El apóstol Pedro escribió: “Mantened
entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os
calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al
considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación” (1 Ped. 2:12, LBLA).
Hay varias lecciones prácticas que aprendemos de este pasaje. Veamos.
Nos están mirando
Todos observamos a nuestro prójimo,
esto no es extraño. Sin embargo, Pedro no quiere que olvidemos que, así como
nosotros les observamos a ellos, a su vez, ellos también nos observan a nosotros.
Esto comienza en casa, luego, en el barrio, y luego, en todo lugar. El cristiano es observado
atentamente, primeramente, por su cónyuge, y luego, por sus hijos, nietos,
sobrinos, padres, vecinos, compañeros de trabajo, y otras varias personas.
Alguien está prestando mucha, mucha atención, y juzgando según nos observa.
Están buscando un
error
Pedro nos informa que la mirada
del mundo es una mirada altamente crítica. En general, la mirada del incrédulo
no es una mirada amable, ya que observa atentamente para encontrar en qué se
está equivocando el cristiano para luego calumniar al pueblo de Dios y al Dios
que este pueblo sirve. Si nos detenemos un momento a
pensar en esto, no es sorpresa que el mundo actúe de tal forma. Cristo fue
duramente criticado y calumniado, debido a lo cual dijo: “Vino el Hijo del
Hombre, que come y bebe, y dicen: Mirad, un hombre glotón y bebedor de vino,
amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores” (Mat. 11:19, LBLA). No olvidemos: “Le basta al
discípulo llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al dueño
de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!” (Mat. 10:25,
LBLA).
Debemos procurar
la excelencia
Volviendo a nuestro texto,
notamos que primeramente, Pedro escribió: “Amados, yo os ruego como a
extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan
contra el alma” (1 Ped. 2:11). Luego, Pedro agregó: “manteniendo buena
vuestra manera de vivir entre los gentiles” (1 Ped. 2:12, énfasis mío, jh). Este
principio del evangelio también lo mencionó Pablo a los corintios, “procurando
hacer las cosas honradamente, no sólo delante del Señor sino también
delante de los hombres” (2 Cor. 8:21, énfasis mío, jh). Pedro y Pablo mencionaron una
manera de vivir “buena”, una forma de hacer las cosas “honradamente”, ambos
refiriéndose a una manera de vivir que procura la excelencia, ya sea en el
habla y la vestimenta, como en la forma de hacer negocios, ya sea en casa como
fuera de ella, ya sea cuando todos nos ven como cuando pareciera que nadie nos
está mirando. Por supuesto, un observador
crítico puede convertir el mejor comportamiento en una acusación de
irregularidad y hacer de ello una historia fabulosa. El enemigo no tiene la
fama de decir la verdad. No obstante, el cristiano fiel no dará municiones al
enemigo. “No sólo hemos de ejercer
disciplina en el área de la indulgencia carnal, sino que hemos también de
mantener nuestra manera de vivir honrosa… Estas críticas no se pueden evitar.
Pero bajo ninguna circunstancia los creyentes deberían dar al mundo una razón
válida para tales vilipendios. Todas las calumnias deberían ser refutadas
mediante un registro ininterrumpido de buenas obras. Entonces los acusadores se
verán obligados a glorificar a Dios en el día de la visitación” (W.
MacDonald). “los cristianos estaban siendo
calumniados como irreligiosos porque no adoraban a los dioses paganos, como
aguafiestas y ascetas por abstenerse de vicios populares, como desleales al
gobierno por afirmar su lealtad a un Rey celestial” (C. R. Erdman).
El plan de Dios en
todo esto
Pedro agregó: “para que en lo que
murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la
visitación, al considerar vuestras buenas obras” (1 Ped. 2:12). Esto nos recuerda
la enseñanza de Cristo en “El sermón del monte”, cuando dijo: “Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:16). El “día de la visitación”, del
cual habla Pedro, podría ser el castigo de Dios, como indicado en Isaías 10:3 o
Jeremías 10:15. No obstante, también puede referirse a una oportunidad para la
misericordia de Dios, como indicada por Cristo en Lucas 19:44. Obviamente, la
oportunidad de salvación encaja mejor en el contexto. La esperanza es que nuestro
comportamiento será tal, que el enemigo más crítico y malvado, que en un
momento rechazaba a Dios y a su palabra, caerá de rodillas a los pies de Cristo
debido a la conducta del fiel cristiano. “el punto principal de Pedro es
que la buena conducta de los cristianos de alguna manera produzca el efecto de
que los murmuradores glorifiquen a Dios en un tiempo de visitación de parte de
Dios. Esta verdad debe motivar al cristiano a soportar las malignidades del
mundo al mantener un comportamiento diario que adorne al evangelio” (B. H
Reeves). La pregunta es la siguiente,
¿podría alguno llegar a ser cristiano por lo que observa en nuestra vida?