Por Josué Hernández
El Cantar de los cantares es
presentado como de Salomón; aunque también podría significar acerca de Salomón (1:1).
La expresión hebrea “Cantar de los cantares” es similar a “Rey de reyes”, o a
la expresión “Señor de señores”, significando, por lo tanto, “El mejor y más
excelso cantar, o canción, entre todos los demás”.
Sin duda alguna, el Cantar de los
cantares es un libro muy conocido, pero incomprendido, y, lamentablemente, no enseñado
como quisiéramos. Al relegarlo de nuestros sermones y estudios nos hemos
perdido de su enseñanza.
Siendo uno de los libros más
desatendidos y malinterpretados de la Biblia, procuramos hallar el “por qué” de
semejante postergación a un libro de la sagrada Escritura (2 Tim. 3:15-17), y,
tal vez, sus expresiones de amor íntimo sean la razón principal.
Cantar de los cantares es el
único libro de la Biblia donde el amor entre un hombre y una mujer es el
argumento principal, y en el cual no hay referencia directa al pecado o a la
religión, ni a profetas, ni a libros inspirados.
Interpretación y
propósito
Este mensaje de Dios ha sido
interpretado de diversas formas. Nos dicen que es una antología, es decir, una
colección de varios poemas de amor, que no necesariamente tratan de una sola
historia. La más antigua tradición lo ha etiquetado como una alegoría donde cada
personaje y actividad representa una enseñanza espiritual. Siguiendo el enfoque
alegórico se ha dicho, por ejemplo, que los “pechos” de 1:13 son los querubines
sobre el propiciatorio, o una representación del Antiguo y el Nuevo
Testamentos. El libro también ha sido interpretado como un drama, en otras
palabras, como un guión para ser actuado o cantado, el cual Salomón escribió en
forma de drama.
Este estudiante de la Biblia cree
que Cantar de los cantares narra una historia real a la vez que reflexiona en
el regalo divino del amor entre un hombre y una mujer, historia que nos lleva
al “paraíso perdido”, y nos recuerda de la primera pareja, desnuda y
vulnerable, seguros el uno del otro, y libres de egoísmo, cumpliendo el plan de
Dios.
Debido a lo anterior, el propósito
del libro es honrar el amor entre un hombre y una mujer, y, por lo tanto,
honrar el matrimonio (cf. Heb. 13:4). En consideración de aquello, el libro es
la invitación de Dios para que volvamos al Edén y honremos la sagrada
institución que Jehová Dios estableció ahí (cf. Mat. 19:4-6).
Varias ideas clave se destacan en
este “canto al amor”. Una de ellas es el deseo de estar juntos, el ir y venir
de la búsqueda y el encuentro que se suceden. Otra clave es la pasión el uno
por el otro. El gozo de la atracción física conforme al plan de Dios. En fin,
aprendemos que, tanto en el hombre como en la mujer Dios puso el intenso anhelo
de conocer y ser conocido, amar y ser amado, desear y deseado.
Queremos usar el libro Cantares
para hallar respuesta a una sencilla pregunta, “¿Para qué sirve el noviazgo?”.
Y queremos hallar respuesta a esta pregunta porque será útil para los padres y
esposos, así como también será útil para los jóvenes, ya estén en el noviazgo o
no.
Entonces, ¿para
qué sirve el noviazgo?
Una de las primeras cosas que
aprendemos de este canto de amor, es que el noviazgo es tiempo para conocerse: “Muéstrame
tu rostro, hazme oír tu voz” (Cant. 2:10-14; cf. “de la abundancia del corazón habla
la boca” Mat. 12:34).
El noviazgo es tiempo para
acercar las mentes, y desnudar los corazones, no los cuerpos. Será el diálogo
franco, sincero, honesto, el que desnudará el corazón, y expondrá el rostro sin
máscara ni pretensiones.
El buen diálogo en el noviazgo
permitirá buscar solución a los varios problemas que la pareja enfrentará, ya
sean reales o potenciales, presentes o futuros: “Cazadnos las zorras… que echan
a perder las viñas” (Cant. 2:15). Ya que el matrimonio no es un paseo, sino una
empresa con propósito y sentido, será el noviazgo la mejor instancia en la cual
un proyecto de vida semejante se planificará y organizará. ¡El amor se
comunica!
