El libro Apocalipsis


 
Por Josué Hernández

 
El libro Apocalipsis se usa a menudo para apoyar las varias doctrinas del premilenarismo, que consideran los capítulos 4 al 20 de este libro como descriptivos de ocasiones aún futuras.
 
El libro Apocalipsis se usa para apoyar cosas que no se encuentran en ningún otro lugar de las sagradas Escrituras, por ejemplo, el milenio y las resurrecciones separadas. Sin embargo, hay buenas razones para creer que Apocalipsis desde 1:1 hasta 20:6 se ha cumplido.
 
La naturaleza del libro
 
El libro Apocalipsis es un libro único. Diferente de otros libros del Nuevo Testamento. Y totalmente diferente en su estilo y sintaxis frente a los libros en la actualidad.
 
Apocalipsis (del griego “apokalupsis”) es una “revelación”. El vocablo griego indica un desvelamiento, por el acto de descubrir para que sea revelado lo oculto. Por lo tanto, es un libro destinado a “revelar”, no a confundir, ni menos, ocultar.
 
La literatura apocalíptica fue un estilo literario popular entre el 200 A.C., y el 200 D.C. Literatura conocida por su lenguaje altamente simbólico o figurativo. Esta clase de escritos tratan sobre el futuro, de que Dios vendría a defender o juzgar a su pueblo; y guardan relación con el reino de Dios, con una aplicación histórica definida, detalles que nos ayudan en la interpretación del libro Apocalipsis, lo cual demanda sabia precaución, a la vez que deja en la total oscuridad a los no acostumbrados.
 
“El propósito de estos escritos era enfatizar la virtud de la fidelidad perseverante, estimulando la fe al mostrar de manera vívida el derrocamiento seguro del mal y la victoria final para la justa causa de Dios” (Worthy Is The Lamb, by Ray Summers).
 
Con otra clase de literatura asumimos que una declaración, o descripción, es literal a menos que el contexto exija lo contrario. Sin embargo, con la literatura apocalíptica asumimos que una declaración, o descripción, es simbólica a menos que el contexto exija lo contrario. Algunos ejemplos del uso del recurso apocalíptico en el Antiguo Testamento son los siguientes:
  • Isaías (13:1,10; 19:1; 34:2-8).
  • Joel (3:18-21; 2:1-12)
  • Ezequiel (32:1-10).
  • Zacarías (9-14).
 
Consejo de interpretación:
  • Busque el escenario histórico definido y la causa para las visiones, luego, interprete el relato a la luz de este escenario y causa.
  • Frente a las visiones y simbolismo, estudie para lograr una visión general, panorámica, y no se deje atrapar por los detalles; no presione los detalles.
  • Después de observar correctamente los dos primeros pasos, busque si hay aplicaciones para todas las personas, todas las situaciones, y todos los tiempos.
No exageramos cuando indicamos que Apocalipsis es a nosotros un libro desafiante, pero no lo fue para el auditorio original, el cual estaba familiarizado con el estilo apocalíptico y la simbología del Antiguo Testamento, experimentando las circunstancias históricas que provocaron el escrito de Juan. Simplemente al oír el mensaje lo entenderían (Apoc. 1:3).
 
La interpretación del libro
 
Diferentes enfoques de interpretación nos ofrecen una panorámica determinada. No obstante, queremos entender el mensaje de Dios en el Apocalipsis, y por lo tanto, queremos interpretarlo correctamente, sin entretenernos con el curso sensacional de la interpretación popular.
  • El enfoque preterista indica que el libro se refiere a hechos que se cumplieron en el primer siglo, o poco tiempo después, y que fue escrito para animar principalmente a los lectores originales. Según este enfoque, el valor didáctico del Apocalipsis en la actualidad es el de enseñar el carácter de Dios, por ejemplo, su fidelidad y justicia, y la necesidad de la perseverancia bajo la dura prueba.
  • El enfoque historicista afirma que el libro ofrece una visión amplia del futuro de la iglesia a medida que avanza la historia. Este enfoque encuentra en el libro el surgimiento del catolicismo, el islam, la reforma protestante, las guerras mundiales, etc., terminando con el regreso de Cristo. El valor del Apocalipsis sería, por lo tanto, el de animar a todos los cristianos, con una aplicación directa, sin importar cuando vivan.
  • El enfoque futurista nos indica que aparte de los primeros capítulos, el libro describe eventos que inmediatamente preceden a la segunda venida de Cristo. Por lo tanto, la mayor parte del libro aún no se ha cumplido, o está comenzando a cumplirse, siendo, en consecuencia, un libro de aplicación principalmente para los cristianos que vivirán en el tiempo final.
  • La visión idealista afirma que el libro no se ocupa de ninguna situación histórica específica. Simplemente, ilustra el principio de que el bien triunfará sobre el mal, y su valor, por lo tanto, consiste en ser aplicable a cualquier edad.
  • El enfoque adecuado ha de ser un enfoque preterista como base, según el cual, la mayoría del mensaje del libro se cumplió, o consumó, en los tres primeros siglos (Apoc. 1:1 – 20:6), con un elemento futurista en la espera del día final, y el destino eterno de los redimidos (Apoc. 20:7 – 22:5).

