Mucho se habla del “embarazo no
deseado”, y medidas se toman para evitarlo, y si no, para concluirlo. Sin
embargo, hay un embarazo que puede pasar inadvertido, y que no solo afecta a
las mujeres, sino también a los varones. La Biblia dice: “He aquí, el impío
concibió maldad, se preñó de iniquidad, y dio a luz engaño” (Sal. 7:14; cf. Is.
59:4). Cada uno de nosotros debe
preguntarse, ¿estoy en la situación del impío aquí descrito? Semejante embarazo
es fatal, tal como lo ilustró David: “Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el
hoyo que hizo caerá. Su iniquidad volverá sobre su cabeza, y su agravio caerá
sobre su propia coronilla” (Sal. 7:15,16). “Su pecado seguirá el curso
familiar de concepción, embarazo, parto y muerte. El enemigo primero concibe un
complot para destruir al salmista. De pronto en su preñez maligna se encuentra
lleno de ideas malas. Entonces, da a luz sus planes traicioneros y malvados.
Pero, para su sorpresa, le sale el tiro por la culata. El malo cae en su propia
trampa, y todo el mal y la violencia que él había planeado para el salmista
vuelve sobre su propia cabeza. Es una ironía inexplicable de circunstancias”
(W. MacDonald). Deténgase para una adecuada
autoevaluación. ¿Está concibiendo maldad contra su prójimo? ¿Se ha preñado de
maldad su corazón contra algún enemigo? No permita que la amargura, rivalidad, celos,
resentimiento, etc., sean la motivación de su vida. Cuanto más tiempo permita
que su corazón sea como un útero para tales cosas, usted estará siendo
consumido desde dentro mientras cava su propia tumba.