Por Josué Hernández
“Sírvete a ti mismo”, aconsejó Satanás
a Jesús: “Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que
estas piedras se conviertan en pan” (Mat. 4:3).
“Cuida de ti mismo”, aconsejó
Pedro a Jesús: “Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca” (Mat
16:22).
“Muéstrate al mundo”, aconsejaron
sus hermanos a Jesús: “y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea,
para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que
procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces,
manifiéstate al mundo” (Jn. 7:3,4).
“Defiéndete de tus acusadores”,
aconsejó Pilato a Jesús: “Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por
los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas
testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera
que el gobernador se maravillaba mucho” (Mat. 27:12-14).
“Sálvate a ti mismo”, aconsejaron
los burladores al pie de la cruz: “Y los que pasaban le injuriaban, meneando la
cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo
reedificas, sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz” (Mar. 15:29,30; cf. Luc.
23:36,37).
La mayoría absorbida en el
egoísmo vive para sí mismo, para servirse, cuidarse, mostrarse, defenderse y
salvarse, por su propia sabiduría y métodos, y aceptarían con gusto los
consejos anteriores, aquellos consejos que ignoró Jesús nuestro Salvador.
Jesús ignoró los malos consejos, y
se dio a sí mismo por nosotros. No sólo expió nuestros pecados, sino que
también nos mostró cómo vivir. Y frente a tal ejemplo de amor, el apóstol Pablo
exclamó: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal. 2:20; cf. Rom. 14:7-9).
La pregunta es, ¿vivimos para
nosotros mismos o vivimos para aquel que murió y resucitó por nosotros?
“Porque el amor de
Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos
murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Cor. 5:14,15).