Hay buenas razones para creer que la visión preterista es la indicada. Considere lo siguiente:
  • Juan específicamente indica que su documento fue escrito a siete iglesias en Asia (Apoc. 1:4).
  • Revelando cosas que habrían de suceder pronto (1:1,3; 22:6,10).
  • Juan no pudo sellar las palabras de semejante profecía porque el tiempo del cumplimiento de ellas era cercano (22:10). A diferencia de Daniel quien selló su visión que se cumpliría cientos de años después (Dan. 8:26). El cumplimiento de las profecías en el libro Apocalipsis no podrían consumarse luego de miles de años.
  • Sencillamente, colóquese en la posición de los cristianos a quienes el libro fue enviado. El libro los consolaría, informándoles que el Señor no les dejaría solos. Si la visión futurista es correcta, ¿qué ánimo e instrucción recibirían los cristianos primitivos con la revelación de eventos futuros a ellos y a nosotros? Imagínese que alguien le escribiera para consolarle indicándole que la intervención de Dios sucederá pronto, pero resulta suceder luego de 2.000 años, ¿no le estarían tomando el pelo?
 
La fecha del libro
 
Diferentes fechas se han propuesto, una es la fecha temprana, alrededor del 64-68 D.C., durante el reinado de Nerón. La versión siriaca del Nuevo Testamento, que se remonta al siglo II, afirma que el libro fue escrito durante el reinado de Nerón. El fragmento muratoriano, o fragmento de Muratori, también llamado canon muratoriano (la lista más antigua conocida de libros considerados canónicos del Nuevo Testamento, 170-190 D.C.), afirma que Pablo escribió a siete iglesias siguiendo el modelo de Juan en el Apocalipsis, situando el Apocalipsis antes de las epístolas paulinas.
 
La fecha tardía, alrededor del 95-96 D.C., hacia el final del reinado de Domiciano. Para esta fecha, comúnmente se apela a la declaración de Ireneo que vivía a finales del siglo II D.C., quien declaró que el apóstol Juan recibió su revelación al final de reinado de Domiciano. Según se nos indica, aferrarse a la vaga afirmación de Ireneo no establece un hecho, y puede darse otra interpretación. Si el libro Apocalipsis se escribiera al final del reinado de Domiciano, ¿no sería un mensaje demasiado tardío para brindar esperanza?
 
Una fecha adecuada, creemos, sería durante el reinado de Vespasiano, en la primavera del 70 D.C. Antes de la destrucción de Jerusalén. Durante el otoño de este año. Y tenemos buenas razones para señalar esta fecha.
 
Para la evidencia interna, que nos parece corroborar nuestra certeza, podemos indicar a los ocho reyes mencionados en Apocalipsis 17:9-14. Si los reyes son emperadores, y comenzamos con Augusto, los primeros cinco serían Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón (Nerón murió el 9 de junio del 68 D.C.).
  • La muerte de Nerón dejó el imperio en un alboroto (lo cual podría ser “la herida mortal” de Apocalipsis 13:3,12,14).
  • Tres hombres (Galba, Otón y Vitelio) intentaron consolidar el poder sobre el imperio, y establecer el orden, pero fue Vespasiano quien restauró el orden el en 70 D.C.
  • Así, la herida mortal fue sanada, y Vespasiano sería el sexto rey (“cinco han caído, uno es”, Apoc. 17:10, LBLA).
Todo lo anterior, convertiría a Tito en el séptimo y a Domiciano en el octavo. Lea con cuidado: “La bestia que viste, era y no es, y está para subir del abismo e ir a la destrucción. Y los moradores de la tierra, cuyos nombres no se han escrito en el libro de la vida desde la fundación del mundo, se asombrarán al ver la bestia que era y no es, y que vendrá… Y la bestia que era y no es, es el octavo rey, y es uno de los siete y va a la destrucción” (Apoc. 17:8,11, LBLA).
 
