Viviendo irreprochablemente



Por Josué Hernández 

 
El apóstol Pedro escribió: “Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación” (1 Ped. 2:12, LBLA). Hay varias lecciones prácticas que aprendemos de este pasaje. Veamos.
 
Nos están mirando
 
Todos observamos a nuestro prójimo, esto no es extraño. Sin embargo, Pedro no quiere que olvidemos que, así como nosotros les observamos a ellos, a su vez, ellos también nos observan a nosotros. Esto comienza en casa, luego, en el barrio, y luego, en todo lugar.
 
El cristiano es observado atentamente, primeramente, por su cónyuge, y luego, por sus hijos, nietos, sobrinos, padres, vecinos, compañeros de trabajo, y otras varias personas. Alguien está prestando mucha, mucha atención, y juzgando según nos observa.
 
Están buscando un error
 
Pedro nos informa que la mirada del mundo es una mirada altamente crítica. En general, la mirada del incrédulo no es una mirada amable, ya que observa atentamente para encontrar en qué se está equivocando el cristiano para luego calumniar al pueblo de Dios y al Dios que este pueblo sirve.
 
Si nos detenemos un momento a pensar en esto, no es sorpresa que el mundo actúe de tal forma. Cristo fue duramente criticado y calumniado, debido a lo cual dijo: “Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: Mirad, un hombre glotón y bebedor de vino, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores” (Mat. 11:19, LBLA).
 
No olvidemos: “Le basta al discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!” (Mat. 10:25, LBLA).
 
Debemos procurar la excelencia
 
Volviendo a nuestro texto, notamos que primeramente, Pedro escribió: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Ped. 2:11). Luego, Pedro agregó: “manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles” (1 Ped. 2:12, énfasis mío, jh). Este principio del evangelio también lo mencionó Pablo a los corintios, “procurando hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también delante de los hombres” (2 Cor. 8:21, énfasis mío, jh).
 
Pedro y Pablo mencionaron una manera de vivir “buena”, una forma de hacer las cosas “honradamente”, ambos refiriéndose a una manera de vivir que procura la excelencia, ya sea en el habla y la vestimenta, como en la forma de hacer negocios, ya sea en casa como fuera de ella, ya sea cuando todos nos ven como cuando pareciera que nadie nos está mirando.
 
Por supuesto, un observador crítico puede convertir el mejor comportamiento en una acusación de irregularidad y hacer de ello una historia fabulosa. El enemigo no tiene la fama de decir la verdad. No obstante, el cristiano fiel no dará municiones al enemigo.
 
“No sólo hemos de ejercer disciplina en el área de la indulgencia carnal, sino que hemos también de mantener nuestra manera de vivir honrosa… Estas críticas no se pueden evitar. Pero bajo ninguna circunstancia los creyentes deberían dar al mundo una razón válida para tales vilipendios. Todas las calumnias deberían ser refutadas mediante un registro ininterrumpido de buenas obras. Entonces los acusadores se verán obligados a glorificar a Dios en el día de la visitación” (W. MacDonald). 
 
“los cristianos estaban siendo calumniados como irreligiosos porque no adoraban a los dioses paganos, como aguafiestas y ascetas por abstenerse de vicios populares, como desleales al gobierno por afirmar su lealtad a un Rey celestial” (C. R. Erdman).
 
El plan de Dios en todo esto
 
Pedro agregó: “para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras” (1 Ped. 2:12). Esto nos recuerda la enseñanza de Cristo en “El sermón del monte”, cuando dijo: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16).
 
El “día de la visitación”, del cual habla Pedro, podría ser el castigo de Dios, como indicado en Isaías 10:3 o Jeremías 10:15. No obstante, también puede referirse a una oportunidad para la misericordia de Dios, como indicada por Cristo en Lucas 19:44. Obviamente, la oportunidad de salvación encaja mejor en el contexto.
 
La esperanza es que nuestro comportamiento será tal, que el enemigo más crítico y malvado, que en un momento rechazaba a Dios y a su palabra, caerá de rodillas a los pies de Cristo debido a la conducta del fiel cristiano.
 
“el punto principal de Pedro es que la buena conducta de los cristianos de alguna manera produzca el efecto de que los murmuradores glorifiquen a Dios en un tiempo de visitación de parte de Dios. Esta verdad debe motivar al cristiano a soportar las malignidades del mundo al mantener un comportamiento diario que adorne al evangelio” (B. H Reeves).
 
La pregunta es la siguiente, ¿podría alguno llegar a ser cristiano por lo que observa en nuestra vida?