Por qué creo en el nacimiento virginal

 


Por Josué Hernández

 
Sólo hay dos opciones en cuanto a la naturaleza del universo, o es el producto de fuerzas impersonales o es el resultado de la acción de Dios. Si la primera es verdadera, obviamente, la historia no tiene un objetivo determinado, el hombre es sólo un peón biológico, la moral es relativa y especulativa, y por lo tanto, el pesimismo y despropósito humano es natural.
 
Los cristianos siempre han creído en el nacimiento virginal. Es decir, que Jesús de Nazaret nació de una virgen llamada María, sin un padre humano. La Biblia especifica el nacimiento virginal de la siguiente forma:
 
18El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros” (Mat. 1:18-23; cf. Luc. 1:26-38).
 
Obviamente, la crítica escéptica niega el nacimiento virginal. Por ejemplo, el teólogo Robert Funk, fundador y líder del Seminario Jesús, escribió: “El nacimiento virginal de Jesús es un insulto a la inteligencia moderna y debería abandonarse. Además, es una doctrina perniciosa que denigra a las mujeres”. Por su parte, John Shelby Spong, el antiguo Obispo Episcopal de Newark, Nueva Jersey, dijo: “Con el tiempo, el relato del nacimiento virginal se unirá a Adán y Eva… como elementos mitológicos claramente reconocidos en nuestra tradición de fe cuyo propósito no fue describir un evento literal, sino capturar las dimensiones trascendentes de Dios en palabras y conceptos terrenales de los seres humanos del Siglo I”.
 
Sin embargo, todo es posible para Dios, incluso, el nacer de una mujer virgen tomando forma humana para salvarnos del poder y la condenación del pecado:
 
“¿Hay para Dios alguna cosa difícil?” (Gen. 18:14).
 
“¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” (Jer. 32:17).
 
“Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Mar. 10:27).
 
“porque nada hay imposible para Dios” (Luc. 1:37).
 
Si Dios se hizo hombre (Jn 1:1,14,18) esperaríamos que su entrada dentro de la historia humana fuera completamente única: “Mahoma, Confucio, Buda y el resto de los seres humanos nacieron en forma natural: el esperma humano de un hombre fertilizó el óvulo humano de una mujer. Esto no fue lo que ocurrió en el caso de Jesús. Su madre concibió siendo ella virgen. No tuvo un padre progenitor. La concepción y el nacimiento virginal de Cristo son hechos completamente únicos en la historia humana”. -- Josh McDowell, “Nueva Evidencia que demanda un veredicto”.
 
Las profecías del nacimiento virginal
 
El nacimiento virginal fue profetizado a través de Moisés, “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gen. 3:15). Esta es la primera promesa mesiánica registrada en la Biblia. La referencia a la “simiente” de la mujer es única. La expresión normal es la “simiente” del varón (Rom.1:3) lo cual es una sutil pista para lo que habría de ocurrir.
 
Luego, encontramos la profecía de Isaías, la cual es la más reconocida al respecto, “Dijo entonces Isaías: Oíd ahora, casa de David. ¿Os es poco el ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios? Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Is. 7:13,14).
 
Aunque el rey Acaz rechazó solicitar señal, Dios dejó una para sus descendientes. Una virgen (heb. “almah”) concebiría y daría luz a un hijo. Sobre este sustantivo hebreo considérese lo siguiente:
  • Siete veces se usa “almah” (virgen, doncella que no ha conocido varón) en el Antiguo Testamento, y nunca se emplea para señalar a un mujer que no sea virgen.
  • En la Septuaginta (versión griega del Antiguo Testamento, traducida alrededor del 250 antes de Cristo). Los eruditos judíos tradujeron el vocablo “almah” por el griego “parthenos”, virgen.
  • Cuando una mujer que no es virgen tiene un hijo, no estamos frente a una “señal” divina; pero cuando una virgen da a luz a un niño que sería llamado “Emanuel”, “Dios con nosotros”, tenemos una “señal” en la cual pensar.
A través del profeta Jeremías dijo Dios, “¿Hasta cuándo andarás errante, oh hija contumaz? Porque Jehová creará una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón” (Jer. 31:22). Dios haría una gran obra en la tierra, “la mujer rodeará al varón”, lo cual es interpretado como una sutil referencia a la milagrosa concepción de nuestro Salvador por una virgen.
 
El nacimiento virginal es proclamado
 
Mateo (Mat. 1:18-25), Lucas (Luc. 1:26-38) y Pablo (Gal. 4:4) proclaman por escrito el cumplimiento de la profecía respecto al nacimiento virginal del Mesías, nuestro Señor Jesucristo.
 
Conclusión
 
Ciertamente hay mucho más en las Escrituras que implica el nacimiento de Cristo por una virgen. Expresiones tales como “engendrado” por la obra del Espíritu Santo (Mat. 1:20), o el “Hijo de Dios” (Luc. 1:35; Mat. 16:16).
 
Los escépticos ofrecen versiones alternativas por su enfoque naturalista, respecto al embarazo de María, y afirman cosas tales como, una relación con una amante secreto, la violación por un soldado romano, relaciones sexuales con su prometido, José, o simplemente, una concepción luego del matrimonio con José.
 
Pero, si negamos el nacimiento virginal de Cristo las narraciones bíblicas ya no son confiables, o simplemente, son falsas. Y la pregunta es, ¿tenemos nosotros mejor información que la provista por Mateo, Lucas y Pablo?
 
¿A quién creeremos? ¿A los escépticos y opositores, o a los apóstoles y escritores del Nuevo Testamento?
 
Estoy feliz de creer en el nacimiento virginal según los relatos de Mateo y Lucas, y las profecías que lo indicaban. A la vez, acepto la amonestación del apóstol Pablo, Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas de vanas cosas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia: La cual profesando algunos, fueron descaminados acerca de la fe. La gracia sea contigo. Amén” (1 Tim. 6:20,21).