Lo que podemos saber de la segunda venida de Cristo
Por Josué Hernández
El denominacionalismo nos ofrece varios enfoques respecto
a la segunda venida de Cristo. Sin embargo, más que refutar lo que creemos es
incorrecto, en la presente lección nos enfocaremos en lo que podemos saber
sobre el regreso de nuestro Señor Jesucristo según la Biblia nos enseña.
La certeza de su venida
Así como en el Antiguo Testamento encontramos
recurrentemente la esperanza por la venida del Mesías, en el Nuevo Testamento
no solo aprendemos que él vino, sino que también volverá. Esto fue proclamado por los ángeles en la ascensión de
Cristo (Hech. 1:9-11), y por sus apóstoles, como parte integral de la
predicación del evangelio (Hech. 3:19-21; 1 Cor. 11:26; 15:22,23; 1 Tes.
1:9,10; 2:19; 3:13; 2 Tim. 4:1; Heb. 9:27,28).
La naturaleza de su venida
La segunda venida de Cristo no sorprenderá a los fieles,
porque están velando en la espera del Señor Jesús (1 Tes. 5:4-11;
cf. 1 Jn. 2:28) quien vendrá en persona: “Este mismo Jesús” (Hech. 1:11),
“El Señor mismo” (1 Tes. 4:15-17). Jesús vendrá con las nubes: “…una nube que le ocultó de
sus ojos… Este mismo Jesús… así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hech.
1:9-11). “…seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tes.
4:17). Jesús vendrá sin advertencia: “el día del Señor vendrá
así como ladrón en la noche” (1 Tes. 5:2; 2 Ped. 3:10). “cuando digan:
Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina” (1 Tes.
5:3).
El propósito de su venida
En primer lugar, Jesús volverá para levantar a los
muertos, tal como nuestro Señor lo prometió (Jn. 5:28,29; cf. Hech. 24:15) y
como es nuestra esperanza (1 Cor. 15:50-54; 1 Tes. 4:16-18). En segundo lugar, Jesús volverá para entregar el reino a
Dios el Padre. Porque Jesús ya está reinando desde el cielo (Hech. 2:36) y
tiene toda autoridad (Mat. 28:18), siendo cabeza sobre todas las cosas (Ef.
1:20-22), y quedando sujetos a él ángeles, autoridades y potestades (1 Ped.
3:22). Porque el pueblo de Cristo se ha sujetado a él voluntariamente (Sal.
110:1,2; Col. 1:13; Apoc. 1:9). Por lo tanto, Cristo reinará “hasta que haya
puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies” (1 Cor. 15:25), y el último
enemigo “que será destruido es la muerte” (v.26). “Luego el fin,
cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio,
toda autoridad y potencia” (v.24). En resumen, Jesucristo no vendrá a
establecer un reino, sino a entregar el reino, tal como él lo enseñó en la
parábola del trigo y la cizaña: Su reino durará hasta “el fin de este siglo”
(Mat. 13:36-43). En tercer lugar, Jesús volverá para juzgar al mundo y
castigar el mal. Para esto, Dios ha designado el día (3 Ped. 3:7), el Juez
(Hech. 17:31; 2 Cor. 5:10), y el estándar por el cual nos juzgará (Jn. 12:48).
Este será un día de perdición, es decir, ruina total, para los impíos (2 Ped.
3:7), aquellos que no conocen a Dios ni obedecen al evangelio (2 Tes. 1:7-10),
aquellos que no están registrados en el libro de la vida (Apoc. 20:11-15). En cuarto lugar, Jesús volverá para dar lugar a los
cielos nuevos y tierra nueva, tal como lo enseñó Pedro (2 Ped. 3:10-14), y como
lo describió Juan (Apoc. 21:1 – 22:5).
Conclusión
El propósito de la segunda venida de Cristo es resumido
de la siguiente forma: “Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no
arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la
revelación del justo juicio de Dios, el cual PAGARA A CADA UNO CONFORME A SUS
OBRAS: a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad:
vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que
obedecen a la injusticia: ira e indignación. Habrá tribulación y angustia para
toda alma humana que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego;
pero gloria y honor y paz para todo el que hace lo bueno, al judío
primeramente, y también al griego. Porque en Dios no hay acepción de personas”
(Rom. 2:5-11. LBLA). Dios sigue esperando por nuestro arrepentimiento, pero la
oportunidad no durará para siempre (2 Ped. 3:8-10). ¿Cuál debe ser nuestra actitud hacia la venida de nuestro
Señor? Llamamos a toda alma para que nuestra actitud sea una de preparación en
oración (Luc. 21:34-36; 2 Ped. 3:14), de gozosa expectativa (Fil. 3:20,21), y de
fidelidad (Heb. 10:35-39).