia material (Ex. 20:9,10;
34:21; 35:2), pero también había ordenado que los sacerdotes debían trabajar
ese día en el templo (Num. 28:9,10). Entonces, ¿eran culpables de pecado los
sacerdotes que profanaban el día de reposo en el templo? Los discípulos no pecaban al violar las tradiciones de
los ancianos. No estaban “trabajando” al frotar espigas para comer los granos
de trigo y así aliviar su necesidad de alimento en aquel momento. Y así, usando
las Escrituras, Jesús silenció la objeción basada en la tradición. Como Señor
del día de reposo, él tenía autoridad para interpretar su naturaleza y uso. De hecho, Jesús ha anulado la ley de la cual el sábado
formaba parte (Ef. 2:14-16; Col. 2:14-16; cf. Rom. 7:4-7; 2 Cor. 3:6-11; Heb.
8:6-13). Es evidente, por declaraciones y ejemplos en el Nuevo Testamento, que
Cristo finalizó la guarda del sábado: “Por tanto, que nadie se constituya en
vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o
luna nueva, o día de reposo” (Col. 2:16, LBLA). “Uno juzga que un día es superior a
otro, otro juzga iguales todos los días. Cada cual esté plenamente convencido
según su propio sentir” (Rom. 14:5, LBLA). Los cristianos se reunían cada primer
día de la semana entendiendo tal día como el día del Señor (Hech. 20:7; 1 Cor.
16:1,2; Apoc. 1:10).
Conclusión
La controversia sobre la observancia del sábado ha
existido por largo tiempo. La forma de su observancia fue tema controversia
durante el ministerio del Señor, y la necesidad de su observancia aún es
cuestionada por algunos hoy en día. Cuando prestamos atención a la enseñanza de que Jesús es
Señor del día de reposo, llegaremos a conclusiones basadas en las Escrituras en
lugar de la tradición, y descubriremos que el Señor que ordenó el sábado ha
rescindido su uso.