Juan indicó que, al momento de escribir el Apocalipsis la bestia “no es”, sino que “era”, pero que estaba a punto de “ascender”. Si entendemos que la bestia representa al poder de la roma imperial investido, o personificado, en el emperador, entonces, el Apocalipsis no podría haber sido escrito en los reinados de Nerón o Domiciano

Además de lo anterior, la condición de persecución en Asia Menor mencionada por Juan es un elemento que no podemos pasar inadvertido. Pedro también escribió a los cristianos de Asia Menor, unos años antes de escribirse el Apocalipsis (1 Ped. 1:1). En el tiempo de la escritura de 1 Pedro, los hermanos ya sufrían alguna persecución (1 Ped. 1:6; 4:12; 5:9).
  • Una persecución de los judíos con la ayuda de las autoridades romanas fue indicada en Apocalipsis (2:9; 3:9).
  • Algo que sucedió en los días de la predicación de Pablo (Hech. 13:50; 14:5,19; 17:5-8,13; 18:12).
 
Por lo tanto, la fecha temprana se adapta mejor a la naturaleza y el objeto del Apocalipsis, y facilita su comprensión histórica. Además, la afirmación de Cristo respecto a la destrucción de Jerusalén y la tribulación precedente, como una gran crisis, encajan en la panorámica de la composición temprana del Apocalipsis.
 
Los horrores señalados por la profecía de Cristo enfocan una región particular, pero la tribulación en sí fue de connotación mundial, con sus hambrunas, pestes, guerras, conflagraciones, y miseria pública. El mundo se caía a pedazos, mientras se sacudía pareciendo llegar a su fin. Sin duda, todo cristiano informado debió percibir que la profecía de Cristo se cumplía ante sus ojos.
 
En semejante contexto, luego de la persecución de Nerón, pero antes de la destrucción de Jerusalén, el apóstol Juan recibió de Jesucristo la revelación que registró en el documento que conocemos como Apocalipsis, indicando la victoria de Jesucristo y el cristiano fiel sobre las huestes del mal. Sin duda alguna, un libro oportuno, para los tiempos y corazones, brindando el consuelo necesario y suficiente.
 
El propósito del libro
 
El propósito del Apocalipsis es “revelar”. Revelar lo que sucedería pronto, lo cual es declarado al principio del libro (1:1,3), y también, al final del libro (22:6,10), y esto era el juicio de Cristo sobre quienes perseguían a su pueblo (6:9-11; 16:5-7), juicio dirigido sobre Babilonia, la ramera (17:6; 18:20.24; 19:2), y la bestia que apoyó a la ramera (17:7-13).
 
Conclusión
 
El propósito de Apocalipsis era dar a conocer cómo Cristo traería juicio sobre la Roma imperial, el reino de Satanás, por haber perseguido al pueblo de Dios.
 
El libro fue diseñado tanto para advertir como para dar consuelo. Es un libro de advertencia para los discípulos ociosos y desanimados, e incluso, descarriados (2:5,16), y es un libro de consuelo y ánimo para los fieles (1:3; 2:7; 3:21; 14:13; 22:14).
 
Sin embargo, hay elementos en el libro que aún están en el futuro:
  • La última derrota definitiva de Satanás (20:7-10).
  • El juicio final (20:11-15).
  • El destino eterno de los redimidos (21:1 – 22:5).
He aquí un libro que debe animarnos (2:7,11,17,26; 3:5,12,21; 13:7; 17:14; 21:7) si dejamos que el libro hable por sí mismo, estudiándolo cuidadosamente, y si impedimos que el enfoque premilenarista, y otras enseñanzas inadecuadas, entorpezcan nuestro entendimiento de tan maravilloso mensaje.