Por Josué
Hernández
Mientras Jesús continúa
exponiendo la justicia del reino de los cielos respecto a la relación del
hombre con Dios, señaló el abuso del ayuno como herramienta de promoción
personal por los escribas y fariseos (cf. Mat. 5:20; 6:1).
La justicia del reino no ha de
ser practicada para que nos vean (Mat. 6:1), ya sea dando limosna (6:2-4), ya
sea orando (6:5-15), e incluso, ayunando (6:16-18).
Ayunando para ser
vistos, pero ¿por quién?
“Y cuando ayunéis, no
pongáis cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros
para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad os digo que ya han
recibido su recompensa” (Mat. 6:16, LBLA).
El ayuno para ser visto por los
hombres es practicado por los hipócritas, y dramatizado en el semblante. La
recompensa de semejante ayuno, debido a que fue dirigido a los hombres, es
ganar el aplauso de ellos.
“No era el hecho, sino el crédito
por el hecho, lo que ellos buscaban, y con este propósito aquellos hipócritas
multiplicaban sus ayunos” (Jamieson, Fausset, Brown).
“La tercera forma de hipocresía
religiosa que Jesús denunció fue el intento deliberado de crear una apariencia
de ayuno. Los hipócritas desfiguraban sus rostros cuando ayunaban para parecer
desaliñados, pálidos y dolidos. Pero Jesús dice que es ridículo intentar
parecer santo” (W. MacDonald).
“Los hipócritas, esto es, los
escribas y fariseos (Mat. 5:20; 15:1,7; 23:13), asumían un aspecto lúgubre, con
rostros feos, quizás cubiertos de cenizas (1 Rey. 20:38), con el fin de que la
gente que los rodeaba pudiera darse cuenta que ellos parecían estar ¡muy
apesadumbrados por sus pecados! por eso, ¡tan piadosos! Estaban haciendo teatro”
(W. Hendriksen).
“El ayuno, como la oración y la
limosna, se indica claramente como un deber cristiano, pero estas palabras lo
delimitan al estado de devoción privada, personal e individual. La negligencia
generalizada de este deber no lo anula. Sin embargo, ciertamente no es
competencia de ninguna organización religiosa "ordenar" el ayuno o
prescribir la abstinencia de ciertas carnes” (J. B. Coffman).
“Pero tú, cuando
ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no hacer ver a los hombres que
ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto,
te recompensará” (Mat. 6:17,18, LBLA).
El ayuno para ser visto por Dios es
practicado secretamente, sin apariencia externa de alguna falta de cuidado
personal, ni promoción del acto mismo para ganar algún tipo de alabanza de los
hombres.
“El ayuno está asociado con la
tristeza (Mat. 9:14-15), la oración (Mat. 17:21), la caridad (Is. 58:3-6) y la
búsqueda de la voluntad de Dios (Hech. 13:23; 14:23)” (J. MacArthur).
“No fingir la tristeza. Los
hipócritas no sentían tristeza por sus pecados, sino que solamente fingían la
humildad y la tristeza. En lugar de poseer y demostrar la verdadera piedad,
solamente la fingían. Tal "humildad" falsa (fingida) es más bien soberbia”
(W. Partain).
“una exhortación a actuar para
aparecer ante los demás de una manera normal. Es suficiente con que el Padre lo
sepa. Su recompensa será mejor que la aprobación de los demás” (W. MacDonald).
“El punto que Jesús enfatiza es
que cuando sus seguidores piensan que deben ayunar, deben hacer que, ungiendo
el cabello y lavándose la cara, esta observancia voluntaria de un ejercicio
religioso sea lo menos notorio posible” (William Hendriksen).
El ayuno de los
cristianos hoy
La pregunta del millón: “¿deben
ayunar los cristianos?”. Para responder semejante pregunta debemos enfocarnos
en el ejemplo y enseñanzas de Jesús, y en los ejemplos de la práctica del ayuno
por los cristianos primitivos.
Las opiniones sobre el ayuno
suelen ir a los extremos. Muchos han exaltado el ayuno religioso más allá de
toda Escritura, y otros lo han ignorado por completo. Algunos consideran que el
ayuno es innecesario, y por lo tanto, debe ignorarse, y otros lo obligan como
un asunto de fe. Sin embargo, ¿qué dicen las sagradas Escrituras?
Cuando Jesús fue tentado estaba
ayunando (Luc. 4:1,2). Luego, sabemos que Jesús enseño sobre el ayuno y no lo
prohibió, sino que reguló su práctica (Mat. 6:16-18; cf. 9:14-17). Lo que no
debemos pasar por alto es que Jesús dijo, “enseñándoles a guardar todo lo que
os he mandado” (Mat. 28:20, LBLA).
El ayuno religioso del cual
estamos hablando, es decir, el dejar de comer como una consecuencia de buscar
el rostro del Señor, meditar en su palabra y dedicarse a la oración, no fue algo
extraño entre los primeros cristianos, fuesen gentiles o no.
Evitando zafarnos del ascetismo,
¿no estaremos prohibiendo, y si no, ignorando, una de las cosas que Jesús
enseñó y sus primeros discípulos practicaban?
“En la iglesia que
estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simón llamado Niger,
Lucio de Cirene, Manaén, que se había criado con Herodes el tetrarca, y Saulo. Mientras
ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y
a Saulo para la obra a la que los he llamado. Entonces, después de ayunar, orar
y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron” (Hech. 13:1-3, LBLA).
“Y después de
anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron
a Listra, a Iconio y a Antioquía, fortaleciendo los ánimos de los discípulos,
exhortándolos a que perseveraran en la fe, y diciendo: Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Después que les
designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los
encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hech. 14:21-23, LBLA).
Frente a nosotros, en la otra
acera, tenemos a una mayoría que ha exaltado el ayuno con fines carismáticos y
ritualistas, y si no, por razones de salud o falta de ella, o simplemente, por tradición.
Sin embargo, y volviendo la mirada a las sagradas Escrituras, el ayuno del cual
Cristo habló será una consecuencia inmediata de buscar el rostro de “tu Padre
que está en secreto” (Mat. 6:18), por ejemplo, en una situación difícil, en la
cual se requiere oración ferviente.
Conclusión
Esperamos que este estudio
estimule el pensamiento profundo sobre un tema que a menudo se ha descuidado
tanto en predicación como en práctica.
El panorama a nuestro alrededor
está lleno de santuarios de comida y diversión, donde estudiar sobre el ayuno es
una locura. Sin embargo, Cristo enseñó sobre el ayuno asumiendo que sus
discípulos ayunarían, y llegado el momento tendremos que hacerlo según el
patrón especificado para ello, y no para ser vistos por los hombres (cf. Esd. 8:21-23).