Señor del sábado



Por Josué Hernández

 
El ministerio de Cristo provocó un escrutinio minucioso por parte de los líderes religiosos, por ejemplo, cuando se opusieron a su pretensión de perdonar pecados (Mar. 2:6,7), cuando se opusieron a su cena con pecadores (Mar. 2:16), o cuando lo interrogaron sobre el ayuno (Mar. 2:18)
 
Un tema particular produjo una fuerte reacción: La observancia del sábado. Al principio, involucró a los discípulos de Jesús arrancando espigas (Mar. 2:23,24). Luego, Jesús sería criticado por sanar en sábado (Mar. 3:1,2).
 
Cuando los discípulos de Jesús arrancaban espigas, los fariseos decían que era algo ilegal (Mar. 2:24). En realidad, era contrario a la tradición rabínica, pero no a la ley de Dios.
 
Al responder a los fariseos, Jesús declaró dos cosas notables: “El día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo” (Mar. 2:27, LBLA). Luego, agregó: “Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo” (Mar. 2:28, LBLA). Consideraremos ambas afirmaciones en el presente artículo.
 
El sábado fue hecho para el hombre
 
Según aprendemos del registro inspirado, la institución del sábado fue ordenada por primera vez al pueblo de Israel en el desierto (Ex. 16:23-30), y anteriormente fue algo desconocido al hombre (cf. Neh. 9:14). La institución del sábado fue codificada en los diez mandamientos (Ex. 20:8-10), un pacto hecho entre Dios e Israel (Deut. 5:2,3).
 
La base, o fundamento, de la guarda del día de reposo reconoce el hecho de que Dios descansó el séptimo día (Ex. 20:11), lo cual es una prolepsis insertada por Moisés en su relato Génesis (Gen. 2:3). Luego, la guarda del sábado fue otorgada a Israel como una señal especial entre ellos y Dios (Ex. 31:13-17), es decir, un memorial de su liberación de la esclavitud en Egipto (Deut. 5:15).
 
El hombre fue creado primero que el sábado, e incluso, existió durante milenios antes de que la observancia del sábado fuese ordenada por Dios. Por lo tanto, es fácil entender que el sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado.
 
El Hijo del Hombre es Señor del sábado
 
Jesucristo tenía toda autoridad para interpretar la naturaleza y uso del día de reposo. Como Hijo del Hombre, Jesús era completa y perfectamente humano (cf. Fil. 2:5-11). Dado que el sábado fue hecho para el hombre, el Hijo del Hombre con razón era Señor aún del día de reposo (Luc. 6:5), pudiendo distinguir qué estaba permitido y qué estaba prohibido. Como Hijo de Dios (Mar. 1:1), es decir, siendo Dios, Jesucristo había creado el sábado para la nación judía (Jn. 1:1,2; 5:17-23; 8:58; 10:30).
 
Jesús demostró su señorío por la superioridad de su repuesta a los fariseos. Apelando, primeramente, al ejemplo de David y sus hombres (Mar. 2:25,26; 1 Sam. 21:1-6; cf. Mat. 12:5).
 
Jesús citó las sagradas Escrituras para hacer su punto, “Respondiéndoles Jesús, dijo: ¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre, él y los que con él estaban; cómo entró en la casa de Dios, y tomó y comió los panes consagrados, que a nadie es lícito comer sino sólo a los sacerdotes, y dio también a sus compañeros?” (Luc. 6:3,4).
 
Dios había prescrito en su ley que los panes de la proposición debían comerlo Aarón y sus hijos (Lev. 24:5-9), pero, también mandó el hacer bien a los hijos de tu pueblo (Lev. 19:18). Entonces, ¿debían negarse tales panes a David y sus hombres que hambrientos huían por sus vidas?
 
Dios ordenó a Israel el guardar el día de reposo (Deut. 5:1,2,3,12), para que no trabajaran en él por ganancia material (Ex. 20:9,10; 34:21; 35:2), pero también había ordenado que los sacerdotes debían trabajar ese día en el templo (Num. 28:9,10). Entonces, ¿eran culpables de pecado los sacerdotes que profanaban el día de reposo en el templo?
 
Los discípulos no pecaban al violar las tradiciones de los ancianos. No estaban “trabajando” al frotar espigas para comer los granos de trigo y así aliviar su necesidad de alimento en aquel momento. Y así, usando las Escrituras, Jesús silenció la objeción basada en la tradición. Como Señor del día de reposo, él tenía autoridad para interpretar su naturaleza y uso.
 
De hecho, Jesús ha anulado la ley de la cual el sábado formaba parte (Ef. 2:14-16; Col. 2:14-16; cf. Rom. 7:4-7; 2 Cor. 3:6-11; Heb. 8:6-13). Es evidente, por declaraciones y ejemplos en el Nuevo Testamento, que Cristo finalizó la guarda del sábado:
 
“Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo” (Col. 2:16, LBLA).
 
“Uno juzga que un día es superior a otro, otro juzga iguales todos los días. Cada cual esté plenamente convencido según su propio sentir” (Rom. 14:5, LBLA).
 
Los cristianos se reunían cada primer día de la semana entendiendo tal día como el día del Señor (Hech. 20:7; 1 Cor. 16:1,2; Apoc. 1:10).
 
Conclusión
 
La controversia sobre la observancia del sábado ha existido por largo tiempo. La forma de su observancia fue tema controversia durante el ministerio del Señor, y la necesidad de su observancia aún es cuestionada por algunos hoy en día.
 
Cuando prestamos atención a la enseñanza de que Jesús es Señor del día de reposo, llegaremos a conclusiones basadas en las Escrituras en lugar de la tradición, y descubriremos que el Señor que ordenó el sábado ha rescindido su uso.