“la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”

 


Por Josué Hernández

 
Antes de su conversión fácilmente imaginamos a Saulo de Tarso como “una estrella en ascenso” en la religión del judaísmo: “Porque ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la asolaba; y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres” (Gal. 1:13,14).

Luego, escribiendo a los filipenses, Pablo declaró: “Aunque yo tengo también de qué confiar en la carne. Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible” (Fil. 3:4-6).

Sin embargo, el conocimiento de Jesucristo exigía un cambio radical: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Fil. 3:7,8).
 
No había cosa que importase más al apóstol Pablo que conocer a Jesucristo: “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor” (Fil. 3:8). Esta era la meta de su vida: “a fin de conocerle” (Fil. 3:10).
 
“Toda ganancia financiera, toda ganancia material, toda ganancia física, toda ganancia intelectual, toda ganancia moral, toda ganancia religiosa -todo eso no son ganancias en absoluto en comparación con la Gran Ganancia” (G. King).
 
“La palabra griega que se traduce "ganancia" es un término de contabilidad que significa "lucro", y la que se traduce "pérdida" también es un término de contabilidad que describe una pérdida bursátil. Pablo usó el lenguaje de los negocios para describir la transacción espiritual que ocurrió cuando Cristo lo redimió. Todas sus credenciales religiosas judías que él había tabulado en su columna de ganancias eran en realidad pérdidas” (J. MacArthur).
 
“A veces los empresarios invierten mucho capital en algo que no sirve, que no rinde. Lo hacen creyendo que es buena inversión, pero están equivocados. ¿Qué deben hacer? Simplemente reconocer que "perdieron". Tienen que apuntarlo en sus libros como "pérdida" y seguir adelante. Pablo equivocadamente invirtió mucho tiempo y energía en el judaísmo. Esperaba gran "ganancia", pero después encontró la ganancia verdadera en Cristo, en el evangelio (el tesoro, la perla de gran precio de Mateo 13:44-46) y con todo gozo "estimó" todo lo que tenía como "pérdida". Todos somos "contadores". Cada día tenemos que decidir cómo considerar muchas cosas. La buena educación, la riqueza, el talento especial, ¿es "ganancia" o es "pérdida"? Todo depende de cómo se utilicen. Tales cosas pueden ser gran ganancia si se dedican al Señor, o pueden hundir el alma en perdición” (W. Partain).
 
Fácilmente preguntamos: ¿Qué hay en el conocimiento de Cristo Jesús que lo hace tan excelente? ¿Por qué deberíamos procurar este conocimiento? ¿Cómo obtenemos este conocimiento?
 
Describiendo el conocimiento de Cristo Jesús
 
Personal. El conocimiento de Cristo Jesús es intransferible, en otras palabras, es un “conocimiento personal”. Por supuesto, la predicación apostólica es imprescindible para conocerle (cf. 1 Jn. 1:1-4). Sin embargo, no podemos conocer a Jesús solamente por lo que otros dicen de él. Cada cual debe conocer a Cristo personalmente. Es decir, no conocer acerca de Jesús, sino conocer a Jesús: “a fin de conocerle” (Fil. 3:10).
 
Razonable. El conocimiento de Cristo Jesús no está basado en sensaciones y sentimientos. Es un conocimiento inteligente, razonable (cf. Jn. 17:3). Por lo tanto, respecto a Cristo, cada cual ha de informarse sobre su naturaleza y atributos, sus oficios divinos, sus obras, su sacrificio y exaltación, sus enseñanzas y bendiciones, etc.
 
Amoroso. El conocimiento de Cristo Jesús es un conocimiento de amor, donde la comprensión de la persona de Jesús enamora el alma del discípulo (cf. 1 Cor. 16:22; Mat. 22:37).
 
Satisfactorio. El conocimiento de Cristo Jesús es un conocimiento gratificante, espiritualmente satisfactorio, porque aplaca el hambre y la sed del alma: “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Jn. 6:35; cf. Hech. 4:12).
 
Enriquecedor. El conocimiento de Cristo Jesús es un conocimiento enormemente provechoso y enriquecedor, porque en Cristo están “están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col. 2:3), “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9), “y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Col. 2:10).
 
Estabilizador. El conocimiento de Cristo Jesús es un conocimiento que asegura y afianza el alma, proporcionando verdadera paz y felicidad: “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33). “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Fil. 4:4). 
 
Alcanzando el conocimiento de Cristo Jesús
 
Estudio. El conocimiento de Cristo Jesús es posible mediante la palabra de Dios. Aprendemos de Cristo en la ley, los profetas y los salmos (Luc. 24:44), en los relatos del evangelio (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), en los grandes sermones en el libro Hechos, en las epístolas, e incluso, en el Apocalipsis. 
 
Aplicación. No obstante, no será suficiente un conocimiento intelectual, en otras palabras, un mero conjunto de datos, porque es imposible conocer a Cristo Jesús aparte de la obediencia a él (cf. 1 Jn. 2:3-6), desarrollando las cualidades que él demanda de sus discípulos (2 Ped. 1:5-8; 3:18).
 
Motivación. Nuestra meta es ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo” (Rom. 8:29; cf. 2 Cor. 3:18), aprendiendo todas las cosas que Cristo Jesús ha mandado (Mat. 28:20; cf. Jn. 8:31,32).
 

¿Vivimos procurando conocer más y más a “Cristo Jesús, mi Señor”?