Los juramentos

 


Por Josué Hernández

 
En nuestro estudio en “El sermón del monte” hemos examinado las enseñanzas de Jesús en relación con el homicidio, el adulterio, y el divorcio. Ahora consideraremos la enseñanza de Jesús respecto a los juramentos.
 
La enseñanza de la ley
 
Tres pasajes destacan claramente la enseñanza de la ley relativa a los juramentos y votos: “Y no juraréis falsamente por mi nombre, profanando así el nombre de tu Dios. Yo Jehová” (Lev. 19:12). “Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca” (Num. 30:2). “Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti” (Deut. 23:21).
 
El estudiante cuidadoso notará que en cada caso, el énfasis está puesto en la verdad y la fidelidad. Una persona debe ser íntegra en el habla, sincera, honesta, veraz. También, debe ser fiel en el cumplimiento del juramento y compromisos.
 
El énfasis de hablar verdad en el corazón es destacado en los salmos: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón” (Sal. 15:1,2). “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño” (Sal. 24:3,4).
 
Los profetas lamentaron la falta de verdad en el corazón: “Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas a ver si halláis hombre, si hay alguno que haga justicia, que busque verdad; y yo la perdonaré. Aunque digan: Vive Jehová, juran falsamente” (Jer. 5:1,2). “Oíd palabra de Jehová, hijos de Israel, porque Jehová contiende con los moradores de la tierra; porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden” (Os. 4:1,2).
 
La interpretación y aplicación tradicionales
 
La interpretación tradicional del tiempo de Cristo cambiaba el énfasis desde “la veracidad en todo lo que se habla” hacia “honrar solamente los votos que se han prometido al Señor” (cf. Mat. 5:33). Por lo tanto, los votos que no fueron realizados explícitamente al Señor no eran vinculantes:
 
Distinciones arbitrarias se produjeron: “16¡Ay de vosotros, guías ciegos!, que decís: "No es nada el que alguno jure por el templo; pero el que jura por el oro del templo, contrae obligación." 17¡Insensatos y ciegos!, porque ¿qué es más importante: el oro, o el templo que santificó el oro? 18También decís: "No es nada el que alguno jure por el altar; pero el que jura por la ofrenda que está sobre él, contrae obligación." 19¡Ciegos!, porque ¿qué es más importante: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? 20Por eso, el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él; 21y el que jura por el templo, jura por él y por el que en él habita; 22y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él” (Mat. 23:16-22, LBLA).
 
Las conversaciones cotidianas estaban entrelazadas de frases tales como: “juro por el cielo… juro por el trono de Dios… juro por la tierra… juro por Jerusalén… juro por el altar… juro por el templo… juro por mi cabeza”
 
¿Las conversaciones cotidianas de la actualidad son diferentes? ¿Se procura hablar verdad en el corazón? ¿Se evita usar el nombre de Dios en vano?
 
La enseñanza de Jesús
 
El Señor Jesús expuso la hipocresía de hacer distinciones arbitrarias señalando claramente que siempre se está involucrando al Señor cuando se enfoca “el templo” o “el trono de Dios” (cf. Mat. 23:20-22). Por lo tanto, cualquier juramento involucra al Señor, y es, en definitiva, un juramento al Señor: “34Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; 35ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es LA CIUDAD DEL GRAN REY. 36Ni jurarás por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello” (Mat. 5:34-36, LBLA).
 
La enseñanza de Cristo está en total armonía con la ley respecto al hablar verdad en el corazón: “Antes bien, sea vuestro hablar: "Sí, sí" o "No, no"; y lo que es más de esto, procede del mal” (Mat. 5:37, LBLA; cf. Sal. 15:1,2).
 
¿Está prohibido todo tipo de juramentos?
 
La ley de Cristo prohíbe los juramentos frívolos: “Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera…” (Mat. 5:34). “Pero sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento; sino que vuestro sí sea sí, y vuestro no sea no, para que no caigáis en condenación” (Sant. 5:12).
 
Sin embargo, no todo juramento quedó prohibido. Estúdiese con cuidadosa atención los siguientes ejemplos:
 
“Porque los hombres ciertamente juran por uno mayor que ellos, y para ellos el fin de toda controversia es el juramento para confirmación. Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros” (Heb. 6:16-18).
 
“Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo” (Mat. 26:63,64).
 
“Mas yo invoco a Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía a Corinto” (2 Cor. 1:23; cf. Gal. 1:20; 1 Tes. 5:27).
 
“Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas” (Apoc. 10:5-7).
 
Conclusión
 
Nuevamente contemplamos cómo la justicia del reino de los cielos excede a la de los escribas y fariseos (Mat. 5:20).
 
Mientras la interpretación y aplicación tradicionales permitían declaraciones con votos y juramentos frívolos, los ciudadanos del reino de los cielos han de ser tan honestos y veraces que su “sí” significa “sí”, y su “no” significa “no”.
 
Tan íntegros son los ciudadanos del reino de los cielos que no necesitan usar de juramentos para impresionar y condimentar un compromiso verbal.
 
¿Somos ciudadanos del reino de los cielos? Cuando nos comprometemos a algo, ¿nos esforzamos por cumplir nuestra palabra? Cuando afirmamos o negamos, ¿estamos hablando verdad en el corazón?