El día de reposo

 


Por Josué Hernández

 
Luego de crear los cielos y la tierra, y todo lo que en ellos hay, la Biblia nos informa que Dios reposó de su obra creativa en el mundo, “Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus huestes. Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho” (Gen. 2:1,2).
 
Moisés, el autor del Génesis, nos informa que Dios bendijo y santificó el séptimo día, “Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que El había creado y hecho” (Gen. 2:3).
 
El séptimo día de cada semana llegó a conocerse como “el día de reposo”, de la palabra hebrea “shabbath” que literalmente significa “descanso del trabajo”. La palabra hebrea pasó al griego por transliteración como “sabbaton”, y por transliteración llegó a nuestro idioma español como “sábado”.
 
Hay dudas y confusión general respecto al “día de reposo”, y no son pocos los que preguntan cosas tales como: ¿Qué día de la semana es el día de reposo, el sábado o el domingo? ¿Deben los cristianos guardar el día de reposo? ¿Es el domingo el día de reposo para los cristianos?
 
Sabemos que el día de reposo era un día de descanso después de seis días de trabajo (cf. Gen. 2:1,2; Ex. 20:8-11), y que según el cómputo judío este día comenzaba al atardecer del viernes, terminando al atardecer del sábado. Sin embargo, hay mucho más que debemos entender de la revelación bíblica, y en la presente lección estudiaremos los hechos básicos de lo que Dios nos dice en su palabra sobre “el día de reposo”.
 
Israel y el día de reposo
 
Para sorpresa de algunos, los patriarcas no guardaban el séptimo día como día de reposo. Es decir, desde Adán hasta el Éxodo, específicamente, desde Génesis 2 hasta Éxodo 15, no hay registro de que Dios requiriese de alguno la guarda del día de reposo.
 
Entendiendo que el autor inspirado del Génesis es Moisés, y comprendiendo que el auditorio original del Génesis fue el pueblo judío liberado de Egipto, Génesis 2:3 es una prolepsis que indica la razón por la cual Dios santificó el día de reposo para Israel en los tiempos de Moisés:
 
“Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Gen. 2:3).
 
Si prestamos atención cuidadosa aprendemos que en Génesis 2:3 Moisés no dice “cuándo” Dios santificó el día de reposo, sino que indica claramente el “porqué” Dios lo hizo. La razón de semejante paréntesis en el registro por Moisés es anticipar a los lectores originales, los judíos salidos de Egipto, la razón por la cual Dios, miles de años después del Edén, consagró el día de reposo para ellos como nación:
 
“Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó” (Ex. 20:11).
 
Un caso de prolepsis que podríamos usar de ejemplo es el siguiente:
 
“Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó” (Mat. 10:2-4).
 
Preguntamos, ¿cuándo entregó Judas al Señor? Mateo no señala un evento que sucedió en el preciso instante de la elección de los doce, más bien se adelanta a los hechos para mencionar algo que ocurrió después.
 
La guarda del sábado se menciona por primera vez respecto a la recolección del maná por Israel en el desierto (Ex. 16:23-30), poco después de que Israel fue liberado por Dios del yugo en Egipto (Ex. 16:1). En tal instancia Dios bendijo y santificó el séptimo día como día de reposo, debido a lo cual, entendemos la insistencia de Moisés al informar a un pueblo que desconocía la guarda del sábado como día de reposo a Dios:
 
“Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Jehová: Mañana es el santo día de reposo, el reposo consagrado a Jehová; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana… Mirad que Jehová os dio el día de reposo, y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Estése, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el séptimo día” (Ex. 16:23,29).
 
Antes del Éxodo la guarda del sábado fue asunto desconocido a los patriarcas, como bien sabía Nehemías:
 
“y les ordenaste el día de reposo santo para ti, y por mano de Moisés tu siervo les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley” (Neh. 9:14). 

Por lo tanto, podemos afirmar que el día séptimo fue bendecido y santificado como día de reposo en el tiempo de Moisés, con el reposo de Dios en el séptimo día de la creación como su base.
 
Por medio de Ezequiel, Dios dijo:
 
“Los saqué de la tierra de Egipto, y los traje al desierto, y les di mis estatutos, y les hice conocer mis decretos, por los cuales el hombre que los cumpliere vivirá.  Y les di también mis días de reposo, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico” (Ez. 20:10-12).
 
Como uno de los diez mandamientos, la observancia del día séptimo como día semanal santificado se convirtió en parte central de la ley dada por Dios a la antigua nación de Israel:
 
“Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas” (Ex. 20:8-10).
 
Entonces, la base de la guarda del sábado fue indicada a Israel en pasajes tales como Éxodo 20:11 y Génesis 2:3. Así pues, el sábado se convirtió en un recordatorio semanal de la liberación de Egipto:
 
“Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico. Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo. Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo. Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó” (Ex. 31:13-17).
 
“Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo” (Deut. 5:15).
 
Para sorpresa de algunos, nunca Dios mandó a las naciones gentiles a guardar el día de reposo. Una lectura cuidadosa siempre nos indica que todos los mandamientos relacionados con la guarda del sábado fueron dirigidos a la antigua nación de Israel, a ninguna otra nación. La única excepción que observamos es el “extranjero que está dentro de tus puertas” (Ex. 20:10). Esta excepción se indicó para evitar ser influenciados a la desobediencia (cf. Neh. 13:15-21). Lo anterior es obvio en consideración de que el sábado era una señal entre Dios y su antiguo pueblo, Israel (Ex. 31:13,16,17; Ez. 20:12,20).
 
Jesús y el día de reposo
 
Jesús enseñó en las sinagogas los días sábado (Mar. 1:21; 6:2; Luc. 4:16,31; 13:10), y hubo controversia por las acciones de Cristo y sus discípulos los días sábado, por ejemplo, cuando permitió a sus discípulos arrancar grano para comer (Mar. 2:23,24), o cuando sanaba en tal día (ej. Mar. 3:1-6; Luc. 13:10-14; Jn. 5:9,16).
 
Jesús refutaba a sus críticos acusándolos de ignorar la ley (cf. Mar. 3:25-27; Mat. 12:3-7) y señalando sus inconsistencias (cf. Luc. 6:6-9; 13:14-16; 14:3-5; Jn. 7:22,23), profesando ser el Señor aun del día de reposo (Mar. 3:28).
 
La ley de Moisés estaba en vigor durante el ministerio terrenal de Cristo, y como israelita Jesús guardó el sábado. Pero, un detalle no debe escapar a nuestro entendimiento, Jesús mostró autoridad para perdonar pecados e interpretar la ley (cf. Mat. 9:6; 12:8), sin embargo, nunca Jesús uso de su autoridad divina para mandar la guarda del sábado a todas las naciones.