El reino y la iglesia

 


Por Josué Hernández

 
Hemos considerado la importancia de examinar cómo uno interpreta la profecía en sí misma. Es decir, cada cual debe preguntarse si es correcto forzar siempre una interpretación literal o estar abiertos a una interpretación figurativa, y si es adecuado dar prioridad a una interpretación no inspirada de la profecía del Antiguo Testamento en lugar de basarnos en las explicaciones del Nuevo Testamento con sus claves de interpretación.
 
Otra cuestión de divergencia y que produce diferentes enfoques cosmológicos es la propia visión de lo que es el reino y la iglesia. Es decir, ¿están relacionados el reino de Dios y la iglesia de Cristo o son cosas diferentes y autoexcluyentes? ¿Era la iglesia parte del plan original de Dios o fue establecida de manera provisoria a la espera de un futuro reino milenario?
 
Dos enfoques del reino y la iglesia
 
La interpretación común: El reino y la iglesia son instituciones diferentes. Por lo tanto, el reino debe ser terrenal y teocrático de Israel, como fue profetizado en el Antiguo Testamento, como fue anunciado por Jesús en su primera venida, y postergado por el mismo Jesús al ser rechazado. Entonces, la iglesia es un sustituto temporal del reino, la cual no fue anunciada en el Antiguo Testamento, no fue revelada sino hasta que Cristo fue rechazado, y es parte de un programa de acción totalmente nuevo e inesperado, un plan de contingencia.
 
La interpretación correcta: El reino y la iglesia están relacionados. El reino debe involucrar a todas las naciones, tal como fue profetizado en el Antiguo Testamento y enseñado por Cristo en Israel, y por sus apóstoles en todas las naciones. La iglesia es la manifestación del reino de los cielos, y parte del propósito eterno de Dios tal como fue enseñado en el Antiguo Testamento. Los cristianos, por consiguiente, son ciudadanos del reino de los cielos.
 
Una visión bíblica del reino y la iglesia
 
El reino que Jesús vino a establecer tenía la intención de ser espiritual. Se ingresa en él por un nacimiento espiritual (Jn. 3:3,5). Es un reino manifestado por la comprensión (Mar. 12:34) y la conducta (Rom. 14:17) cuando Cristo reina en los corazones (Luc. 17:20,21). No es un reino de este mundo (Jn. 18:36).
 
Los judíos no rechazaron el reino, sino que Jesús los rechazó a ellos, quienes en su expectativa materialista querían de Jesús un rey físico (Jn. 6:14,15). Jesús dijo que el reino sería dado a otros (Mat. 21:43), y explicó la naturaleza espiritual de este reino.
 
El reino fue señalado como presente en el primer siglo (Col. 1:13; Apoc. 1:9), lo cual no es extraño si Jesucristo tiene toda la autoridad que corresponde a un rey (Mat. 28:18; Ef. 1:20-22; Col. 2:10; 1 Ped. 3:22). Lo cual concuerda con el hecho de que Jesucristo está reinando tal como lo hizo el Padre (1 Tim. 6:14,15; Apoc. 1:5; Dan. 2:21; 4:17). Tal como la profecía lo indicaba, Jesucristo está reinando en medio de sus enemigos (Sal. 110:1-3; 1 Cor. 15:24-27).
 
El reino será purificado cuando venga el Hijo nuevamente (Mat. 13:40-42), será entregado al Padre (Mat. 13:43; 1 Cor. 15:22-26), y continuará en existencia por la eternidad (2 Tim. 4:18; 2 Ped. 1:10,11).
 
La iglesia no es un plan de contingencia, o una institución provisoria, como lo predica el milenarista. La iglesia es parte del plan eterno de Dios para llevarse a cabo en Cristo (Ef. 3:10,11). La iglesia fue predicha en el Antiguo Testamento (Am. 9:11,12; Hech. 15:14-18), aunque era un misterio hasta que los apóstoles lo revelaron al mundo (cf. Ef. 3:3-9).
 
La iglesia es la asamblea o congregación del pueblo de Dios. Compuesta tanto de judíos como de gentiles, donde no hay diferencia (Gal. 3:28). Los gentiles son parte del pueblo de Dios (Ef. 2:11-13) y forman un cuerpo, un nuevo hombre (Ef. 2:14-16).
 
Los cristianos son los verdaderos descendientes de Abraham (Gal. 3:7,29; cf. Rom. 9:7,8). Una nueva creación, y el Israel de Dios (Gal. 6:15,16). Una nación santa (1 Ped. 2:9,10) compuesta de aquellos que se han sometido voluntariamente al Hijo de Dios (Sal. 110:3).
 
Conclusión
 
El reino en la actualidad es todo lo que Dios pretendía cuando envió a su Hijo a morir por nuestros pecados:
  • Un reino investido en la persona de Cristo.
  • Manifestado visiblemente en la iglesia, una comunidad de almas que se someten voluntariamente a su gobierno.
  • Experimentado por su gobierno en los asuntos de los hombres hoy en día, tal como lo hizo su Padre en los tiempos del Antiguo Testamento.
  • Inaugurado en el día de Pentecostés, pero que culminará cuando Cristo regrese y entregue el reino al Padre.
 
La iglesia de Cristo hoy en día:
  • No es un asunto de último momento, ni un plan de contingencia.
  • Es el cuerpo de Cristo, la manifestación de su reinado previsto en el Antiguo Testamento.
  • Comprada con la sangre de Cristo y que se extiende por la obediencia de las almas al evangelio de Cristo.
  • Experimenta las bendiciones del gobierno de Cristo y espera por los aspectos celestiales y eternos del reino cuando sea entregado al Padre.
 
Así como la muerte de Cristo fue preordenada por Dios (Hech. 2:23), el reino de Cristo fue preordenado por Dios y establecido tal como Dios lo planificó. Sin embargo, ¿ha nacido de nuevo para ser ciudadano de este reino? ¿Ha hecho de Cristo el Señor de su vida?