Sin comunicación, ¿habrá organización?
Sin organización ¿habrá planificación ¿Qué
meta u objetivo se logrará sin comunicación? Sencillamente, la confusión no
produce unidad ni progreso (cf. Gen. 11:7), “¿Andarán dos juntos, si no
estuvieren de acuerdo?” (cf. Am. 3:3).
El noviazgo es tiempo para hacer preguntas.
¿Tiene derecho a casarse conmigo (Mat. 19:9)? ¿Es candidato bíblico? ¿Ama a
Dios y su verdad? ¿Me ayudará en mi relación con Dios o me va a perjudicar? ¿Tiene
suficiente madurez para casarse? ¿Cómo es su carácter? ¿Qué tipo de lenguaje
usa? ¿Es humilde? ¿Es responsable? ¿Dejará padre y madre por mí? ¿Cómo trata a
su familia? ¿Cómo trata a mi familia? ¿Cuáles cosas tenemos en común? ¿Cuál es
su actitud hacia el tener hijos, la crianza, la disciplina? ¿Administra bien su
dinero?
Ligado a lo anterior, el noviazgo
es tiempo para expresar cariño exclusivo (Cant. 1:2,13; 2:2,3), y respeto mutuo (Cant. 1:15,16)
que se extenderá al matrimonio (Cant. 5:9). En fin, el noviazgo es el tiempo para
buscar un amor para toda la vida: “¡Ponme como sello sobre tu corazón, como sello sobre tu brazo! porque fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el sepulcro son los celos: sus ascuas arden como ascuas de fuego, como la misma llama de Jehová! ¡Muchas aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos lo pueden anegar: si un hombre diere todos los haberes de su casa por el amor, él sería completamente despreciado!” (Cant. 8:6,7, VM).
El noviazgo es tiempo para escoger para un arreglo permanente,
con cuidado y responsabilidad. Escoger requiere tiempo, y el tiempo demanda
paciencia. No siempre será la primera vez: ¿“Amor a primera vista”?
Contrario a la opinión popular, el
noviazgo no es tiempo para la intimidad, sino tiempo para esperar: “Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del campo, que no despertéis ni hagáis velar al amor, hasta que quiera” (Cant. 2:7; 3:5;
8:4; cf. 1 Cor. 6:18). El sexo ha de ocurrir luego de la boda (Cant. 4:1-5:1), no
antes de la boda. La tentación común: "Pero, ya pensamos casarnos, es sólo cuestión
de tiempo…" Hay mucha diferencia entre el amor y la codicia. Pero, muchos los
confunden. ¡El amor respeta al otro!
La Biblia condena el acto: “Huid
de la fornicación” (1 Cor. 6:18; cf. 2 Tim. 2:22). “Y manifiestas son las obras
de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia… y cosas semejantes
a estas… los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gal.
5:19-21).
La Biblia condena el deseo que
precede al acto: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación,
impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría”
(Col. 3:5).
“Oísteis que fue dicho: No
cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mat. 5:27,28).
La Biblia condena el crear la
oportunidad para el deseo y el acto: “Andemos como de día, honestamente; no en
glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y
envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos
de la carne” (Rom. 13:13,14).
Conclusión
¿Quiere vivir un poema así?
Entonces, espere en oración por la persona adecuada (Prov. 19:14), y busque con
paciencia haciendo su parte. El matrimonio no es un reformatorio. Por lo tanto,
si fuma, toma, maldice, se enoja fácilmente, es irresponsable, aborrece a Dios
y su palabra, etc. Así será después.
¿Quiere que sus hijos vivan un
poema así? Entonces, estudie con ellos este libro y responda sus dudas de
manera honesta y bíblica.
¿Es usted como el novio o novia de
esta historia? ¿Es como el esposo o la esposa ahí descrito?
Todos podemos aprender de este
maravilloso libro, el cual siendo inspirado por Dios es “útil para enseñar,
para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2
Tim. 3:16,17).
“Honroso sea en
todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los
adúlteros los juzgará Dios” (Heb. 13:4).