Por Josué Hernández
Jesús fue verdaderamente el gran maestro, que predicaba a
menudo en las sinagogas (Mar. 1:39) enseñando a grandes multitudes a la orilla
del mar (Mar. 2:13; 4:1,2), pero que también enseñó en privado (Mar. 4:34).
La enseñanza
privada expone las grandes verdades de la fe en un entorno privado, más íntimo, más
personal. El profesor con algunos alumnos. Este tipo de enseñanza es más informal, un
diálogo más que un discurso. Algunos ejemplos:
- Jesús camino a Emaús (Luc. 24:25-32).
- Jesús y Nicodemo (Jn. 3:1-21).
- Jesús y la mujer samaritana (Jn. 4:7-26).
- Felipe y el eunuco etíope (Hech. 8:26-40).
- Pedro en casa de Cornelio (Hech. 10:24-48).
- Aquila y Priscila con Apolos (Hech. 18:24-26).
- Pablo mientras enseñaba en los hogares, incluido el suyo propio (Hech. 20:20; 28:30,31).
Atención
individual
La enseñanza pública es, en el
mejor de los casos, un discurso general. Una audiencia tiene muchas personas
con diferentes necesidades, y niveles de comprensión. Ninguna asignatura o
lección satisface los intereses de todas las personas.
Sin embargo, con la enseñanza
privada se puede abordar las necesidades o intereses de una persona: ¿Qué debo
hacer para ser salvo? ¿Qué impide que yo sea bautizado? ¿A qué se refería el
profeta con aquella expresión? ¿Cuál es la obra de la iglesia local? ¿Cómo
podemos evangelizar más eficientemente?
Preguntas
personales
Los discursos públicos no
permiten preguntas específicas. Algunos piensan que el predicador no puede
hacer una pregunta en un sermón. Los tímidos no se sienten fácilmente animados
a responder en las clases públicas. Las preguntas de alguno no son las
preguntas de todos. El tema y el aspecto del tema están restringidos.
No obstante, la enseñanza privada
es adecuada para preguntas específicas. Relacionada con los propios intereses o
nivel de crecimiento. Sin miedo al ridículo o la interrupción. Permite cambiar
el rumbo de la enseñanza.
Aprendizaje
superior
Muchos tienen sus mentores y
asesores, atletas, integrantes de los poderes del gobierno, presidentes de
grandes compañías, educadores, etc. Los discípulos se beneficiaron mucho por
las enseñanzas privadas de Jesús (Mar. 4:34; Hech. 1:3; 4:13). El entrenamiento personal es parte del plan de
Dios (2 Tim. 2:2). ¿No cree necesario buscar un profesor personal? Si no lo
necesita, ¿no cree que debe ser uno?
Conclusión
La voluntad de escuchar la
predicación y la enseñanza públicas es recomendable. No solo los sermones y
clases en el edificio de la iglesia. Las clases bíblicas en los hogares y los
consejos personales son imprescindibles.
Si realmente cada uno de nosotros
tomara en serio su crecimiento espiritual y salvación buscaría un “entrenador
personal”, asistiría a todo estudio bíblico privado, y realizaría estudios en
su propia casa. En fin, necesitamos más enseñanza privada.
“Y se decían el
uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el
camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Luc. 24:32).
“Entonces una
mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba
a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese
atenta a lo que Pablo decía” (Hech. 16:14).
“Ahora, pues, ¿por
qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre”
(Hech. 22:16).
“trayendo a la
memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también” (2 Tim. 1:5).
“que enseñen a las
mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos” (Tito 2:4).