El anticristo y el hombre de pecado

  


Por Josué Hernández

 
Un elemento común de la especulación del tiempo del fin es el surgimiento de un gobernante mundial, un individuo que primero llega a la escena política como un héroe, pero demuestra ser un villano. Se cree que es el Anticristo y el Hombre de pecado.
 
La anticipación de tal persona no se limita al enfoque premilenarista, algunos amilenaristas esperan el surgimiento de un adversario semejante antes de la venida de Cristo.
 
Las conexiones entre el anticristo y el hombre de pecado a menudo se hacen mezclando las visiones de Daniel sobre el cuerno pequeño y el rey del sur (Dan. 7,8; 11:36-45) y las visiones de Apocalipsis sobre la bestia del mar (Apoc. 13:1-9).
 
El Anticristo
 
Es importante destacar que el apóstol Juan es el único que usa la expresión “anticristo” y “anticristos”, y también, es importante enfatizar que no se menciona “El Anticristo” en el libro Apocalipsis:
 
“Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el anticristo viene…” (1 Jn. 2:18).
 
“…así ahora han surgido muchos anticristos; por esto conocemos que es el último tiempo” (1 Jn. 2:18).
 
“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1 Jn. 2:22).
 
“y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Jn. 4:3).
 
“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo” (2 Jn. 1:7).
 
Los hechos son evidentes:
  • No hay una persona específica denominada “el anticristo” en el Nuevo Testamento. Más bien, Juan declara que habían surgido “muchos anticristos”.
  • La Biblia no enseña que el anticristo es un personaje siniestro que surgirá en el futuro. Hubo muchos anticristos en el primer siglo.
  • Un análisis cuidadoso de las referencias de Juan al “anticristo” revela que el término es una designación general empleada para indicar un espíritu de incredulidad que se puede manifestar de varias maneras, tanto en el pasado como en el presente.
 
A pesar de lo anterior, y en un esfuerzo de gran equilibrista, el premilenarista moderno nos señala un artículo, el artículo definido “el” (1 Jn. 2:22; 4:3;2 Jn. 1:7), artículo que indicaría que el apóstol Juan tenía en mente a un individuo específico “El Anticristo”.
  • Juan Crisóstomo creía que era Nerón resucitado.
  • Algunas fuentes católicas sostuvieron que sería un sacerdote apóstata, o incluso el Papa.
  • Los premilenaristas, y otros especuladores modernos, afirman que se refiere a un poderoso adversario que ha de surgir en la escena mundial.
 
La indicación de los muchos anticristos que ya estaban en el mundo para el tiempo de Juan, permite concluir que el “anticristo” es una actitud de oposición (“anti” = “contra”, o “en lugar de”) reflejada tanto en individuos como en sistemas.

Aunque los reformadores protestantes, como Lutero y Calvino, identificaron al papado romano como el anticristo, la evidencia de un adversario singular en la escena mundial no es fácil de argumentar, y mucho menos, sostener. En cambio, el apóstol Juan aplicó el término a los gnósticos de su día (2 Jn. 1:7).
 
Comenta Bill H. Reeves, en sus Notas sobre 1 Juan “Según lo que dice Juan en la descripción de los anticristos, me parece que la referencia principal es en cuanto a los gnósticos. El “anticristo” no es una dada persona, sino el principio de falsedad y de oposición a Jesucristo, gobernando a personas en la historia de la iglesia. Es la colectividad de tales oponentes. En el tiempo de Juan, y en particular, eran los gnósticos. El espíritu de error (4:6) dirigía a tales profesores falsos. El papado romano ha sido a través de muchos siglos la gran oposición a Jesucristo, pero ha habido otras muchas manifestaciones de “anticristo.” Por ejemplo, el modernismo de nuestro tiempo niega la deidad de Jesús y así se opone a Jesucristo tanto como los gnósticos de los primeros siglos. Los Testigos de Jehová y los Pentecosteses de Solo Jesús también niegan la verdadera persona de Jesucristo”.
 
El hombre de pecado
 
Como es revelado por Pablo en su epístola a los tesalonicenses, y nuevamente, llamamos la atención a que “El hombre de pecado” no es mencionado como tal en el libro Apocalipsis:
  • Su carácter perverso (2 Tes. 2:3).
  • Su actividad que desafía a Dios (2 Tes. 2:4).
  • Su restricción y revelación (2 Tes. 2:5-8).
  • Su derrota decisiva (2 Tes. 2:8).
  • Su relación con Satanás (2 Tes. 2:9,10).
 
La opinión popular afirma que el hombre de pecado es un individuo en particular, que se levantará con gran poder y engañará a muchos, el cual es el mismo anticristo del que habló el apóstol Juan.
 
Otra opinión es que el hombre de pecado es una serie de individuos, una línea sucesiva de hombres, específicamente, el papado romano.
  • Una interpretación sostenida por varios protestantes, tanto por Lutero como por Barnes, por ejemplo.
  • No pasó mucho tiempo para que el papado reclamara las distinciones condenadas por Pablo en su profecía.
  • La similitud entre el hombre de pecado y el papado romano es asombrosa.
  • Esta es la opinión que sostiene este estudiante de la Biblia.
 
Conclusión
 
Juan aplica el término “anticristo” a quienes en su día negaron la encarnación de Cristo. Si Juan pensaba en un político moderno, no hay evidencia para afirmarlo. Pablo describe al hombre de pecado como si fuera un individuo, pero su permanencia hasta la venida de Cristo sugiere una sucesión de individuos.
 
La especulación ha sido extensa. En cada generación se ha procurado identificar al hombre de pecado como un anticristo particular. Sólo en el siglo XX se habló de Hitler y Hussein, entre varios otros.
 
Antes de distraernos y confundirnos con la especulación vana, debemos prepararnos para lo que viene, procurando una buena relación con Dios, para no ser engañados y hallar gracia en aquel día.
  • Amar la verdad (2 Tes. 2:9,10).
  • Creer la verdad (2 Tes. 2:11,12).
  • Obedecer al evangelio (2 Tes. 2:13,14; 1:7-9).
 
¿Ha obedecido usted al evangelio de Cristo?